1.- Introducción.
El descubrimiento del paso del Atlántico Sur al Pacífico Océano Pacífico motivó numerosas expediciones españolas para reconocer, cartografiar y estudiar las posibilidades de su defensa, e incluso alguna desgraciada tentativa de colonización. El Estrecho de Magallanes permitía superar la prohibición de navegar hacía las Indias Orientales y las ricas islas de las Especias doblando el cabo de Buena Esperanza, pero como se demostró en numerosas ocasiones, este camino obligaba a cruzar la zona donde se encuentran los mares más tempestuosos y duros del globo, y donde las borrascas se suceden una tras otra durante casi todo el año, aumentando las penurias, las bajas temperaturas de la zona.
Pero también las otras potencias marítimas Europeas se interesaron por este paso, y tanto Inglaterra, como Holanda o Francia enviaron expediciones al Estrecho de Magallanes, la mayoría de ellas con la finalidad corsaria de saquear las ciudades españolas de la costa del Pacífico.
En este artículo se recogen las principales misiones extranjeras al estrecho, desde su descubrimiento hasta finales del siglo XVII, según se narran en la Parte II del libro “Relación del último viaje al Estrecho de Magallanes de la Fragata de S.M. Santa María de la Cabeza en los años de 1.785 y 1.786”, que se conserva en la biblioteca del Real Observatorio Astronómico de la Marina de San Fernando (Cádiz), y que fue publicado en Madrid en el año de 1.788 en la imprenta de la viuda de Ibarra, hijos y compañía. Por las interesantes referencias bibliográficas y la relativa frescura de las fuentes forman un interesante cuerpo descriptivo, al mismo tiempo que se rescatan, relatos contenidos en antiguas publicaciones encerradas en archivos y bibliotecas.
2.- Expedición de Drake (1.577 – 1.580).
Aprestaron con mucho misterio una Escuadra de 5 navíos (1) y 164 personas, divulgando llevaba destino a Alexandria: confiaronla al Caballero Drake ya rico con lo que había pillado en S. Juan de Ulua (2), a quien ésta y otras expediciones no menos felices elevaron a las supremas Dignidades de la mar, y le adquirieron acaso no con gran justicia mucho renombre. Partió de Plimouth (3) y arribó al mismo Puerto, de donde salió segunda vez (4): avistó el Cabo Cantín, y en Mogador hizo una pinaza con madera que llevaba preparada, reconoció a Cabo Blanco y las Islas de Mayo y Santiago: aquí hizo una presa, de la que retuvo al Piloto y ella se fue a fondo (5): padeció las calmas ordinarias de la línea: llegó a la Costa del Brasil, al Río de la Plata y a dar fondo en el Puerto de S. Julián (6). Aún permanecían los Patíbulos que erigió Magallanes para conservar su autoridad: empleólos también Drake contra Thomas Doughtie (7), que quería amotinarse, y dio nombre de la Isla de la Justicia al lugar de la ejecución: también peleó con los Patagones (8): dio la vela y a los tres días embocó el Estrecho: al siguiente hubo de retroceder por un viento contrario y dar fondo sin saber adonde; pero favoreciéndole después a pesar de la estación, supliendo su dicha por su ignorancia, harto manifiesta en las ningunas noticias que se dan en su Diario y en decir no hallaba fondo en que anclar, le pasó en 17 días, de que no hay otro ejemplo (9), y se halló en el Pacífico. Navegaron en él y se separaron (por una tormenta de 40 días, en que perecieron algunos (10)) del Navío de Mr. Winter, creyendo que embocaría de nuevo el Estrecho, como sucedió efectivamente (11). La casualidad le deparó Islas donde hizo provisión de cuanto necesitaba: saqueó y tomó Valparaíso (12) y otros varios Lugares de la Costa hasta Lima, cuyo Puerto también saqueó (13): se apoderó en la altura de Panamá de Naves Españolas cargadas de tesoros (14) (15): arruinó el Pueblo de Guatalco, y ya saciado de riquezas pensó en dejar este mar para regresar a los de Inglaterra. El miedo de embocar el Estrecho por el O. y ya rico él, de las fuerzas Españolas que suponía reunidas para combatirle, le compelieron a seguir su viaje dando la vuelta al Globo, que fue el parecer común. Emprendió esta navegación, y enmendando el rumbo en 43º N. descubrió una Isla, que por su semejanza con la Inglaterra renovó en ella su antiguo nombre llamándola Nueva Albión: trató con los con mucha amistad con los Salvajes que la habitaban, y entre otras cosas que hizo por tenerlos gratos fue el leerles, aunque de ningún modo se entendían, varios Capítulos de la Biblia. (16). Partió de estas Islas para las de las Molucas: llegó a la de Ternate: de ellas por las Celebes y Java avistó el Cabo de Buena Esperanza antes que otra tierra alguna: reconoció la Sierra Leona, y finalmente, cargado de tesoros (17) y con la gloria de haber dado la segunda vuelta al Globo fondeó en Plymouth con su Navío el Pelícano a los 3 años menos dos días de su partida(18) (19) preparándose a otros viajes no tan prósperos (20).
3.- Primera expedición de Thomas Cavendish (1.586 – 1.588)
La fama y la riqueza que se adquirió Drake con su viaje estimularon a Thomas Candish a emprender otro semejante: armó a sus expensas 3 Navíos (21), que llevaban 123 personas. Partió de Plymouth: tocó en Sierra Leona, y destruyendo una Aldea de Negros ensayó en la Costa de África lo que meditaba en las de América: aportó a las Islas de Cabo Verde: reconoció el Brasil en los 47º: llegó a un Puerto, que llamó Deseado, del nombre de uno de sus buques, y en el que tuvo una refriega con los Patagones.
Partió de él, y barajando la Costa montó los Cabos Blanco y de las Vírgenes: dio fondo, y por una tempestad de más de setenta horas perdieron las amarras. Algunos días después embocó el Estrecho (23): al siguiente tomó a su bordo un Español llamado Thomé Hernández, que era uno de los pocos que sobrevivían a esta fecha. Éste les refirió lo acaecido en toda la Expedición hasta la ida de Sarmiento (24) y añadió, que habiéndose él quedado en la Ciudad de D. Felipe, al cabo de dos meses llegó por tierra la gente de la otra, que contó lo acaecido (25) a Sarmiento. No pudiendo alimentarse todos determinó Biedma, que era el Jefe, volviesen 200 a la primera Ciudad del Nombre de Jesús por si embocaba algún Navío pedirles socorro, quedándose él con los demás pobladores. Pasado este Invierno y entrado el siguiente, a causa de que la gente se iba muriendo de hambre, determinó Biedma embarcarse con 50 que quedaban en dos Barcos que construyó al intento: perdióse el uno en los arrecifes de la Punta de Santa Brígida, y no cabiendo todos en el otro, se volvió Biedma con 20, dejando 30 con Hernández, a que se mariscasen en aquella playa para poderse sustentar. Pasado este segundo Invierno, se juntaron los de ambas divisiones en número de 15 y tres mujeres, pues los demás habían perecido de hambre, y se dirigieron a la primera población, hallando en su transito muchos cadáveres de Españoles. Pasada la Punta de S. Gerónimo descubrieron tres Navíos que venían corriendo un tiempo (eran los de Candish): se hicieron recíprocas señales y en un Batel llegó el Comandante. Oídas estas lástimas quedóse con Hernández, y dijo a los que le acompañaban fuesen a los otros para decirles que allí los esperaba.
Pero llegado a su Navío, aprovechándose del tiempo favorable siguió sin aguardar la dirección del Estrecho. En la Isla de los Patos hizo muy buena provisión de ellos: dio fondo en la Ciudad de D. Felipe, que denominó Puerto de la hambre: hizo agua y leña aprovechándose de la ruina de aquella Población: esperó para tomar su Artillería, ya que no había esperado para salvar sus míseros habitantes (26). Dio la vela y pasó con alguna detención lo que quedaba del Estrecho: padeció borrascas, y en los 45º se le separó un Navío. Tocó en la Isla de Santa María, que fue la primera tierra que vio: aquí se le reunió el Navío separado: proveyéronse de vituallas, y no habiendo podido tomar por la cerrazón a Valparaíso, que era adonde se dirigían, se hallaron sobre el Puerto Quintero (27), donde se mostraron 3 españoles a reconocerles. Quisieron engañarles por medio de Hernández; pero este dijo quienes eran, y se lo ocultó a Candish, por lo que mandó gente para hacer bastimentos con el mismo Thomé Hernández, dándole ocasión de huirse a los suyos, que prevenidos por él dieron sobre los Ingleses matando 12 y prendiendo 9, de los cuales tratándolos como Piratas se ahorcaron seis (28).
Hízose a la vela Candish, y como un fuego devorador corrió toda la Costa, reduciendo a cenizas sin provecho suyo cuantos Pueblos podía. Paita, Puna, la Población de Río dulce, las presas y los Navíos que hallaba en Astillero tuvieron esta suerte. Cortaron la equinoccial, dieron vista a la Nueva España y el Puerto y Ciudad de la Natividad, y varias otras presas tuvieron igual destino: tocó en la Bahía de Santiago y en la punta occidental de la California, donde renovó su aguada: se apoderó después de un combate del Galeón de Manila (29) con buena porción de oro y preciosos frutos: puso en aquella tierra inculta a su miserable equipaje: se reservó al Piloto y quemó el buque: hizo rumbo a las Islas de los Ladrones, que avistó a los 45 días: en el intermedio se le desunió el Almirante para no volvérsele a unir: refrescó en estas Islas: llegó al Cabo del Espíritu Santo en las Islas Filipinas (30), donde también tomó refrescos, ahorcó al Piloto Español diciendo había averiguado que quería hacerle una traición: estuvo en las inmediaciones del Gilolo: dirigióse a Java y de allí dio la vela para la Costa de África, que avistó a 50 leguas del Cabo de Buena Esperanza (31): estuvo en la isla de Santa Elena, en las Azores y en el Puerto de su primitiva salida al cabo de 2 años, 5 semanas y 4 días: soberbio, y no contento con su prosperidad lo que le incitó a repetir otros viajes que no tuvieron tan feliz éxito (32).
4.- Expedición de Merick (1.589).
Andrés Merick, Inglés, salió de Portsmouth con un navío llamado el Plaisir (33), proyectando penetrar por el Magallanes al Pacífico; pero las recias tempestades y los repetidos riesgos a que se vio expuesto en el Estrecho, le obligaron a retroceder y dirigirse a Europa sin haber podido lograr el objetivo de su Expedición.
5.- Expedición de Chidley (1.591). (34)
Juan Chidley, también Inglés, que emprendió la misma carrera, no logró que entrase más que un buque de los de su Escuadra en el Estrecho: este después de muchos contratiempos restituido a Europa naufragó en la Costa de Normandia.
6.- Segunda expedición de Candish (1.591 – 1.593).
Salió Candish con 5 buques e igual intento (35) que la primera vez: costóle 20 días llegar desde Portugal a las Canarias y 27 a la línea, donde casi todos enfermaron: llegó al Brasil y el Piloto de un Navío de que se apoderó dijo estaban en Cabo Frío: tocaron en la Isla Grande a 12 leguas de la Bahía de Todos los Santos, donde se refrescaron: los desordenes que ejecutaron en esta escala, tratándose entre sí como Judíos y Turcos, fueron presagio de lo que les sucedió en adelante. Hubo muchos alborotos: saquearon después la Bahía de Todos los Santos, y de allí se dirigieron al Estrecho. En la altura del Río de la Plata sufrieron una gran borrasca que los dispersó; pero se reunieron en el Puerto Deseado donde se refrescaron de nuevo. Salieron para el Estrecho, le embocaron, y por la contrariedad de los vientos se detuvieron en el Puerto de la Hambre : la padecieron todos, y muchos fríos e indecibles trabajos: y habiendo corrido hasta 50 leguas hacía el Estrecho con mucha mortandad y sin poder desembocar (36), por el motín de su equipaje hubo de volverse al Brasil. Perdió dos buques en esta travesía: se le separó otro en una tempestad dejando solo a Candish: llegó a S. Vicente: se le reunió el buque separado, y después de varias aventuras se fue otra vez, dejando a Candish sus heridos y enfermos, y llevándose consigo los Cirujanos. Llegó Candish a la Isla de S. Sebastián donde hizo aguada: quiso volver al Estrecho; pero su gente toda juró que no lo permitiría: hubo otro motín en que quisieron matarle, y un Irlandés llevó a los Portugueses a la Isla, los que o hicieron prisioneros o dieron muerte a cuantos estaban en ella. Candish aún insistía por volver al Estrecho sin convenir su tripulación: propuso por apaciguarla ir a Santa Elena, y se dirigieron a pesar de Candish a Inglaterra, a la que él en sus circunstancias actuales tenía tanto horror como su Marinería al Estrecho. Estando en el 8º N. hizo su testamento y escribió una Carta que contenía hasta esta altura, y se ignora si llegó a Inglaterra, o si acabó sus días en la mar (37).
7.- Expedición de Ricardo Hawkins. (1.593).
No desistieron de su intento los Ingleses con este contratiempo, antes con el vasto objeto de ir a la China, al Japón, a las Filipinas y Molucas por el Magallanes (38), equipó a su costa Ricardo Hawkins dos Navíos y una Pinaza en Abril de 1.593: el mayor era de 500 toneladas (39) (40) y 32 cañones; pero con tan ruin Marinería, que por ella y los malos tiempos, después de varios desastres en el Canal, le costó 3 meses llegar hasta las Canarias. En las Islas de Cabo Verde perdió por enfermedades casi la mitad de su gente, y habiéndolas montado sufrió un gran peligro, porque errada su estima por causa de una corriente que le aconchó en la Costa estuvo para estrellarse en la Guinea. En las inmediaciones de la línea perecieron muchos de escorbuto, y esto y los vientos contrarios dio lugar a muchas murmuraciones. Hacia mediados de Octubre empezaron a tener buen tiempo: avistaron el Cabo de S. Agustín, tomaron un Puerto en la Costa, en donde le requirieron partiese dentro de 3 días, dándole un corto refresco de naranjas para los enfermos. Descubrieron el Cabo Blanco y fueron a la Isla de Santa Ana en 22º 30’ S. donde se refrescaron con varios sucesos. Dieron la vela ya todos convalecidos, y después de un mes de navegación llegaron a Cabo Frío y se dirigieron al Estrecho. En la travesía tomaron a un Portugués cargado de azúcar que iba por negros para el Río de la Plata, y en la altura de este Río y a 50 leguas de él los separó un temporal, de lo que se valió el Capitán del otro Navío para volverse a Inglaterra. Entre los 48º y 49º vieron tierra que no conocieron y a la que no pudieron atracarse. Al fin embocaron el Estrecho y en la Isla de los Pájaros hicieron muy buena provisión de ellos: en uno de sus Puertos recorrieron sus Navíos, y en todo el Estrecho vieron muy pocos habitantes. Salieron al Pacífico, pasaron de largo a Valdivia e Isla de Santa María; costearon hasta los 33º y llegaron a la Isla de Juan Fernández. Entraron en Valparaíso, pillaron los buques que hallaron en su Puerto, y ricos con la carga de oro que entró entretanto salieron para Quintero, Arauco y Pisco, donde estuvieron dados fondo. Aquí les persiguió una Armada dispuesta por el Virrey del Perú compuesta de 6 buques a la orden de D. Beltrán de Castro su cuñado: sobrevino una borrasca y lograron evadirse a favor de la oscuridad de la noche: hicieron una presa de un navichuelo de 100 toneladas y 8 hombres de tripulación estando 50 leguas al N. de Lima: continuaron hasta el Guayaquil y Cabo de S. Francisco, cortaron la línea, y fueron hallados de nuevo por la Escuadra del Perú, sin poder evitar el combate: mientras se preparaban a él no podían ser más los fieros y bravatas de la tripulación Inglesa, y que se les olvidaron al punto, pues al llegar los Españoles quisieron arriar la bandera, no lo consintió entonces el Capitán; pero lo ejecutó después de una honrada defensa dándose prisionero de Guerra (41). Todos fueron muy bien tratados, y Hawkins en Panamá, en Lima, en el Cuzco y hasta en Sevilla donde le condujeron, siempre fue mirado con distinción, por lo que hace elogio de sus vencedores, prometiendo en su Diario una segunda parte de estos acaecimientos, que no ha visto la luz pública (42), y con este escarmiento cesaron en la América Meridional los Corsos de los Ingleses (43).
8.- Expedición de Jacobo Mahu (1.598 – 1.600).
No duró mucho la quietud en estos mares. Los Holandeses, a quien el entusiasmo de la libertad unido al furor de la guerra civil, y a su fanatismo religioso les había rebelado contra su Soberano Felipe II. quedaron privados del comercio con España y Portugal, que era casi el único con que subsistían, y constreñidos a buscar el de Oriente (44), como su Marina distaba todavía mucho de aquel esplendor que necesitaba para auxiliar abiertamente estas Expediciones, fue forzoso que los particulares por empresas clandestinas y caminos extraviados lo emprendiesen. Algunas asociaciones particulares después de inútiles tentativas al N. y de otras a las Indias por el rumbo de los Portugueses, antes de fijar por él su rico comercio, determinaron hacerle por el Magallanes (45).
La primera Escuadra que una de estas compañías equipó la confió a Jacobo Mahu, constando de 5 buques desde 500 a 150 toneladas, en los que iban 547 personas. Dio la vela (46), y el tiempo le obligó a arribar a las Dunas, de donde volvió a hacerse a la mar, y en la altura del Cabo de S. Vicente batió a 4 embarcaciones Inglesas por creerlas Españolas. La ignorancia de los Pilotos, y no haber visto a tiempo la Costa de África, casi les hizo dar en ella: algunos tomaron la Isla de Mayo, y todos fondearon en la de Santiago, donde después de muchas hostilidades salieron sin haber obtenido víveres, llevándose un Barco de 30 toneladas: tocaron en la Isla Brava a este efecto. Murió del escorbuto que reinaba en la Escuadra su General Jacobo Mahu, y le sucedió en el encargo el Vicealmirante Simón de Cordes. Aumentándose el contagio a 3º al S. de la línea, determinaron arribar a Annobon; pero descubrieron la Costa de Manicongo donde abordaron, corrigiendo un error de 120 leguas en su estima: y se les separó para siempre el Barco que tomaron en Santiago, que llevaba 11 hombres: saltaron a tierra y no logrando restablecerse dieron la vela para Annobon, adonde con nuevas hostilidades adquirieron muy pocos víveres. Esto unido a que tampoco les favoreció aquí el temperamento, les hizo dar la vela para el Estrecho, quemando antes cuanto pudieron de la Isla. Aumentando latitud empezaron todos a restablecerse: llegaron a la altura del Río de la Plata, y siguiendo la Costa embocaron el Estrecho (47).
Estando en la Bahía Grande murió uno de los Comandantes, y el duro Invierno les costó más de 100 hombres. Siguieron por el Estrecho, y en la Bahía que llamaron de Cordes trataron con los Patagones: en ella por la estación y falta de víveres padecieron indeciblemente. Partieron, y en otra Bahía de la Costa del S. fundaron una Orden de Caballería para perpetuar la memoria de un viaje tan extraordinario y peligroso, en un Estrecho que ninguna otra Nación había emprendido pasar con tantos y tan grandes buques. Entre varios capítulos que debían observar los Caballeros era uno “Exponer libremente sus vidas y hacer todos sus esfuerzos para que las Armas Holandesas triunfasen en el País en donde el Rey de España sacaba tantos tesoros empleados por tantos años en hacer la Guerra y oprimir a los Países Bajos”. Nombróse esta Orden, el León desencadenado. Partieron de aquí y desembocaron el Estrecho 6 buques, porque habían armado la Chalupa del General como Pinaza. En la mar del S. los separó una tormenta, quedando unidos, aunque en muy mal estado la Fe y la Fidelidad, los cuales después de muchos riesgos embocaron de nuevo al Magallanes, y dieron fondo en una Bahía de él, y sucesivamente en otras, donde continuaron sus trabajos hasta separarse para siempre contra su voluntad, dirigiendose el buque la Fe, que mandaba Sevaldo Vert a la Bahía de Cordes, donde encontró a Oliver Van Noort con su Flota, de que hablaremos después. Siguióle algún tiempo; pero no aguantando su buque de tantos modos quebrantado la conserva de los otros, hubo de continuar el Estrecho hacia el N. y pasados indecibles apuros de desembocarle al cabo de nueve meses de tan penosa demora en estos parajes. Cortaron la línea, después el trópico de Cáncer siempre acortando la ración; llegaron al fin al Canal de la Mancha, y corridos 25 meses de tantos riesgos al Puerto de la salida (48).
El Almirante Simón de Cordes y otro buque llegaron a la isla de Santa María en la mar del S. donde los Indios le mataron y a 23 de su equipaje (49): después uno de estos buques fue apresado en Valparaíso y conducido a Lima (50), y el otro que era el del Almirante, perdido su rumbo, llegó al Japón casi sin gente, de suerte que 14 personas que quedaban le abandonaron, y el último de esta Escuadra fue tomado en las Molucas por los Portugueses (51). Tal fue el destino de la Orden de Caballería que se erigió en los 52º de latitud.
9.- Expedición de Oliverio Noort (1.598 – 1.601).
Casi al mismo tiempo que la antecedente Expedición otra de las Compañías particulares Holandesas equipó una segunda Flota, que constaba de los Navíos el Mauricio, Almirante, el Enrique Federico, Vicealmirante, y dos Yats (52).
El mando el Jefe se confirió a Oliverio Noort (53), y la confianza en el rumbo a Melis, Piloto Ingles, que había ido con Candish. El total de personas ascendió a 248. Salieron de Rótterdam (54) y tocaron en Plymouth, de donde dieron la vela para la Isla del Príncipe. Aquí los Portugueses mataron al Piloto, a un hermano del General y a otros: uno de los primeros orígenes del odio entre estas dos Naciones, que tan caro ha costado al agresor. Noort dio la vela haciendo rumbo al Brasil: entró con sus cuatro buques en el Río Janeiro con intención, que se le malogró, de hacer daño a los Portugueses: salió, y lo avanzado de la estación y la contrariedad de los tiempos le obligó a tomar la Isla de Santa Clara, después de haber sido rechazado de Río dulce: aquí se murieron algunos de escorbuto, y por eso se vio en la precisión de quemar uno de los Yats, y por el temor de la proximidad del Continente a dar la vela para el Puerto Deseado. Allí se refrescó y proveyó con más de 50Ә pájaros Niños y partió para dar fondo en el Cabo de las Vírgenes a los 14 meses de viaje y con pérdida de 100 hombres. Después de 5 tentativas inútiles embocó Noort y el Yat la primera Angostura (55): tuvo un reencuentro con una tropa de naturales de la Costa del Fuego, a quienes mató, tomando consigo cuatro muchachos y dos muchachas: partió a buscar el Puerto de la Hambre, de cuya población no encontró ni vestigios: pasado el Cabo Froward dio fondo en una Bahía, donde se le reunió el Vicealmirante y otro buque Holandés, que era el de Sebaldo Vert., de que se ha hecho mención, y donde construyeron una gran Chalupa. Todos pasaron a Bahía Galante, y en tanto que en una Junta formaban el Plan de sus operaciones en el Pacífico, el Almirante sin orden alguna se puso a la vela. Alcanzosele algunos días después, y en la Bahía que nombró Noort, de Mauricio, hecho Consejo de Guerra, se le dejó en una playa con muy escasas provisiones.
Constando entonces el equipaje de 147 hombres; pero después se le separó la Vicealmirante. Noort reconoció la Costa de Chile: hizo escala en una Isla inmediata: se apoderó de una nao Española de cerca de 60 toneladas nombrada el Buen Jesús: tocó en Valparaíso y quemó tres buques que halló en su Puerto (57): hizo otras escalas en la misma Costa, y puso en libertad al Capitán Ibarra y demás gente de su presa, reservándose al Piloto y a algunos negros esclavos. Este Piloto les dio noticia de toda la Costa hasta Panamá, que se le pagaron tirándole al agua, por no haber descubierto el mucho oro que traía el Buen Jesús de la Isla de Santa María, y que botó antes de entregarse, con otros crímenes que Noort asegura confesó en un largo tormento. La misma presa fue abandonada porque hacía mucho agua. Determinó atravesar a las Islas de los Ladrones y llegó a una de ellas (58), donde se refrescó dirigiéndose a Filipinas. Aquí reconocieron uno que creyeron el Estrecho de Manila, y también fueron reconocidos desde una Canoa por un Español que recelaba de acercarse; pero Noort le aseguró presentando en la borda a un Marinero vestido de Fraile, y fingiéndose Franceses, que tenían comisión del Rey de España para ir a Manila, se procuró abundancia de víveres. Descubierta la ficción dio la vela y tomó la Isla de Capul, última de las Filipinas, donde quemó cuatro Lugares cuyos habitantes no querían proveerle de lo que necesitaba. Desde este punto empezaron a cometer muchas piraterías contra Indios, Españoles y Chinos indistintamente, y determinados de saquear a Manila entraron en su Bahía (59). Armados por el Gobernador dos buques mercantes para defenderse, se apoderó el uno del Yat Holandés; pero Noort después de un terco abordaje, y de un duro combate de un día entero hizo zozobrar el otro Navío, navegando sobre las cabezas de cerca de 200 miserables náufragos, que pedían misericordia (60).
De aquí reducido su equipaje a 48 personas se dirigió a Borneo, en cuyo Puerto entró y se proveyó de bastimentos; pero viendo preparativos hostiles contra él dio la vela. Por un Champán tuvo noticias de Almirante Sevaldo Vert., y confundido para continuar su navegación por la multitud de canales que forman tantas Islas en aquellos mares, usando del derecho del más fuerte, se apoderó de un Junco, cuyo Piloto le condujo a la Isla de Java. Partió, reconoció la Costa de África entre los Cabos Falso y Buena Esperanza: tocó en Santa Elena, y sin suceso notable entró en Rótterdam (62) con su solo buque, y éste muy disminuido de tripulación, sin ningún descubrimiento ni más gloria que la de haber dado la vuelta al Globo (63).
1.602.- Unidas estas compañías Holandesas de particulares dirigieron mientras las Expediciones anteriores, y en este año otras por el extremo meridional del África, hasta que formada su famosa compañía de las Indias Orientales gozó el privilegio exclusivo de estos viajes, haciendo antes de fijar su derrota por el Cabo de Buena Esperanza algunas tentativas por el Magallanes.
10.- Expedición de Spilberg (1.614 – 1.617).
El Almirante Spilberg, Alemán al servicio de Holanda, que ya había mandado otra Expedición a las Indias Orientales, emprendió su viaje (64) con 6 Navíos armados por la compañía, de 1.400 toneladas el que él montaba, y el de su Vicealmirante de 1.260: pasó las Islas de Cabo Verde y sus bajos, y avistó la Costa del Brasil, en las inmediaciones del Janeiro hicieron su aguada y pasaron por las armas a algunos que se querían levantar con un Yat. Recorrió la Costa hasta San Vicente donde hizo una presa que quemó, y en adelante tuvo hostilidades con los Portugueses. Hízose a la mar y en el Río Gallego dio fondo: se separaron en las inmediaciones del Estrecho y unidos ya tuvieron mal tiempo, que no retardó el dar fondo en el Cabo de las Vírgenes. Los Comandantes resistían pasar el Magallanes y eran de opinión que desde allí se hiciese rumbo al Cabo de Buena Esperanza. Embocaron no obstante cuatro buques (65): pasado el Cabo Froward asegura que vio un canal o Estrecho, por el que se descubría la gran mar, y que a no haberse separado el Yat le hubiera hecho embocar creyendo que se hallaría en la mar de Chile. Se reunieron todos en la Bahía de Cordes y adelante notó otro pasaje al S. que no tomó por no contravenir a las órdenes que llevaba de seguir por el Estrecho sin buscar nuevos pasos. Desembocáronle ponderando esta fortuna y lo peligroso de tal navegación. Reconocieron la Costa de Chile y dieron fondo en una de las Islas inmediatas y después en la de Santa María que desbastó toda y quemó sus Poblaciones por la sospecha de que un Español le armaba una zalagarda (66). Dio también fondo en Valparaíso al que pusieron fuego sus mismos habitantes (67). Zarpó de aquí y siguió visitando toda la Costa siempre prevenido por un Barquito Español que avisaba a todos de los movimientos de la Escuadra y mandaba diariamente partes a Lima. De aquí salió un Armamento compuesto de 8 velas, las 5 de 24 hasta 4 cañones y las restantes sin ellos. Juntóse con los enemigos; y después de un combate obstinado de toda una noche y el día siguiente, en él que el ningún orden de los Españoles, la superioridad del cañón Holandés y una calma ocasionó a los primeros la pérdida total de los principales buques (68), que se fueron a fondo, se dirigió Spilberg para Lima, de cuyo Puerto huyó por las baterías de tierra deteniéndose a su entrada. Siguió la Costa, saqueó y quemó a Paita y continuó haciendo escalas para proveerse de víveres hasta anclar en el Puerto de Acapulco (69) y dar en cambio de bastimentos todos los prisioneros que llevaba, y siguió la Costa haciendo desembarcos y hostilidades hasta el Puerto de la Natividad. Resolvieron partir a las Molucas y llegaron a avistar las de los Ladrones, habiendo tenido en la travesía muchas enfermedades y muertes. Proveyéronse de algunos víveres e hicieron rumbo a Manila, en cuyo Estrecho fondearon y con Prácticos del País le siguieron hasta la Isla de Luzón en donde también fondearon y luego en su Puerto (70). Informado de la Escuadra Española que había partido a las Molucas (71) sin esperar la contestación de Manila sobre el canje de prisioneros, se dirigió hacia aquellas Islas aprovechándose de la Monzón con toda su Armada, que aún constaba de 6 buenos Navíos recientemente habilitados y con suficiente número de Marinería y Soldados. Visitando diversas Islas de este Archipiélago llegaron a Terrenate con varias escalas en todos los establecimientos Holandeses que florecían entonces. Hizo algunas presas y supo que la Escuadra Española había vuelto a Manila por la muerte de su General y disminución de sus tripulaciones. Durante su demora en estas Islas no ocurrió cosa notable sino la detención del Navío La Concordia de Horn mandado por Jacobo le Maire por no ser de la Compañía, a cuyo benemérito Capitán además de este agravio, le hicieron la injusticia de no creer su descubrimiento del Cabo de Hornos, y haberle doblado con felicidad. Spilberg con sus dos principales buques dio la vela para Holanda, trayéndose al famoso le Maire, que murió a pocos días. Tocó en la Isla de Mauricio y en la de Santa Elena: cortó la equinoccial y llegó felizmente a los Puertos de su patria (72).
11.- Descubrimiento del Cabo de Hornos (1.615 – 16.16).
En tanto que se ejecutaba este venturoso viaje se logró el importante descubrimiento del Cabo de Hornos, que es preciso apuntar como antecedente de la Expedición Española que siguió (73).
Dos particulares Holandeses, Shouten acreditado Marino, y le Maire famoso Comerciante, con designio de buscar otro pasaje al Oriente, que no fuese el Cabo de Buena Esperanza ni el Estrecho de Magallanes, cuyos rumbos se habían señalado exclusivamente a la Nueva Compañía de las Indias Orientales, armaron un buque en Horn al que llamaron la Concordia, y dando él la vela (74) se dirigieron al viaje ordinario del Magallanes. Siguiendo al S. descubrieron el Estrecho, que llamaron de Maire y a la tierra que le formaba al E. de los Estados, y más al S. un Cabo notable a que dieron el nombre de Horn; navegaron hasta más de 59º de latitud, y seguros de estar ya en el Pacífico, siguieron errantes por él sin saber su situación hasta tocar en la Isla de Gigoló, y en otra de las Molucas, en la que se confiscó el Navío, y se repartió el equipaje en los de Spilberg, como queda referido (75).
12.- Expedición del Caballero Juan Narborough (1.669 – 1.670).
En este mismo tiempo y con designio de entablar una correspondencia con los Indios de Chile emprendió el Caballero Juan Narborough de orden de Carlos III su viaje por el Estrecho de Magallanes. Diósele el mando de un Navío nombrado el Swipstakes de 300 toneladas, 36 cañones y 80 hombres y del Pingüe el Bachiller de 70 toneladas, 4 cañones y 20 hombres: víveres para 14 meses, embarcaciones menores para caza y pesca y 300 libras esterlinas en cuchillos, tijeras y demás bujerías (76) que se creyeron oportunas para aquel comercio. Salió del Tamesis (77): tocó en la Isla de Madera: cortó el trópico de Cáncer: entró en algunas de las de Cabo Verde donde se refrescó: encontró una Flota Portuguesa que iba al Brasil con 36 velas, cuyo Navío Almirante nombrado el Padre Eterno era de 3 puentes de 1.700 toneladas, y llevaba montados 80 cañones. Declaró aquí el objeto de su comisión, y dio Instrucciones a la Pingüe en su navegación hasta el Estrecho pasando él hasta Valdivia , y continuó su navegación, creyéndose inmediato a la Costa del Brasil: pasó la embocadura del Río de la Plata, Cabo Blanco e Isla de los Pingoines y entró en el Puerto Deseado. En toda la travesía disfrutó la tripulación muy buena salud, para lo que recomienda Narborough la sangría al cortar el trópico, y refiere, que para obviar disputas y disgustos al repartir la ración, hacía lo ejecutase uno con los ojos cubiertos sin distinguir al Oficial del Marinero. En el Puerto Deseado encontró una Inscripción de le Maire de la que se apoderó dejando otra: tomó posesión formal de aquel Puerto en nombre del Rey de Inglaterra y después de haber reconocido la Costa Patagónica, el Puerto de S. Julián y sus inmediaciones, se hizo segunda vez a la vela desde el Puerto Deseado para el Magallanes. Pasó el Río de Santa Cruz, el Gallego, el Cabo de las Vírgenes. El frío y los malos tiempos no le permitieron embocar: logrólo en otra tentativa: pasó las angosturas, reconoció las Islas y Cabos, trató con los naturales inquiriendo con mucho cuidado si tenían oro: impuso los nombres que le pareció, entre otros el de la Calle Larga: estimó el Estrecho de 116 leguas y le desembocó (78). Continuó por la Costa en el Pacífico reconociéndola y las Islas adyacentes: trató en algunas con los naturales y en Valdivia con los Españoles: su Gobernador le agasajó y ofreció refrescos engañado de su informe de dirigirse a la China, pero atribuyéndole después otras miras retuvo una embarcación menor con cuatro personas, entre ellas un Teniente de Narborough y un Intérprete. Los prisioneros escribieron a su Comandante que el Gobernador deseaba viniese el Navío para tratar con él; pero aunque les contestó que les iría a sacar con todo su poder, con mejor acuerdo los abandonó dirigiéndose de nuevo al Magallanes. Avistó las Islas que había nombrado de la Dirección, siguió por todo el Estrecho sus reconocimientos sin ver habitantes, entró en el mar del N., siguió su Costa hasta anclar en Cabo Blanco, y luego en Puerto Deseado donde no halló la proporción que apetecía para hacer aguada; y desde la altura de 47º S. hizo rumbo a Inglaterra. Reconoció una de las Azores (79): ancló en Angra, hízose a la mar, y el 26 de junio avistó las Sorlingas, después el Cabo Lezar, y concluyó felizmente su viaje (80).
13.- Expedición del Capitán Wood (1.670 – 1.672).
Wood partió de las Dunas con un Navío del Rey y un Pingüe de conserva (81): siguió su viaje hasta hallarse por los 48º de latitud austral que corrió al N. para buscar a Puerto Deseado, y en tanto reconoció la Costa hasta fondear en él: le registró prolijamente y halló monumentos del viaje de le Maire: tomaron su posesión en nombre del Rey de Gran Bretaña, y dieron la vela para el Puerto de S. Julián, donde llegados pasaron el resto del Invierno continuando sus prolijas y útiles descripciones. La falta de bastimentos le hizo volver a Puerto Deseado hacia el fin del Invierno para proveerse de Pingoines y de Perros Marinos, maravillándose mucho de encontrar allí un Navío de tres palos pintado de encarnado y hecho de junco; por lo que concibió una alta idea de la industria de unos habitantes que imitaban los buques Europeos. La noche del 18 de Septiembre observó el principio y fin de un eclipse de Luna (82). Dirigióse hacia el Estrecho que embocó y las angosturas felizmente: y dio fondo en la Bahía que llamó de Agua dulce: tocó en el Puerto de la Hambre, donde dice que Felipe II construyo Fortalezas para cerrar el paso del Estrecho a las Naciones Europeas, designio tan absurdo como la erección del Castillo de Douvres para servir de llave al Canal de la Mancha.
Continuando su reconocimiento con vientos duros, al O. del Cabo Holandés entró en una Bahía a la que dio su nombre: pasó el Cabo Quade y ancló en la Bahía que llamó del Martes, y desembocó al Pacífico (83), y reconociendo la Costa se dirigió a Chile; pero habiendo hecho inútiles esfuerzos para entablar un tratado de comercio con los Indios y los Españoles, y habiéndose apoderado éstos de mucha parte de su tripulación, receloso de perder el mismo Navío partió precipitadamente en busca del Estrecho para aprovechar la buena estación de embocarle por el O.: le pasó en 18 días, y dirigiéndose a Inglaterra llegó con felicidad (84).
14.- Expediciones de los Filibusteros.
Después de tan gloriosas Expediciones otras harto diversas fueron las que se dirigieron hacia el Estrecho. Aquellas asociaciones de hombres perdidos de todas las Naciones, llamados Filibustiers (85), que declararon la guerra al Mundo entero y le horrorizaron con sus atrocidades, no contentos con infestar los mares del N. desde el año de 1.626, pensaron en ejecutar sus infamias en los del S. haciendo tránsito por el Magallanes. Ya Bartolomé David, Grammond, Laurent, L´Olonois, le Picard, Roc, Vand-Horn, Morgam y otros habían perpetuado la execración a sus nombres, y con acciones siempre temerarias y las más veces felices habían hecho indecibles daños, saqueando las ciudades de Granada, Cartagena y hasta Veracruz en la Tierra firme y muchas de las Islas adyacentes (86), cuando pensaron en hacer la Costa opuesta teatro de sus barbaridades. Varias cuadrillas penetrando por el Istmo de Darién entre sus montes y malezas, y otros siguiendo las piraterías en sus buques se dirigieron al Magallanes. Como el solo vil designio de robar les conducía, nada interesante hay en sus navegaciones , y así como las empresas más atrevidas que ejecutaban en tierra no les atraía el honor, que ellos tampoco buscaban, los peligros marítimos que vencieron no les originaban gloria, ni se sabe el número fijo de los que lograron este arduo pasaje. Los que se han tomado el trabajo de conservar a la posteridad las acciones de algunos de estos Piratas refieren, que apoderados en la Costa de Guinea unos Filibustiers Ingleses, que habían hecho varias presas en las Islas de Barlovento, de un Navío Holandés de 30 cañones se hicieron Forbans (87) y se pervirtieron de tal suerte por innumerables y odiosos crímenes, aún contra los de su misma Nación, que por evitar la caza, que temían como infalible, pasaron del N. al S. por el Magallanes.
Uniéronse aquí por casi 8 meses con otro buque de 28 cañones tripulado por Franceses, Flamencos, e Ingleses; pero rota su inteligencia, sucedió que una mañana al darse los buenos días de buque a buque a la Inglesa, que es estando todo el equipaje sobre cubierta, la Fragata saludó intempestivamente al otro con una descarga completa, matándole al Forman Comandante y 20 hombres, y se separó para siempre. Los que sobrevivieron nombraron por Capitán a David, Flamenco, el cual corriendo la Costa del S. fue hecho Almirante de una Armada de 10 buques de Filibustiers, que pirateaban por aquellos mares. Con sus acciones ordinarias se enriqueció hasta el punto de poseer cada Marinero de su tripulación 8 mil pesos fuertes, y contento con tal ganancia se dirigía a embocar el Estrecho por el S. cuando habiendo perdido en el juego lo que había adquirido por el robo, mudó de intento, y dejando a los que lo habían ganado en el Navío del Capitán Wilnet que después de igual vida regresaba por el Magallanes, él volvió con 23 más a ejercitarla de nuevo, y de nuevo a buscar el mismo paso para el N. ya otra vez rico con sus presas; pero una tormenta que les sobrevino en medio del Estrecho les quitó todo lo adquirido y el buque que les conducía: al cabo de 10 meses de un penible trabajo construyeron un Barco, y aunque muy disminuidos por el hambre y la miseria los más felices llegaron a la Isla de Cayena (88), sin que en estos viajes ni en otros de tal gente, que se emprendieron hacía estos años, ganase la Geografía ni la navegación más que los juiciosos y científicos Diarios del exacto observador y experto Marino Guillermo Dampier y del hábil navegante Cowley, que ambos lograron dar su vuelta al Globo, y de sus resultas abandonaron tan infame género de vida (89) y el primero siguió sus famosas navegaciones australes, pero ninguno pasó el Magallanes.
15.- Expedición de Mr. Gennes (1.695 – 1.697).
Algunos de los Piratas de que se ha hablado, se presentaron en Francia con sus memorias sobre este pasaje, instando uno llamado Macarti a Mr. de Gennes a emprender esta navegación. Presentóse este en la Corte con tan buen acogimiento, que se le dejó la elección de los buques: las personas de la más alta distinción se interesaron en el armamento, y la Juventud Francesa con el deseo de hacer una navegación, que aunque tan frecuentada por Españoles, Ingleses y Holandeses era nueva en Francia, se le presentó a porfía. Mr. de Gennes formó su Escuadra de 6 buques (90), de los cuales los tres de más poder llevaban 46, 32 y 26 cañones, y el equipaje de todos constaba de 720 hombres, con ellos dos morteros y 600 bombas, además de todas las prevenciones necesarias para tan largo viaje, llevando en su compañía Mr. Froger para formar las cartas, y hacer sus observaciones, que después escribió el viaje (91), dio la vela de la Rochela (92): avistó el Cabo Verde: se refrescó en la Isla Francesa La Gorea e hizo en la Costa la guerra a algunos establecimientos Ingleses, apoderándose del Fuerte de Santiago en el Río Gambia; y de los esclavos que tomaron pusieron debajo de la escotilla 50 tan oprimidos que desesperados se ahogaron 34: cortó al Brasil: llegó a la Isla de Santa Ana y al Río Janeiro donde tomaron algunos refrescos: de aquí dio la vela y fondeó en la Isla Grande, de donde se hicieron a la mar dirigiendo rumbo al Estrecho a 40 leguas de la Costa: descubrieron el Cabo de las Barreras, y creyendo otro el de las Vírgenes estuvo para perecer toda la Escuadra: reconocieron éste al fin, y entraron en la Bahía de la Posesión (93): montó el Cabo de S. Gregorio y Puerto de la Hambre, donde trató por primera vez con los habitantes. Dio fondo en el Cabo Froward: detuviéronse algunos días en estas inmediaciones por el tiempo contrario y los fríos, y en tanto pusieron nombre a la Bahía Francesa y al Río Gennes, hasta que empezando a faltar a los Franceses la paciencia y los víveres determinaron en un Consejo de Guerra regresar sin pasar más adelante, y se dirigieron al mar del N. donde llegaron y a la bahía de Todos los Santos: aquí se detuvieron 4 meses: salieron para la Cayena: cortaron la línea y llegaron a su destino: donde quedaron tres semanas; y pagada la gente, en una consumió el cargamento de vino y aguardiente de un Navío que llegó a la sazón, y cuanto había en la Isla de estos dos géneros. Dio la vela pasando por la Martinica y cruzando entre las Islas, y haciendo algunas presas Inglesas, dirigió desde la Guadalupe el rumbo al Puerto de su salida, en donde entró primero un Navío de su Escuadra (94), y después Mr. de Gennes tan falto de víveres, que los últimos cinco días se vio obligado a gastar la azúcar y el cacao de los Comerciantes para hacer chocolate al equipaje, licor que alimentaba lo suficiente pero que no gustaba al Marinero porque le atolondraba (95).
16.- Expedición de Mr. Beauchesne (1.698 – 1.701).
Segunda tentativa hicieron los Franceses con éxito más feliz; pues formada la compañía del S. para establecerse en el Estrecho y demás tierras no ocupadas (96), dispusieron muchos Navíos y gentes, juntándose en la Rochela; pero empezando a faltar los fondos se hubo de vender parte de los Navíos para habilitar a los otros: se licenciaron las Tropas y se despidieron los menestrales; y este armamento que había hecho tanto ruido vino a quedar en dos Navíos de 50 cañones, una Fragata y un buque de 200 toneladas; y la idea de una gran conquista se redujo a un descubrimiento (97). Dióse el mando a Mr. Beauchesne: hízose a la mar (98) , y una tormenta dio al través en la Costa de Nantes con el navichuelo, la Fragata entró otra vez en la Rochela y los dos Navíos no se unieron sino en la Isla Grande de la Costa del Brasil, de donde habiendo esperado dos meses a los otros se dirigieron al Magallanes (99) : como era lo más riguroso del Invierno invernaron en Puerto de la Hambre; y aunque se pusieron más de 80 veces a la vela no salieron del Estrecho por los vientos contrarios hasta después de 7 meses (100). Antes dejaron en Puerto Galante las Cartas que habían prometido a los que siguiesen de Francia (101). Ya en la mar del S. corrieron hasta la Isla de los Galápagos, y después de haber hecho un gran comercio con los Indios de la Costa de Chile, y detenidos cerca de un año, volvió por el Cabo de Hornos que montó con la mayor felicidad: tocó en la Isla de Sevaldo Wert, y regresó a Francia (102) al Puerto de su partida (103).
17.- Conclusiones.
Con la firma de la Paz de Utrecht se interrumpieron las expediciones de castigo de las costas españolas del océano Pacífico, hasta que de nuevo, con la guerra de 1.740, los ingleses reiniciaron sus ataques, como el crucero realizado por Lord Anson que no llegó a cruzar el Magallanes sino que montó el cabo de Hornos. Posteriormente con el perfeccionamiento de las ciencias náuticas se realizaron una serie de expediciones ya con carácter científico y explorador como las de los ingleses Biron (1.764 – 1.766), Wallis y Carteret (1.766 – 1.768) o el francés Bougainville (1.766 – 1.769) y en el siglo XIX los viajes de Robert FitzRoy con el Beagle de Darwin (1.831 – 1.836) y el de George Nares mandando el Challenger (1.872 – 1.876).
Pero en el periodo descrito en este artículo todas las expediciones realizadas tenían un mismo fin, violar la homogeneidad española en el Pacífico, atacar sus puertos y su tráfico, y en la medida de lo posible establecerse en aquellas tierras tan alejadas de los centros neurálgicos del poder español. Afortunadamente, las mismas circunstancias que hacían que para España fuera muy difícil establecer asentamientos al sur del estuario del río de la Plata, impidieron a las otras potencias europeas hacerlo. Pero como podemos ver, la derrota seguida por todas ellas tenía antes de llegar al Magallanes una serie de puntos comunes de recalada, que negados a los buques hubiera hecho muy difícil el paso del estrecho. Entre ellos cabría citar a puerto Deseado (47º - 44’N; 065º - 55’O), donde se refrescaron Cavendish, Van North, Chidley, le Maire, Narborough y Wood, pero donde no se fundó un fuerte español hasta el año 1.780, construido por Don Antonio de Viedma por orden del Virrey Vertiz, aunque solo duró dos años antes de ser abandonado.
Otro punto común fue San Julián (49º - 17’N; 067º -42’O), que tocaron Drake, Spilberg, Narborough y Wood, pero donde no se estableció una colonia llamada Nueva Colonia de Florida Blanca hasta 1.780, colonia que solo duró hasta 1.784. Y hay que esperar a 1.901 para que se fundara la actual Puerto San Julián.