En una década, el kirchnerismo consolidó el rol de la Secretaría de Inteligencia como órgano de control político de los "enemigos" y de verificación de la lealtad de los propios, pero no logró modificar las relaciones de poder dentro del organismo, sumido en disputas internas, a veces al filo de la ley, que se han vuelto cada vez más visibles
Por Gerardo Young | Para LA NACION Comentarios0