No se puede adivinar el futuro. Menos en política y menos aún en la Argentina.

Pero la conjetura es un instrumento válido para suponer qué es lo que puede suceder y las acciones del presente están determinadas por lo que se cree va a suceder. En el caso concreto de 2014 que se inicia, ante todo es un año sin elecciones. Pero ello no quiere decir que no sea un año político. Es que las elecciones presidenciales de 2015 y la pugna por la sucesión de la presidenta Cristina Kirchner serán la cuestión política dominante en 2014.

Durante el año no se irán definiendo, pero sí perfilando, candidaturas posibles.

La teoría política dice que la segunda parte de un segundo mandato cuando no hay reelección es políticamente difícil.

Por eso en la política estadounidense, a este período se lo denomina el lame duck, que traducido al castellano es el pato herido. Es que el poder comienza a estructurarse en perjuicio de quien está gobernando y en beneficio de quienes podrían sucederlo.

Si se ha perdido la elección legislativa previa de medio mandato, este período puede hacerse más difícil, como en alguna medida puede suceder en la Argentina.

La economía juega un rol relevante. La experiencia argentina muestra que el riesgo cuando se entra en este tipo de período político, es perder el control de la economía.

Evitar la combinación de debilidad política con dificultades económicas es posiblemente el desafío más importante que tiene por delante la presidenta Cristina Kirchner en el corto plazo. Pero quizá sea en los próximos meses el factor social el que marque los tiempos, tanto a la política como a la economía.

El final de 2013 ha mostrado que es en este campo donde se encuentra el imponderable, es decir lo que no puede calcularse o ponderarse. La evidencia de ello ha sido la combinación de la tercera ola de saqueos de la historia contemporánea, con la huelga policial más extendida que se haya registrado y una escalada de reclamos salariales en el ámbito gremial, que presiona sobre la economía. En la Argentina siempre hay sorpresas, pero es lo social donde hoy parecen tener más posibilidades de concretarse.

Para las decisiones empresarias, el escenario es una combinación de la incertidumbre que genera un año de transición como será 2014, con el horizonte positivo que puede generar un cambio de ciclo político a fines de 2015. Habrá quienes se retraerán, percibiendo que el escenario no será fácil, pero también habrá quienes decidirán tomar el riesgo, apostando al cambio en el mediano plazo de políticas que en los últimos tiempos no han promovido la inversión.

Para el sector inmobiliario en particular, quizá la pregunta es si el peor momento ya pasó y en consecuencia hay que ponerse en movimiento para no perder las oportunidades que se abren, o si es mejor mantenerse expectante hasta que quede resuelto este interrogante.

En la mirada social, la realidad es que la Argentina tiene un déficit de viviendas de varios millones de unidades y quien acierte con la fórmula para resolver este problema, no sólo tiene una gran oportunidad de negocios, sino que al mismo tiempo contribuirá a solucionar uno de los problemas cruciales que afectan a la sociedad argentina..