Todo a Babor. Revista divulgativa de Historia Naval
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De los carpinteros y calafates, del armero, maestro de velas, farolero, buzo y cocinero a bordo.

Elaboración propia. Basado en la “Real Ordenanza Naval para el servicio de los baxeles de S.M.” de 1802

Título 27º.- De los carpinteros y calafates, del armero, maestro de velas, farolero, buzo y cocinero a bordo.

Los carpinteros y calafates nombrados para un buque debían presentarse a su comandante e iniciar una inspección del primer carpintero y el primer calafate al estado del buque en la materia de su competencia. Esto es, el estado de su arboladura de labor y respeto, timón, bombas y demás elementos peculiares de cada ramo dando cuenta al comandante del resultado de su inspección.

Tanto el Carpintero y calafate primeros reciben sus cargos de sus respectivos oficios. Examinándolos, recibiéndolos, dándoles salida y cuidándolos. De todo el material que recibían debían tener “principalísimo cuidado” el calafate con las bombas y el carpintero con la plantilla del timón, ya que ambos elementos eran indispensables en alta mar. Ambos y sus segundos debían atajar goteras, remediar cuanto ocasionaba la pudrición y hacer todas las obras pertenecientes a su ramo que fuesen necesarias en el buque, sin que por ello les correspondiera un suplemento de sueldo o ración. Aunque si lo obtendrían cuando se les destinase a las carenas o arreglos de otros buques ajenos al suyo. A esto estaban obligados si así lo ordenaba el comandante.

Estando en puerto si a bordo había personal de maestranza del arsenal, para trabajos de entidad, el primer carpintero y el primer calafate debían informar a aquellos de todo lo que mereciera particular atención y observando así mismo los trabajos para cerciorarse de que se hacían correctamente, dando parte al comandante si observasen lo contrario.

Tanto los carpinteros como los calafates eran considerados oficiales de mar y tratados con la atención debida a esta clase. Estaban enteramente subordinados a los oficiales de guerra así como a los maestros mayores si los hubiera nombrados en la escuadra.

En puerto hacían la guardia según el número y método que les fijase el oficial de detall no pudiendo ausentarse del buque sin permiso del de guardia, debiendo presentarse a este si tenía licencia para hacerlo.

En la mar hacían las mismas horas de guardia que el resto de la tripulación, es decir de 4 horas. Su lugar era el alcázar aunque debían de reconocer con frecuencia en malos tiempos el estado de las bombas, portería, arboladura y demás de sus ramos, dando cuenta al oficial de guardia de las novedades encontradas. Algo que debían hacer también al entrar o salir de su guardia. En combate su lugar era asignado por el comandante, normalmente algunos en los callejones de combate para taponar rápidamente los disparos a flor de agua, y otros arreglando averías que fuesen surgiendo en arboladura, casco, bombas o timón.

Los segundos carpinteros y calafates estaban subordinados a los primeros en todo lo concerniente a su ejercicio. A falta de los primeros recaían en ellos las obligaciones de aquellos.

El armero:

Las armas y utensilios del armero a su cargo debían estar limpios y compuestos, con especialidad de las que de fuego debían estar siempre preparadas para su pronto uso. Normalemte eran las armas blancas y de fuego que en zafarrancho de combate se repartían entre la tripulación.

 Era también su obligación el arreglo y mantenimiento de las armas de la tropa de la guarnición, abonándole por estas lo que prefijase el comandante. Si los guardiamarinas embarcaban armas el armero las guardaba y conservaba limpias como las de la dotación, pero si los arreglos de estas armas eran por un uso negligente del guardiamarina se le tenía que abonar en iguales términos establecidos para las de la tropa y con cargo de quien motivó el desperfecto.

Como todo oficial de mar estaba subordinado a los oficiales de guerra a los que tenía que obedecer sin réplica alguna.

Maestro de velas:

Estaba subordinado a los contramaestres y guardianes, acudiendo a donde estos le mandasen para cosas de su oficio. Aunque eran superiores a la marinería a los que podían mandar en lo respectivo a su cargo.

Debía trabajar en los casos de necesidad tanto en cofas y sobre las vergas, como abajo, y enseñar a los marineros que eran destinados a ayudarle a coser, relingar, empalomar, cortar y demás de su oficio.

Farolero:

Estaba al cuidado y arreglo de cristales y vidrieras de cámaras y camarotes, de los faroles de firme y de todos los de servicio del navío. Subordinado a los oficiales de guerra.

Buzo:

Este especialista tenía que pasar orinques a las anclas, practicar todos los reconocimientos que se necesitasen debajo del agua y en ella cuanto se ofreciese para el servicio del buque de su destino. Cuando no tenía trabajos de su oficio era empleado a bordo como cabo de guardia en las faenas marineras. Hacía suya  con la guardia de estribor y en combate tenía el destino que el comandante le diese.

Cocinero:

Tenía la obligación de cuidar los calderos y demás utensilios de cocina, de su aseo y limpieza y  de que no se hiciera fuego excesivo en los parajes propios de su uso. El cocinero si incurría en negligencia o era de mala conducta podía ser despedido si estaban en puerto o sustituido por otro marinero en alta mar, dejándole en los quehaceres de grumete hasta la llegada a puerto. El marinero que le sustituía cobraría la paga correspondiente y tendría derecho a despedirse cuando le tocase si este fuese matriculado o enganchado.

Todos estos especialistas, armero, farolero, maestro de velas, buzo y cocinero de equipaje eran considerados oficiales de mar y debían ser tratados y respetados como tales.

 

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