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Punto de vista

La infinita promesa de lo que queda por hacer

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Por   | Para LA NACION

 
 

En una democracia, a los gobernantes se los encumbra por un tiempo determinado. Al presidente, por ejemplo, se le confiere el mandato popular por cuatro años, eventualmente renovable por otros cuatro. No se lo contrata para que haga un trabajo diciéndole que se vaya cuando lo termine. Nunca se sujeta el contrato a la obra realizada. La cosa, más bien, es como si el pueblo dijera: "Mire, queremos que usted nos gobierne durante los próximos cuatro años y haga en ese lapso todo lo que prometió; si lo hace bien, lo reelegiremos por otros cuatro, y listo; después contrataremos a otro".

Aunque la idea parece bastante sencilla, el kirchnerismo cree, o finge creer, que las cosas funcionan de otra manera. De allí que una de sus frases favoritas, a menudo agitada para estimular a los creyentes en las tribunas proselitistas, sea la de que falta mucho por hacer.

¿Falta mucho para qué? ¿Para completar qué cosa? ¿Hay un final? ¿Y qué sucederá cuando se lo alcance? Uno podría pensar que, entonces sí, el kirchnerismo aceptará la eventualidad de que aparezca otro gobierno. Pero no: la arenga de la faena pendiente, esa de que todavía falta mucho por hacer, siempre aparece combinada con un grito de guerra: ¡ni un paso atrás!

Cristina Kirchner lo repitió el miércoles pasado en Santiago del Estero. Para que nadie la acuse de plagio, ella podrá argumentar ignorancia. "No hablo ruso", dirá. Ni shagu nazad , ni un paso atrás, era lo que decía Stalin en 1942. Claro, la Unión Soviética de entonces ofrecía tan pocos puntos de contacto con la Argentina de 2013 como el Ejército Rojo con La Cámpora. La orden del dictador, por cierto, no tenía vínculo con la administración de las jubilaciones en el Cáucaso ni con la pertenencia al Estado de Aeroflot. Estaba referida a la batalla de Stalingrado, una de las más sangrientas de la historia de la humanidad, en la que murieron más de dos millones de personas. Stalin estimulaba con esa frase el coraje de los comandantes rusos que enfrentaban a las tropas nazis y los persuadía no sólo con la palabra, sino -eficacia comprobada- con pelotones de fusilamiento.

Si hay una traspolación, el papel del ejército invasor, al parecer, ahora le corresponde a esa hedionda amalgama de la "opo" y la "corpo" que pretende revertir las conquistas alcanzadas.¿Por qué ni un paso atrás? Lo explicó la Presidenta: porque fueron "muchos los dolores que pasamos para llegar a esto". De los plazos constitucionales, los cuatro, los ocho, o incluso los doce años (república matrimonial mediante), ni jota. En todo caso, el tiempo K se mide por décadas. Va una, dicen que todavía falta otra.

Menudo problema. Los voceros oficiales explican que Cristina Kirchner jamás habla de su re-reelección, lo cual prueba que ésta no existe (ya se verificó con otros temas, como la inflación y la inseguridad: para la Casa Rosada lo que ella no nombra es un invento de la cadena del desánimo). Pero falta mucho por hacer. No habrá ni un paso atrás. Y el kirchnerismo considera blasfemia la sola insinuación de que alguien que no sea la señora sueñe con una candidatura presidencial.

Acertijo no apto para devotos de la lógica: sólo la Presidenta sabe, y algún día nos lo revelará, qué día termina de hacer su obra..

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