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Máxima reina de Holanda

Domingo 28 de abril de 2013 | Publicado en edición impresa

El martes, la coronación / Los desafíos de la pareja real

Reyes del siglo XXI: Un nuevo estilo para preservar la monarquía

Por Inés Capdevila | LA NACION

Twitter: @inescapde1    |   
 
 

AMSTERDAM.- Máxima y Guillermo Alejandro de Orange cerrarán, pasado mañana, su primer día como reyes de Holanda con un viaje en barco por Amsterdam. En la última etapa del crucero, los esperarán una orquesta y Armin van Buuren, el popularísimo DJ holandés que rompe rankings en todo el mundo, para interpretar juntos el Bolero, de Ravel.

Será una versión remixada con toques electrónicos de la clásica obra de 1928, destinada a hacer vibrar una fiesta con 15.000 jóvenes. Será tradición e innovación . Y será una metáfora de lo que Guillermo y Máxima quieren para el reinado que inaugurará la nueva generación de monarquías europeas.

Los flamantes reyes llegarán al trono con la intención de modernizar aún más una casa real ya de por sí cercana a la gente. La suya no es sólo una misión; es también una necesidad para preservar la monarquía en momentos en que la incertidumbre se asienta sobre una Holanda que no logra escapar ni de las miserias que golpean a todo el continente ni de la creciente desconfianza de los europeos en sus instituciones.

"¿Tiene futuro en Holanda la monarquía hereditaria?", se preguntó ayer el prestigioso diario NRC Handelsblad en un editorial titulado "Una aventura incierta".

Para hacer más previsible esa "aventura" y para asegurarse de que su hija Amalia reciba algún día la corona, Guillermo y Máxima tendrán que superar dos desafíos. Por un lado, modernizarse sin cometer grandes errores en el camino; por el otro, el rey deberá encontrar su lugar en una dinastía acostumbrada a tres mujeres fuertes y carismáticas -las reinas Guillermina, Juliana y Beatriz, sucesivamente- y a otra con una popularidad sin igual -Máxima-.

Para enfrentar el primer desafío, el futuro rey, que no siempre estuvo seguro de que le gustaría suceder a su madre, comparte un dilema con sus pares de otras monarquías.

"Todas las familias reales europeas tienen hoy el mismo problema: ¿cómo hacer para mantener alta la imagen de una familia extraordinaria con derechos y privilegios extraordinarios? En la era de los medios masivos, proteger esa imagen es muy difícil. Además, tienen otra obligación: actuar normalmente. Como los belgas o escandinavos, los holandeses quieren que sus reyes sean una familia extraordinaria que actúa con normalidad", dijo a LA NACION Han van Bree, experto en la realeza local.

Las reinas Orange siempre se mantuvieron cerca de los holandeses, al punto que dieron forma a la llamada "monarquía en bicicleta" y recibieron, a lo largo del siglo XX, un alto nivel de aprobación. Es decir que Beatriz no sólo le deja a su hijo mayor el trono, sino también unos zapatos muy grandes para llenar.

Guillermo dio la semana pasada, en una entrevista con Máxima, pistas sobre cuál será el estilo con el que buscará blindar a la monarquía de las amenazas que planean sobre otras familias reales, como los Borbones o los Windsor. Será un reinado con los pies sobre la tierra ("me podrán seguir llamando Guillermo"), más informal ("no soy un fetichista del protocolo"), que permitirá el humor en público y tendrá como eje el medio ambiente, un tema que afecta la vida diaria de los holandeses.

El aún heredero al trono marcó así la diferencia con su madre, amable y abierta pero distante, introvertida y estricta en el protocolo. Hay otros puntos en los que Guillermo ya se sabe distinto de su madre, y tal vez no lo quiera ser tanto. Perfeccionista al límite, Beatriz estuvo, a lo largo de sus 33 años de reinado, al tanto de todos los asuntos de Estado más allá de que, por el carácter ceremonial de su cargo, tenga bastante influencia, pero nada de poder sobre ellos.

En su última entrevista, Guillermo advirtió que todos cometen errores y que él también tendrá fallas como soberano. Fue, muy probablemente, su forma de evitar que resurjan las dudas que, hace unos años, los holandeses tenían sobre si su príncipe heredero -al que un escritor local una vez llamó "cabeza de lechuga"- era capaz de suceder a su madre.

El futuro rey necesitará bastante capacidad y su nuevo estilo informal y extrovertido para mantener la renovada popularidad que el entusiasmo por su asunción genera. Pero también para preservar la función más importante de su cargo: ser el símbolo de unidad y estabilidad de una Holanda atravesada por divisiones que no existían cuando su madre fue entronizada, en 1980.

"Empieza una aventura incierta. El país está en un tiempo de confusión. La soberanía ya no es un hecho dado por cierto. Europa gana más poder. Las identidades cambian por influencia de la globalización", advirtió un editorial de NRC Handelsblad.

Esa incertidumbre tiene dos caras. Una es la de un populismo que crece de la mano de Geert Wilders -una especie de Jean-Marie Le Pen holandés- y de su oposición a la inmigración y a la diversidad. La otra es la de la crisis europea, que lentamente se instala en Holanda. La de este país no es la debacle del sur de Europa, donde las calles son una olla a presión y los gobiernos poco hacen para recuperar la confianza. Es una crisis sin estridencias, con sólidas redes de contención, como un abultado seguro de desempleo, pero con una obstinación que, de a poco, se come empleos, el consumo, la prosperidad de décadas. Y el optimismo.

"Lo que esta crisis ha transformado es que la gente ya no confía en que el futuro será mejor que el pasado o que sus hijos vivirán mejor que ellos. El clima en la sociedad cambió", explicó a LA NACION Henk te Velde, historiador de la Universidad de Leiden.

Juntos, el populismo y la crisis empiezan a dejar huellas en una Holanda conocida por su apertura, su progresismo y su tolerancia. Hoy es un país "más introvertido", según lo definió Velde, en el que los holandeses nativos comienzan a recelar de los europeos del Este o de los árabes que llegan en busca de trabajo. Así lo recibirá Guillermo. Y él deberá ser rey de unos y de otros.

"Ése es otro de sus desafíos: los monarcas son monarcas de todos los habitantes de un país, y eso no les gusta ni a las minorías musulmanas ni a los conservadores nacionalistas ni a los euroescépticos", dijo Van Bree.

Para ser el símbolo de unidad de esta compleja Holanda versión siglo XXI, Guillermo cuenta con un arma poderosa: Máxima. El enamoramiento de los holandeses con su futura reina parece a prueba de gaffes y de errores, y permite a la argentina liderar todas las encuestas sobre quién es el miembro más simpático de la casa real.

Sin embargo, esa popularidad puede ser un arma de doble filo. A lo largo de sus 11 años de matrimonio, Máxima le dio a Guillermo, según suele relatar la prensa local, más seguridad en su capacidad de ser rey y hasta lo convenció de que quería serlo. Pero tanta influencia sobre su marido amenaza también con opacarlo, tanto que en su última entrevista de TV, ambos tuvieron que insistir constantemente en que el jefe de Estado será él, y ella sólo su acompañante.

"La entrevista sirvió para dejar en claro la posición de Guillermo en el mapa. Él será el rey. Máxima no será más que el «segundo violín». Ellos tienen una relación muy saludable, hablan y discuten todo", dijo a LA NACION Marc van der Linden, editor en jefe de la revista Royalty.

El martes, el rey y su "segundo violín" comenzarán a encabezar una Holanda que necesita de melodías innovadoras, pero también de unidad.

Particularidades de la coronación

La casa de Orange-Nassau gobierna Holanda desde 1815

  • Un rey después de tres soberanas
    Guillermo Alejandro será el primer rey holandés en 123 años; sus antecesores fueron Guillermo I (1815-1840), Guillermo II (1840-1849), Guillermo III (1849-1890), la reina Emma (regenta entre 1890 y 1898), Guillermina (1898-1948), Juliana (1948-1980) y Beatriz (1980-2013)
  • La primera reina argentina
    Los últimos cuatro monarcas holandeses se casaron con ciudadanos alemanes, hasta la reina Beatriz; así, Máxima se convertirá en la primera reina europea de origen argentino y sudamericano
  • Máxima puede ser regenta
    En el caso de que Guillermo se viera incapacitado para reinar por enfermedad, o falleciera antes de que la princesa Catalina Amalia cumpliera 18 años, su esposa deberá hacerse cargo de la regencia, tal como hizo la reina Emma (madre de Guillermina) en 1890, al fallecer su esposo Guillermo III
  • Los monarcas, sin coronación
    La corona real solamente es exhibida en la ceremonia de entronización, junto al Cetro, el Orbe y la Espada Real; estas joyas fueron confeccionadas en 1840 para la investidura del rey Guillermo II
  • Adiós al Día de la Reina
    Desde 2014, el día nacional holandés será el día del rey y se celebrará el 27 de abril, el cumpleaños del príncipe Guillermo; termina así la tradición de celebrar el Día de la Reina, que data de 1890
  • La heredera
    La hija mayor de los futuros reyes, Catalina Amalia Beatriz Carmen Victoria, será primera en la línea al trono y ostentará el título de princesa de Orange

Residencias reales

La corona holandesa cuenta con varios palacios para la familia

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    La casa familiar
    Tras la coronación, la familia de Guillermo y Máxima continuará en la residencia de Villa Eikenhorst, en Wassenaar, el pueblo en el que viven desde su casamiento y que no quieren dejar por su tranquilidad
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    La futura residencia
    En el momento oportuno, la familia real se trasladará al Palacio Huis ten Bosch, de La Haya, hasta ahora residencia oficial de la reina Beatriz
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