ROMA.-Más allá del alivio por el alumbramiento, finalmente, de un gobierno después de meses de parálisis, a Enrico Letta le espera un futuro complicado. Su flamante ejecutivo nace al cabo de semanas de caos político que dejaron a su partido, el PD, en ruinas.
Las elecciones de febrero pasado, que el PD estaba seguro de ganar después del desastre de Silvio Berlusconi, que renunció en noviembre de 2011 con el país al borde del default, decretaron en los hechos la ingobernabilidad. Si bien el PD logró ganar en Diputados, una remontada milagrosa del PDL de Berlusconi y el triunfo del Movimiento Cinco Estrellas (M5E) del cómico Beppe Grillo, dejaron al país en el limbo, sin ningún partido con mayoría propia en el Senado. El ex líder del PD, Pier Luigi Bersani, recibió el encargo de formar un gobierno, pero no lo logró al rechazar aliarse con el PDL, la única alternativa que tenía, vista la negativa del M5E a aliarse con partido alguno.
Ahora, para evitar nuevas elecciones en las que podría ganar Berlusconi, gracias a la intervención de Napolitano, el PD, el PDL y la Elección Cívica de Monti formarán un gobierno de coalición.
Pero el clima sigue envenenado. Y más allá de que todas las fuerzas políticas saben que es crucial dejar de lado los propios intereses para pensar en el país, en cualquier momento todo podría volver a estallar. Berlusconi, que según sondeos quedó al frente del primer partido del país, podría "desenchufar" y hacer caer el gobierno de Letta en cualquier momento. Aunque, como tiene cuatro procesos pendientes con la justicia, le conviene apoyar al Ejecutivo.
Por otro lado, Letta tiene poco margen de maniobra en lo económico, el tema primordial. Y aunque tanto el PD como el PDL coinciden en culpar a la austeridad de Monti por la dramática recesión del país, habrá que ver qué medidas toman para relanzar la tercera economía de la eurozona, con una deuda pública gigantesca y bajo la lupa de los mercados..
