AMSTERDAM.- Máxima comienza a estar "nerviosa". Pasado mañana será un día intenso, agotador. Habrá abdicación, saludo en el balcón, entronización, una fiesta, un largo crucero por Amsterdam, otra fiesta. Y, sobre todo, amanecerá como princesa y se acostará como reina.
Pero el miércoles, cuando Máxima se levante como la nueva monarca de Holanda, poco cambiará en su vida. Tal vez tenga una agenda más completa, pero su rutina diaria y su entorno poco se modificarán por ahora.
"Los cambios en sus funciones serán menos dramáticos que los de Guillermo Alejandro. Él ya pidió que lo dieran de baja en sus cargos como asesor de las Naciones Unidas o como miembro del Comité Olímpico Internacional, porque son incompatibles con su ascenso al trono. En cambio, Máxima puede mantener todos sus puestos y mecenazgos [en la ONU o en los Fondos Orange, por ejemplo]. Eso es porque ella no será más que la reina consorte; el jefe de Estado será él", contó a la nacion Arnout van Cruyningen, historiador especializado en la casa de Orange.
Máxima tampoco tendrá que modificar mucho su carácter, más espontáneo y franco que el de otros monarcas europeos. Eso ya lo tuvo que hacer en 2007.
Ese año, en una conferencia sobre la Identidad de Holanda, la princesa dijo que ella había "visto, oído y probado mucho", pero que nunca había encontrado la "identidad holandesa".
En esa oportunidad, por primera vez, Máxima recibió un aluvión de críticas, incluso de expertos tradicionalmente cercanos a la casa real holandesa.
Afectada por la cantidad de cuestionamientos, Máxima decidió a partir de ese momento ponerse "más en guardia" con sus palabras públicas, según relató ayer el diario NRC Handelsblad.
Equipo de asesores
La futura reina mantendrá, además, a las tres personas que desde que se casó, en 2002, la asesoraron y formaron en la cultura de Holanda y de la casa real: su principal asesora es Pien Zaaijer, ex funcionaria del gobierno; su secretaria personal, Bahia Tahzib-Lie, una abogada experta en derechos de refugiados, y Lieke Gaarlandt, una especie de dama de compañía.
Por ahora, los nuevos reyes tampoco se mudarán. Permanecerán en la Villa Eikenhorst, en Waasenaar, y no se trasladarán, como manda la tradición al palacio Huis Ten Bosch, en La Haya.
Allí, en ese suburbio de la capital holandesa, sus tres hijas llevan una vida "lo más normal posible": van a un colegio público, tienen sus amigas y juegan al hockey en el club HGC, al que Máxima suele ir a alentarlas o incluso a prestar ayuda en el bar.
Probablemente, también mantenga esa costumbre.
En su última entrevista de TV como princesa, dijo que, como reina, mantendrá todos sus puestos en las ONG y buscará el tiempo y la energía para convertirse en "una mejor madre"..
