Y Villa pichichi

LORENZO CALONGE

Para terminar de coronar a una España enorme, entre sus filas se encuentra el pichichi del torneo, David Villa, al que le ha sobrado un partido y medio. Se lesionó en la primera parte de las semifinales frente a Rusia, tras lanzar un tiro libre, y ahí se quedó. Le fue imposible continuar y recuperarse para la final.

Entonces llevaba cuatro goles y el alemán Lucas Podolski, tres. Así que el galardón estaba en peligro. Por suerte para él, el germano se quedó a las puertas de la Eurocopa y del pichichi.

Villa llegó a Austria y Suiza tras una temporada volcánica con su equipo, el Valencia, y la Eurocopa le ha servido para limpiar su mente y reivindicarse como uno de los grandes delanteros del continente. Su caché se ha multiplicado y sus piernas se las rifan ahora en media Europa.

Y también, por qué no, su gran actuación, unida a la de toda la Selección, ha acallado la polémica sobre la ausencia del Raúl. Villa ha ejercido como el siete de España de pleno derecho.

Tres goles para empezar

Letal delante del portero y hábil para caer a las bandas, el valencianista no ha desperdiciado ni un solo minuto de esta Eurocopa. El primer partido, contra Rusia, lo cerró con tres goles y en el segundo, frente a Suecia, consiguió en el descuento el tanto de la victoria. Tras la prórroga ante Italia en el partido de cuartos de final, fue el encargado de lanzar el primer penalti; no dudó, fue un disparo franco y seguro.

En los planes iniciales de Luis Aragonés, Villa aparecía como suplente y Cesc de titular. Pero la determinación del primero y la falta de explosión del segundo provocó un vuelco. La Eurocopa deja, pues, a un Villa pichichi y renacido, aunque seguro que nadie le podrá quitar el disgusto de no haber podido disputar la final.