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La crisis angloargentina

Tensión en el Reino Unido al aproximarse la entrada en vigor de la zona de guerra en torno a las Malvinas

Andrés Ortega

Estas son horas de tensa espera en el Reino Unido, aguardando a las gestiones del secretario de Estado Alexander Haig en Buenos Aires y a la entrada en vigor esta próxima madrugada de la zona de guerra en torno a las Malvinas. Dos declaraciones de habitantes de estas islas -una pidiendo la evacuación de la población y otra solicitando que el Reino Unido renuncie a las Malvinas- han producido cierta confusión en Londres.

En una carta de quince altos funcionarios británicos de las Malvinas, entregada el viernes en la Embajada británica en Montevideo, se pide al Foreign Office que nombre una potencia protectora para la evacuación de la población de las islas antes del inicio de las hostilidades. El gobernador británico de las Malvinas, Rex Hunt, declaró en Londres que ésta no es la opinión de la mayoría de los 1.800 habitantes. Por su parte, otro destacado malvinense. Edmund Carlisle, hermano del ex ministro conservador de Educación, fue incluso más lejos, pidiendo a Margaret Thatcher que entregara las islas a Argentina,Los corresponsales de The Times y The Daily Telegraph en Buenos Aires informiban ayer que las autoridades argentinas estarían dispuestas a retirar sus tropas de las islas si el Reino Unido renunciaba a su soberanía. Este tipo de información ha de ser recogida con cuidado, a la espera de los esfuerzos de conciliación de Haig.

El Gobierno británico, reiteró ayer Margaret Thatcher, no negociará hasta que se retiren las tropas argentinas y, en cualquier caso, pretende avanzar por la vía diplomática desde una posición de fuerza, militar y política. El embargo de la CEE a las importaciones argentinas fue recibido en Londres como un gran triuinfo diplomático.

Se supone que el Superb y otros tres submarinos británicos áe propulsión nuclear serán utilizados para arirmar la zona de guerra de doscientas millas alrededor de las Malvinas, que eniira en vigor a las seis de la madrugada del lunes, si no triunfan antes los esfuerzos diplomáticos. Se entiende que los submarinos británicos darían a los barcos argentinos un aviso para evacuar su tripulación antes de hundirlos, una práctica común durante la segunda guerra mundial.

La orden de ataque

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La decisíón de atacar será tomada desde Northwood (Reino Unido), donde el control de las operaciones está centralizado en el almirante sir John Fieldhouse, comandante en jefe de la flota y antiguo capitán de submarino. El Ministerio de Defensa ha avisado a los navíos mercantes que tengan cuidado en la zona de guerra.

Los submarinos británicos se encontrarán con dificultades. Entrenados para luchar cóntra la Unión Soviética en aguas más profundas -en la zona de las Malvinas varían entre 130 y doscientos metros-, son más ruidosos que los sumergibles diesel de Argentina. Sus métodos de detección también podrían fallar en las aguas turbulentas próximas a la desembocadura del río de la Plata.

El Ministerio de Defensa británico, anunciando un silencio total sobre las opcioiles militares en las Malvinas, detalló la composicíón de su destacamento naval, que contará con quince buques de guerra y doce navíos auxiliares. No se mencionan los submarinos ni el destructor Exeter, que partió diez días atrás de Belice.

El destacamento naval se centrará en los portaviones Invincible y Hermes, equipados con aviones Sea Harrier y helicópteros Sea King, de los que también disponen los argentinos. Estos cuentan además, a bordo de su portaviones Veinticinco de Mayo, con veintidós aviones Skyhawks, de una autonomía de vuelo de 2.000 kilómetros, bien superior a los 450 kilómetros de los Harrier. En total, los argentinos tienen 68 de estos aviones, además de veintidós Super Mirage 3 y veintiséis Dagga.

Los portaeronaves británicos van acompañados de un buques de asalto, el Fearless, de 11.600 toneladas, con helicópteros Wessex y lanchas de desembarco, dos crilceros ligeros (Antrim y Glamorgan)-, tres destructores (Sheffield, Glasgow y Coventry) del tipo 42 -de los que los argentinos disponen de los comprados el año pisado al Reino Unido-, tres fragatas tipo 21 (Arrow, Alacrity y Antilope) y dos del tipo 12 (Plymouth y Yarmouth), además de las dos superfragatas Broadsword y Brilliant.

Cuatro petroleros, con un total de 35.500 toneladas, acompañztn a tres buques de reavituallamiento y cinco de desembarco. Frente a esta fuerza, los argentinos cuentan con nueve destructores, tres fragatas, un buque de asalto, siete patrulleros, ocho buques pequeños y cuatro submarinos, dos de los cuales están equipados con torpedos alemanes SS-4, superiores a los de los buques de superficie británicos Mark 4 Tigerfish, dicen los expertos. La superioridad no es obvia en ninguna de las partes, donde proliferan los mismos tipos de misiles Exocet, Sea Cat, Sea Dart o Sea Wolf. Después de todo, la inarina argentina es una de las ms britanizadas del mundo.

La mayor flota nunca reunida por un sólo país desde la segunda guerra mundial tardará todavía unos diez días en llegar a las Níalvinas, repostando antes en la isla de La Ascensión, adonde llegan aviones Nimrod, de reconocimiento a distancia. Un desembarco !británico en las Malvinas resultiría difícil frente a 6.000 argentinos.

Oficialmente los británicos no han precisado cuántos hombres formarán su destacamento, aunque en él participan marines, paracaidistas, artilleros e ingenieros. Con cierto retraso, el viernes zarpó el buque de línea Canberra -uno de los cinco barcos mercantes requisados-, con 2.000 soldados á bordo. Entre ellos se encontraban varios de los marines que resistieron la invasión argentina de las Malvinas

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