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ChaKo joins Chubut
The Peronist upset in Chaco on top of the expected Victory Front triumph in Chubut constitutes what the Pumas might call a “bonus point” for the government — if the disputed Córdoba election finally falls to the ruling party’s candidate Juan Schiaretti later this week, mid-September might well end up marking a decisive momentum swing in favour of presidential frontrunner Cristina Fernández de Kirchner.
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El batacazo peronista en el Chaco, además del esperado triunfo del Frente para la Victoria en Chubut, constituyen lo que los Pumas llamarían un “punto bonus” para el gobierno: si la disputada elección cordobesa finalmente recae en Juan Schiaretti, el candidato del oficialismo, hacia fines de la semana, los mediados de septiembre bien pueden marcar un giro decisivo a favor de la candidata presidencial con más posibilidades, Cristina Fernández de Kirchner. La provincia del Chaco, que terminó con 12 años de gobierno radical, fue la gran sorpresa de la última tanda de elecciones antes de las elecciones generales del 28 de octubre, especialmente porque el candidato radical Angel Rozas (que anteriormente cumplió con dos mandatos en la gobernación, y también ocupó la presidencia del partido a nivel nacional) era considerado amo y señor de la provincia aun más que el gobernador saliente Roy Nikisch. El ganador de las elecciones, Jorge Capitanich, quien ya había perdido ante Rozas por un 30% en 1999 y ante Nikisch por un 10% en 2003, estaba un 10-20% detrás en las encuestas y careció de todo apoyo por parte del Presidente Néstor Kirchner —en parte porque el Frente para la Victoria no tiene mucho espacio para los perdedores y en parte por el pasado de Capitanich como jefe de gabinete durante la presidencia de Eduardo Duhalde, el archirrival de Kirchner en el peronismo. Pero Kirchner puede, así y todo, adjudicarse crédito por el resultado gracias precisamente a haber aislado a Nikisch: el aislamiento impuesto a éste por no imitar el servilismo de otros gobiernos provinciales radicales le imposibilitó enfrentarse a problemas como una deuda provincial de 1.300 millones de dólares o el tener más de la mitad de la población por debajo de la línea de pobreza, generando un rechazo diestramente capitalizado por Capitanich. Por fortuna la disputa de Córdoba no se replicó en el Chaco, por más que la mayoría de Capitanich (0.47% del electorado) fue aún menor que la de Schiaretti (0.72%): el gobierno provincial del Chaco difícilmente podría ser acusado de fraude contra su propio candidato, mientras que el gobierno nacional estuvo ausente. Hay otras lecciones interesantes en los resultados del Chaco: un nuevo ejemplo de la falibilidad de las encuestas de opinión; una ilustración de la locura de una ley electoral nacional que le otorga automáticamente la victoria a cualquier candidato que supere el 45% de los votos (Rozas, con un 46,4%, también sería gobernador según esa norma); y una demostración de que el gobierno puede obtener un resultado favorable incluso a pesar la falta de apoyo de Kirchner (de hecho, quizás como consecuencia de ésta) . Todo esto es más interesante que Chubut, donde el gobernador en ejercicio Mario das Neves obtuvo un triunfo rotundo con cerca del 72% (con el apoyo del partido local Provech) contra un desastroso 14% de los radicales, después de ganar aquél por apenas 45-41% en 2003 al cabo de dos mandatos radicales. El veredicto en las 15 circunscripciones que votaron hasta ahora ha sido curiosamente parejo (incluidas cuatro victorias claras para Kirchner y cuatro claras derrotas) pero el gobierno parece ser quien ríe último. |