Si usted es una persona con dificultades visuales, navegue el sitio desde aquí

Política

 
lanacion.com | Las noticias que importan y los temas que interesan

Choque de tren en Once

Sábado 20 de octubre de 2012 | Publicado en edición impresa

El análisis

Un fallo con apellido

Por Diego Cabot  | LA NACION

 
 

Los hermanos Claudio y Mario Cirigliano terminaron finalmente dándole el apellido a la tragedia de Once. Sólo unos pocos funcionarios fueron imputados por delitos menores. Pero hubo uno que salió libre de culpa y cargo. Justamente, para eximirlo se tejió gran parte de la estrategia judicial del Gobierno. Es Antonio Sícaro, ex interventor en la Comisión Nacional de la Regulación del Transporte (CNRT), quien renunció al trascender que había sido ascendido mientras estaba imputado, y ejerce como secretario de Transporte en las sombras.

Ahora el camino está allanado y, seguramente, Sícaro podrá ser nombrado nuevamente, como piensa el ministro del Interior, Florencio Randazzo.

El fallo salió tal cual esperaba el Gobierno. Trabajó, y no sólo judicialmente, para que eso sucediera. Desde aquel arrebato incomprensible, cuando quien debía ser investigado -el Estado- se convirtió en querellante, hasta este procesamiento se movió en silencio. Por pedido de los gremios, se protegió al conductor, al punto de que no quedó procesado. Nunca quedó claro si el sistema de frenos fue accionado o no. Y ante esta duda, se eliminó la relación causal directa de quién estaba al comando de la máquina y se pasó a revisar los responsables objetivos. Dicho de otra forma, se buscó a quienes debieron hacer algo para revestir de seguridad al servicio y no lo hicieron. O en su caso, lo hicieron mal.

Si se recorre esta cadena de responsabilidad, desde el mecánico que revisa y aprueba la salida de la formación, pasando por el dueño de la empresa y hasta el ministro que, en la punta de la pirámide, decide las políticas del sector pueden tener alguna culpa en el hecho. Y ni hablar de los que tenían que controlar que todo funcione como debe ser.

El juez entendió que dos secretarios de Transporte -Ricardo Jaime y Juan Pablo Schiavi- tienen un grado de responsabilidad por no cumplir con los deberes de funcionario público. Ahora bien, el ministro Julio De Vido, inmediato superior de ambos y responsable final de sus gestiones, nada tuvo que ver.

Según el juez, también Mario y Claudio Cirigliano, y Marcelo Calderón, ex presidente de Trenes de Buenos Aires (TBA), entre otros directivos del grupo, tienen responsabilidad por haber dejado caer el tren a ese estado, además de conformar una banda dedicada a delinquir. Pero resulta, al menos, llamativo que el mandamás de la CNRT, órgano encargado de controlar todo lo que sucede en los rieles argentinos, no haya tenido nada que ver con el asunto: Sícaro salió limpio de culpa y cargo.

La CNRT había sido advertida en varias oportunidades sobre los peligros de los trenes de TBA. Este organismo elaboró, a través de la Gerencia de Seguridad en el Transporte, un documento en el que describía el estado de la infraestructura ferroviaria del ramal. El documento (nota 445 del 21 de marzo de 2011), informó al entonces secretario Schiavi que la infraestructura, el material rodante, el sistema de señalización y telecomunicaciones y el tendido de la red eléctrica mostraban serios problemas de mantenimiento.

La nota ingresó en el despacho de Schiavi ese mismo día. Pese a tener facultades suficientes para detener la operación -se las otorga el decreto 1388/96, que establece que puede emitir órdenes para la interrupción de las operaciones ferroviarias, cuando compruebe situaciones de peligro, y emitir órdenes de emergencia que tiendan a evitar dichos riesgos-, la CNRT no hizo nada. Según la lupa de este fallo, Sícaro y su gente nada tuvieron que ver.

Hubo mucho celo en proteger al funcionario clave en la gestión actual de transporte. Tres fuentes consultadas confirmaron que concurre a diario a la Casa Rosada y hay quienes dicen que mantiene allí un despacho. En el radicalismo, varios afirman que la embestida contra Leandro Despouy, jefe de la Auditoría General de la Nación, escondía la necesidad de proteger a Sícaro. El organismo de control, muy crítico con TBA, también cuestionaba fuertemente a la CNRT.

Había necesidad de encontrar algunos culpables. Los Cirigliano, Jaime y Schiavi han dejado de pertenecer a la corte de amigos del poder. Y, como bien sabe el kirchnerismo, para los que no son amigos no hay piedad. Ahora Randazzo podrá liberarse un poco con sus entelequias discursivas para explicar que los trenes, más cerca de ser chatarra que ferrocarriles, están así por las concesiones de la década del 90 y que los casi diez años de gestión kirchnerista nada tienen que ver. Ahora podrá señalar, si desea, algunos culpables más cercanos que tornen sus explicaciones algo más hilvanadas en el tiempo..

TEMAS DE HOY La fragata Libertad en GhanaLa negociación salarialCambios en CubaCaso SoriaInflación
 
  • Comentarios Destacados
  • Comentarios recientes

0 comentarios Destacados y respuestas

 

0 comentarios Recientes y respuestas