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Now that the French socialist Dominique Strauss-Kahn has been confirmed as the new director-general of the International Monetary Fund, it will be interesting to see what attitude Argentina takes towards the IMF between the two extremes of the complete irrelevance of the last 20 months (ever since the Néstor Kirchner administration paid off its 9.5-billion-dollar debt in full) and the all-consuming obsession with the IMF of the previous two decades.
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Ahora que se confirmó que el socialista francés Dominique Strauss-Kahn será el nuevo director gerente del Fondo Monetario Internacional, será interesante ver qué actitud toma la Argentina hacia el FMI, entre los dos extremos de la total irrelevancia de los últimos 20 meses (desde que el gobierno de Néstor Kirchner canceló por completo los 9.500 millones de dólares de deuda con el FMI) y la obsesión devoradora de las dos décadas anteriores. El FMI estuvo menos ausente que de costumbre en la escena pública argentina en las últimas semanas, porque la necesidad de cancelar la deuda de 6.300 millones de dólares con el Club de París finalmente se instaló en los círculos oficialistas; la Argentina necesita de manera urgente inversiones en infraestructura y otros rubros, y ni los capitales locales ni los ahorros de nuestro país pueden brindar las sumas necesarias. Dentro de este contexto, la candidata del partido oficialista para gobernar a la Argentina en los próximos cuatro años, la primera dama Cristina Fernández de Kirchner (quien visitó Alemania, el principal acreedor del Club de París, en las últimas tres semanas) se esmeró en demostrar que Strauss-Kahn era su preferido, por más que su único rival, el ex-comunista checo Josef Tosovsky, bien podría haber estado más cerca ideológicamente del gobierno de Kirchner. Pero queda por verse si todos los caminos para cancelar la deuda con el Club de París conducen al FMI: ha habido una mayor flexibilidad a este respecto en las últimas semanas, especialmente por parte del Club de París, por más que sus estatutos indiquen que cualquier acuerdo de la escala deseada por la Argentina deba ser aprobado por el FMI. Pero esta mayor flexibilidad no está sólo del lado de los acreedores: también se habla de que la deuda de la Argentina con el Club de París pueda ser cancelada al menos parcialmente con un crédito del FMI en un restablecimiento implícito de relaciones. Éste sería un muy esperado regreso a la cordura del gobierno de Kirchner, porque los créditos del FMI tienen términos infinitamente más laxos que los bonos de deuda comprados por el pseudobenefactor de la Argentina, el presidente venezolano Hugo Chávez. De hecho, liberar a la Argentina de su dependencia de Chávez debería ser otro excelente motivo para que los acreedores ofrezcan más concesiones, además de la perspectiva de recuperar su dinero. El Frente para la Victoria, el partido de los Kirchner, tiene bien merecida la acusación de exaltar el triunfo como un fin en sí mismo, pero en esta ocasión escoger el bando ganador en la persona de Strauss-Kahn se puede describir como una defensa de los intereses del país tanto como de los del gobierno.
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