Todo a Babor. Revista divulgativa de Historia Naval
» Vida en los barcos

El navío Príncipe de Asturias en combate.

- Dibujos e información de elaboración propia.

Como ejemplo de disposición de los hombres que mandaban y tripulaban un navío en zafarrancho de combate, vamos a "diseccionar" a uno de los mejores navíos de línea que poseía la Real Armada, el espectacular Príncipe de Asturias, navío de 1ª clase y 112 cañones. Y para ello tomaremos la disposición que tenía el 19 de octubre de 1805, dos días antes de la batalla de Trafalgar, según el parte realizado por su comandante, el brigadier don Rafael Hore a la salida de Cádiz. Antes de pasar a conocer la organización del navío en combate vamos a repasar algunos datos provenientes del estado de salida.

Estado de salida.

Según dicho parte, que hemos tomado del magnifico libro "Corpus documental de Trafalgar" de José Ignacio González-Aller, el Príncipe de Asturias tenía un total de 1.113 hombres embarcados. Esta cifra corresponde a la suma de oficiales de guerra, mayores, de mar, tripulación y guarnición del navío, a los que hay que sumar los 4 guardamarinas, más los 5 oficiales del Ejército que iban embarcados como complemento y los 19 oficiales pertenecientes a la Mayoría General (equivalente a la plana mayor de un Ejército), haciendo un total absoluto de 1.141 hombres. En el mismo parte el brigadier Hore señala que sobran 98 individuos al Reglamento (por ordenanza un 112 cañones debía ir tripulado en tiempo de guerra por 1.015 hombres) y que quedaban en el hospital 61 hombres de la dotación. Era el navío español con más hombres a bordo, incluso por encima de los números del Santísima Trinidad, a pesar de tener menos porte. La mayoría general se encontraba a bordo debido a que el Príncipe era el buque insignia de la escuadra española, enarbolando la del teniente general don Federico Gravina. Todos los oficiales de la mayoría, incluídos Gravina y el mismo mayor general, el Jefe de escuadra don Antonio de Escaño, no tenían mando en las tareas ordinarias del propio navío, labor que ya desempeñaban los oficiales de marina del buque. Esta mayoría se ocupaba de la administración y mando táctico de la escuadra de 15 navíos de línea españoles, pero que por ordenanza debían ir embarcados en el insignia. Lo que daba una gran cantidad de oficiales.

Pulse para ampliar la imágen.

  • > Grafico representativo de la totalidad de hombres embarcados. 1.141 que se detallarán más adelante. Pulse para ampliar la imágen.

Gráfico con el número de hombres embarcados desglosados por categorías

  • > Gráfico con el número de hombres embarcados desglosados por categorías. Elaboración propia.

Como podemos observar en el gráfico anterior nos encontramos con un gran número de soldados de la guarnición. En el Príncipe embarcaron hombres de los batallones de marina y del ejército, estos últimos pertenecían al regimiento de infantería voluntarios de la Corona, haciendo un total de 382 plazas. Cuando lo normal, y por ordenanza para un buque de tres puentes, le corresponderían 200. Ese excedente de 182 hombres correspondían a los miembros del Ejército, aunque no se sabe si ese era su número exácto, y que eran utilizados en las labores donde se notaba la falta de marinería, es decir las labores más pesadas, como halar, bracear, artillería.... Hay que decir que esto no era una excepción ya que todos los navíos españoles en Trafalgar iban con exceso de infantes. Aunque el Príncipe tenía 184 marineros, todavía le faltaban 36 para ir acorde al reglamento. Pero al menos la maniobra del buque la tenía asegurada.

Llama la atención, con respecto a las cifras de los otros navíos españoles de tres puentes en dicha batalla, el alto número de artilleros del Real cuerpo de Artillería de Marina a bordo. En concreto embarcaron 107, cuando el siguiente en mayor número era el Santa Ana con 86 o el Trinidad con 69 hombres. Incluso por ordenanza le sobraban 32 hombres. Más llamativo todavía era el número de Artilleros de mar (de preferencia y ordinarios) que hacían un total de 172, cuando el mancionado Santa Ana se quedaba en 98 y el Trinidad (con 136 bocas de fuego) a duras penas pasaba del centenar de individuos. Es decir, mientras que otros navíos tenían que aprovechar los pocos artilleros de marina que tenían, para dotar al menos la mitad de sus cañones con estos preciados soldados de artillería entrenados, el Príncipe se podía dar el lujo de poner un artillero de marina en al menos cada cañón de sus tres principales baterías. Es decir, estos hombres, normalmente utilizados como cabos de cañón, podían dividirse en las dos bandas del navío si la situación lo requiriese, sin necesidad de estar al tanto de dos cañones al mismo tiempo, tal y como debía pasar en el resto de buques.

El alto número de la clase de artilleros de la marineria también debió notarse en un aumento de la agilidad y destreza a lo que se tenía acostumbrado por aquellos precarios días en la Real Armada. ¿Esto era debido a que a bordo se encontraba el comandante en jefe de la escuadra española?. Seguramente. Los navíos insignias eran buques extremadamente importantes en una escuadra, y dotarlos de mejores medios que a un navío normal era una garantía de mayor aguante ante el enemigo y poder seguir luchando, con todo lo que eso conllevaba en la táctica y moral de toda la escuadra bajo su mando.

A continuación una relación de todo el material a bordo:

Artillería y municiones.
Cañones de a 36 libras
30
Id. de a 24
32
Id. de a 18
--
Id de a 12
30
Id de a 8
6
Id de a 6
--
Obuses de a 48
14
Id de a 24
6
Carronadas de a.
--
Id de a.
--
Pedreros de a 4
4
Balas de a 36
1.500
Id de a 24
1.600
Id de a 12
1.600
Palanquetas de a 36
480
Id de a 24
512
Id de a 12
480
Saqs. de metralla de a 36
600
Id de a 24
640
Id de a 12
640
Granadas de a 48 cargs.
112
Id de a 24
48
   
Armas, municiones y artificios
Esmeriles
6
Fusiles
150
Pistolas
236
Balas mosqueteras
90
Libras de balas de plomo
1.202
Bayonetas
150
Espadas
236
Chuzos
118
Hachuelas de abordar
118
Granadas de mano
474
Frascos de fuego
30
Camisas de ídem
2
Cohetes de señales
--
Balas de a 8
400
Palanquetas de íd.
128
Metralla de íd.
160
Quintales de pólvora
678 qs. 85 lib.
Granadas de a 48 descargadas
168
Íd de a 24
72
Metralla para obus de 48
300
Id. para los de a 24
180

Llama la atención la enorme cantidad de pólvora embarcada. Cerca de 32 toneladas de este peligroso material. Siguiendo con las características principales del navío tenía las siguientes medidas (en pies de Burgos):

  Pies Pulgadas
- Quilla limpia:
184
-
- Manga:
58
-
- Eslora:
210
-
- Puntal:
29
9
- Plan:
29
-
- Toneladas:
2.453 1/2
- Cala de popa:
27
6
- De proa:
25
2
- Diferencia:
2
4
- Batería al medio:
5
11
- Quintales de lastre en hierro:
9.910
- En zahorra:
3.551

Alimentación y aguada:

- Raciones ordinarias para suministrar a plazas:
1.200
108.000
- Raciones de dieta:
5.400
- Días de agua para 1.200 plazas en:
Toneles
173
Toneletes
81
Pipas
52
Cuarterolas
--

Según el ramo de Inspección, el navío salía de Cádiz con:

Velamen: Tiene el de su dotación de buen uso, y nuevo un trinquete, una gavia, un velacho, un estay de gavia, una mesana, una sobremesana, un fok, un fo-fok y un piti fok.

Jarcia pendiente y de labor: Completa y buena.

Respeto: Todo completo.

Amarras: Tiene las de su dotación. Los cables, tres son nuevos, los demás y los calabrotes de buen uso.

Según el ramo de Ingenieros, el buque estaba estanco de agua y hay seguridad en sus fondos y arboladura. Carenó y forró en cobre enfin de diciembre de 1803 en El Ferrol, y a la salida del arsenal en febrero de 1805 recorrió los trancaniles y cubiertas altas.

Pulse en la imágen para ampliar

  • > Vista interna del Príncipe de Asturias. Como la mayoría de los navíos proyectados por Romero Landa tenía espaciosas baterías y buena estabilidad debido a una mayor manga. Dibujo de elaboración propia. Pulse para ampliar.

Junto con el Reina Luisa y el Santa Ana, el Príncipe era tenido como uno de los mejores navíos de tres puentes que ha tenido la Real Armada y se podía comparar con los mejores de Europa. Era el 1ª clase más moderno que tenía la Armada. Buque fuerte, potentemente armado, buen velero y mejor maniobra a pesar de ser de los mayores buques del mundo. Diseñado por el célebre Romero Landa fue botado en La Habana el 28 de enero de 1794. No es cometido de este artículo relatar su historia, pero si les interesa el particular pueden informarse en el listado de la web.

Pulse para ampliar la imágen

La imagen superior muestra la vista de costado o en su mayor longitud en el sentido de la quilla. Dibujo de elaboración propia. Este era el aspecto que seguramente tenía en octubre de 1805. Si pulsa en la imágen se abrirá una nueva ventana con una animación donde podrá ver el interior del navío.

Gráfico representativo de las bajas del Prinicpe de Asturias en Trafalgar

El gráfico superior muestra las bajas sufridas por la dotación del navío en la batalla de Trafalgar. Es decir, un total de 162 bajas. El 14,19 % de todos los hombres embarcados. Una cifra alta, pero no tanto como otros buques de alguna de las tres marinas participantes, en la que hubo casos terribles, como cifras de más del 50 % de sus tripulaciones llegaron a causar baja. El Príncipe estuvo implicado en varias "melees" pero no llegó a ser rodeado, que es lo que hubiera disparado la cifra de muertos y heridos. Aconsejamos leer el artículo sobre la batalla para ver la actuación del navío.

» Disposición en zafarrancho de combate por cubiertas.

Antes de pasar a ver cubierta por cubierta es conveniente que sepa el significado de algunos simbolos con los diferentes rangos y empleos a bordo. No explicaremos el cometido de cada uno de ellos, ya que está explicado en este artículo:
(Pulse en la imágen para ampliarla en una nueva ventana):

Pulse para ampliar

Por cubiertas Si pulsa en las imágenes se abrirá una nueva ventana con la imágen ampliada.

Las siguientes láminas representan la distribución por cubiertas del Príncipe de Asturias en zafarrancho de combate, es decir con todos los hombres preparados para el combate. Debido a que es imposible saber exáctamente el lugar preciso que ocupaba cada oficial, soldado o marinero nos hemos guiado por la información general existente y por algunos apuntes de las ordenanzas. Además en el libro "The Trafalgar Companion: A Guide to History's Most Famous Sea Battle and the Life of Admiral Lord Nelson", de Mark Adkin y Clive Farmer, hay unos esquemas parecidos que me han servido para ubicar algunos hombres, aunque en ese caso el navío es el Victory con 823 tripulantes. Al Príncipe había que añadirle 318 tripulantes más, lo cual ha sido complicado. Nuestro navío era más grande, más artillado y eso también se nota en el aumento de gente embarcada. Además, la mayoría general es mucho más numerosa que la que tenía Nelson.

¿Porqué tan alto número de hombres en cada cañón?. Al ver más adelante los gráficos por cubiertas nos daremos cuenta del alto número de sirvientes de cada pieza, sobre todo los de a 36 y a 24 libras. Entre 14 y 16 hombres por cañón (aunque los mostramos divididos por dos para servir en las dos bandas). Esto no sólo era debido a que eran los cañones más grandes y costaba manejarlos, sino que de todos esos hombres en combate algunos de cada pieza eran requeridos para otras labores pruducto del propio combate, tales como extinción de incendios, para rechazar o constituir abordajes, retiro de heridos o muertos de las cubiertas, ayuda a la maniobra del buque, para tripular la lancha o los botes, arreglo de averías de todo tipo... o sustituir a los caídos en otros cañones con menos gente. O lo que es lo mismo, de esos 16 hombres que componían el rancho de un cañón, si había que disparar por las dos bandas y si varios individuos eran requeridos a otras comisiones, podíamos estar hablando de entre 6 u 8 hombres, en el mejor de los casos, sirviendo un cañón de a 36 libras. Algo que se notaría en la cadencia de tiro de forma más que preocupante. De ahí que las primeras andanadas fueran las más rápidas y mortales. Al cabo de un par de horas la cosa cambiaría bastante.

Toldilla.

Pulse para ampliar la imagen

La toldilla en caso de combate quedaba reservada para el menor número posible de hombres, ya que era una zona muy peligrosa por estar muy expuesta al fuego enemigo. El guardamarina que protegía la bandera tenía que estar obligatoriamente en su puesto, acompañado por un pequeño grupo de infantes de marina, normalmente granaderos del mismo cuerpo. Además estaba el oficial de señales y los artilleros de los 6 obuses de a 24 libras. Los marineros representados tenían su comisión en el palo de mesana. Algunos infantes de la toldilla también subían a la cofa de mesana como tiradores o para lanzar granadas si el buque enemigo se acercaba a tocapenoles. Suponemos que no sería un puesto de combate muy solicitado, por el peligro, pero para el Guardamarina que le tocaba el honor de guardar la bandera si salía vivo era algo que le reportaría mucha satisfacción personal, y sobre todo, a ojo de sus superiores ganaría muchos enteros. Apróximadamente podía haber unas 72 personas en esta cubierta, contando con los marineros que trabajaban en la arboladura.

 

Alcázar y castillo de proa.

Pulse para ampliar la imagen

El alcázar era el puesto de mando en combate. Donde se encontraba el comandante del navío (en este caso el brigadier don Rafael Hore), con varios oficiales de guerra y oficiales de mar que se encargaban de pasar sus órdenes a los demás subalternos. Por supuesto sobresale la figura del teniente general don Federico Gravina, acompañado de la mayoría general, encabezada por su mayor general, el jefe de escuadra don Antonio de Escaño, con la cohorte de oficiales ayudantes, aunque es posible que muchos de estos oficiales tuvieran que desempeñar en el transcurso del combate las labores propias de un oficial de guerra para sustituir a algún oficial de marina caído en combate.

El capitán de navío don Tomás de Ayalde era el segundo en la mayoría, aunque también ejercía como segundo comandante del navío. Algo excepcional tratándose de un capitán de navío, cuando lo normal era que los segundos comandantes de navío fueran capitanes de fragata. El capitán de fragata del Príncipe lo hemos colocado en su puesto en el castillo de proa, con varios oficiales de marina y de mar como enlaces. Para evitar que un mismo disparo matara a los dos principales mandos de un navío se solían situar separados, el comandante en el alcázar y el segundo en el castillo. El alcázar estaba algo más resguardado gracias a la toldilla, que hacía de parapeto al menos por la popa. Acompañando a todos esos oficiales se encontraban los marineros de mayor y trinquete, listos a desempeñar su labor en las alturas, supervisados por los contramaestres y guardianes que hacían cumplir las ordenes de los oficiales. Infantes de marina se parapetan tras las batayolas para hacer fuego de fusilería y protección frente a hipotéticos abordajes, y otros subían a las cofas para hacer de francotiradores. Algunos marineros podían ocuparse del disparo de los pedreros o esmériles allí emplazados. En esta cubierta los soldados de la artillería de marina son escasos y normalmente se ocupan de las punterías de varias piezas. Esto era debido a que eran más importantes en las cubiertas inferiores. Estaban también los artilleros de las 20 piezas que había, entre cañones y obuses. Apróximadamente podía haber unas 213 personas en esta cubierta, contando con los marineros que trabajaban en las arboladuras del palo mayor y trinquete.

 

Batería alta.

Pulse para ampliar la imagen

Llegamos a la primera de las baterías de cañones siguiendo nuestra ruta hacia el interior. En este caso piezas de a 12 libras. Con una dotación de unos 12 hombres (6 al disparar a dos bandas). Además hay un buen número de grumetes que se encargan de suministrar la cartuchería, o balería en caso de necesitarla. Además hay media docena de pajes, que se ocupan de dar agua a los artilleros, vigilar los rescoldos encendidos o las peligrosas pavesas desprendidas en cada disparo y apagarlas. Un teniente de navío, o de fragata, mandaba cada batería, mientras otros oficiales subalternos se ocupaban de dirigirlas por divisiones, correspondiendo a cada oficial varios cañones para su supervisión, donde debían estar atentos de verificar que los fuegos fueran donde ordenara el jefe de la batería, tenían que velar para que ningún hombre abandonara su puesto o preocuparse de que no se acumulara o disminuyera la cartuchería de forma peligrosa. Como en las demás cubiertas en el transcurso del combate algunos sirvientes de cada pieza serán llamados para otras comisiones, tal y como indicábamos anteriormente. Apróximadamente podía haber unas 205 personas en esta cubierta.

Batería media.

Pulse para ampliar la imagen

Segunda batería, con cañones de a 24 libras, servidas por 14 hombres (7 en caso de disparar a dos bandas). Esta batería era de las más importantes en combate, ya que en caso de mala mar y tener que cerrar las portas de la primera batería, tenían que proporcionar todo el fuego pesado. Era importante que estuvieran servidas por artilleros de marina de forma prioritaria, aunque en este caso, como ya dijimos, el Príncipe de Asturias tenía artilleros de marina de sobra. Gracias a la gran cantidad de soldados de batallones de marina y del ejército estos eran muy utilizados como sirvientes de cañón. Al igual que en otras cubiertas había infantes de marina vigilando cada escotilla, para que no hubiera peligrosos atascos de gente llevando cartuchos, y para que nadie intentara huir a cubiertas menos peligrosas. Grumetes y pajes hacen las mismas labores que en la batería precendete. Apróximadamente podía haber unas 252 personas en esta cubierta.

Batería baja.

Pulse para ampliar la imagen

Esta era la batería más espaciosa, la que albergaba los cañones más grandes, de a 36 libras y por tanto la más poblada. La dotación de un cañón era de entre 15 y 16 hombres, que debían dividirse entre dos en caso de combate a dos bandas. En caso de la rotura de la rueda del timón, en la cubierta del alcázar, había que dirigir el navío desde esta cubierta para mover el timón, por eso hemos puesto un piloto y su ayudante. También estaban las bombas de achique situadas aquí. Apróximadamente podía haber unas 306 personas en esta cubierta.

Sollado.

Pulse para ampliar la imagen

En el sollado ya no había cañones, pero era muy importante la labor de los hombres que aquí se encontraban. En los callejones de combate trabajaban los carpinteros y calafates, reparando los agujeros producidos por las balas a la lumbre del agua, mediante tapabalazos los carpinteros aplicaban un rápido remedio provisional a la entrada de agua. Aunque algunos carpinteros tenían que desplazarse a otras cubiertas para reemplazar maderas importantes o hacerse cargo de la arboladura dañada que requiriese de sus servicios. En esta cubierta además estaba la numerosa cola de gente que iba pasando, mano a mano, los cartuchos procedentes del pañol de pólvora hacia las cubiertas superiores. En estas colas, donde no había mucho peligro, podían situarse para ayudar personal no combatiente como cocineros, contadores, mujeres si las había a bordo, enfermos leves,... Las escotillas que iban al pañol estaban vigiladas por soldados de marina, que tenían permiso para prohibir el paso a toda persona, aún siendo oficial, que no estuviera autorizado a bajar a dicho pañol. También estaba el continuo ir y venir de los trozos asignados a recoger heridos y llevarlos a la enfermería. Los pañoles de las velas, jarcia, del herrero, del armero, o del farolero se encontraban también aquí y debían suministrar o reponer los elementos que por el combate iban siendo averiados. Apróximadamente podía haber unas 69 personas en esta cubierta, aunque en constante movimiento la mayoría de ellas.

Bodega.

Pulse para ampliar la imagen

El oscuro y solitario mundo de la bodega albergaba el siempre peligroso pañol de pólvora, donde una serie de hombres escogidos preparaban los distintos calibres de cartuchos para los cañones. Artilleros de marina se ocupaban de las labores más delicadas, mientras que los demás pasaban los cartuchos a la cadena de hombres del sollado. Apróximadamente podía haber unas 24 personas en esta cubierta.

 

© TODO A BABOR. HISTORIA NAVAL