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VERSION EN CASTELLANO
Ira contra Irán
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HERALD STAFF |
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Iron fist against Iran
President Néstor Kirchner’s tough talk against Iran at the United Nations General Assembly on Tuesday is all the more remarkable because there was no real attempt at ideological balance by handing out a comparable tongue-lashing to United States President George W. Bush (increasingly the choice target for criticism worldwide) — instead Britain with its planned expansion of South Atlantic territorial waters was the chosen counterweight from the developed world. Kirchner did criticize Bush’s Iraq venture in “I told you so” tones about the virtues of multilateralism but this multilateral logic makes it all the more incumbent on countries like Argentina to join in the crackdown against Iran in order to avoid repeating unilateral errors.
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Las duras palabras del Presidente Néstor Kirchner contra Irán en la Asamblea General de las Naciones Unidas son más sorpresivas porque no hubo ningún intento real por lograr un balance ideológico propinando una paliza verbal de igual calibre al Presidente de los Estados Unidos George W. Bush (cada vez más el blanco preferido de las críticas en todo el mundo): en cambio, Gran Bretaña y su planeada expansión de las aguas territoriales del Atlántico Sur fueron el contrapeso elegido de entre los países desarrollados. Kirchner sí criticó la incursión de Bush en Irak con ecos de “yo te avisé” acerca de las virtudes del multilateralismo, pero esta lógica multilateral obliga a países como la Argentina a unirse a las medidas contra Irán evitando así repetir errores unilaterales. No es que la insistencia de Kirchner en que se hagan cumplir las órdenes de captura internacional contra ex-funcionarios iraníes en el marco de la causa por la voladura de la AMIA en 1994 tenga algo que ver con el programa nuclear del Presidente iraní Mahmud Ahmadinejad o con cualquier otro aspecto polémico de su presidencia de los que hace tiempo rondan a su gobierno (a pesar del intento del encargado de negocios iraní en el país, Mohsen Baharvand, de crear un vínculo y de esa forma asustar a Kirchner con la perspectiva de seguir el mismo camino de involucramiento en Medio Oriente de Carlos Menem en 1990). El tono del discurso de Kirchner fue de varias formas dictado por su contexto, tanto por las presencias como por las ausencias. El único factor que podría haber modificado la severidad de Kirchner contra Irán sería el reciente aliado de este último país, el venezolano Hugo Chávez, cuyos aportes de combustibles y efectivo a la Argentina han sido en los últimos años un apoyo cada vez más importante a la presidencia de Kirchner. Pero Chávez estuvo, extrañamente, ausente (a pesar del entusiasmo con el que literalmente demonizó a Bush en la asamblea del año pasado), mientras que Bush, que sí estaba presente, no dijo una palabra acerca del tema de Irán, facilitándole a Kirchner el criticar a Irán sin seguir un camino belicista marcado por los Estados Unidos. Esta combinación de factores, más la presencia de la primera dama Cristina Fernández de Kirchner (con sus cuidadosamente promovidos vínculos con la comunidad judía de Nueva York), deberían hacer que a nadie sorprenda que el discurso de Kirchner haya sido tan duro, de manera tal de satisfacer a todos los líderes de la comunidad judía que se encontraban presentes. Ningún otro elemento del discurso (ni las críticas compulsivas al Fondo Monetario Internacional ni los comentarios vagos sobre la reforma del Comité de Seguridad de la ONU) merecen mayor comentario (ni siquiera las declaraciones antibritánicas fueron más allá de lo que se podría esperar luego de la agitación mediática del pasado fin de semana sobre el tema de las aguas territoriales del Atlántico Sur en el 25to aniversario de la guerra de Malvinas), pero las duras palabras de Kirchner hacia Irán merecen una felicitación por su coraje y claridad. |
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