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Amigos de ocasión

Los futbolistas han sufrido un revés del que tardarán en levantarse. No se puede jugar fuerte, plantear una huelga en un momento muy delicado, y luego echarse atrás. La solidaridad de que habían hecho gala anteriormente ha quedado por los suelos ante las razones personales de siempre: miedo a perder el pan con las presiones de la patronal.Si la convocatoria de huelga se hubiese mantenido a principlo de temporiida, sin tantos intereses en jueiyo como ahora, a falta de tres jornadas para decidir el título, la UEFA y los descensos, otra cosa habría sucedido. Pero a los amigos se les ve en las ocasiones.

La AFE, Quino, no midió su poder de captación en una situación límite y ha comprobado que la generalidad de los profesionales del balón, a los que ha defendido siempre en sus reivindicaciones, justas casi todas, no merecen sus sudores. No debe seguir.

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Pero lo más triste es que todos se han puesto a los pies de unos caballos presidenciales, cuyos jinetes, casi sin razón, sin conceder nada, sin dar la cara y a punto de forzar un show lamentable de encuentros desproporcionados, aprovechando las esquiroles ganas juveniles, han conseguido en bandeja de plata no sólo ganar tiempo, sino un triunfo casi popular. Por primera vez, ante las derrotas, los aficionados podrían no volverse a los palcos. Curioso y capcioso triunfo.

* Este artículo apareció en la edición impresa del sábado, 10 de abril de 1982.

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