Un seguro a todo riesgo

LORENZO CALONGE

Nada hay más indiscutible en el once titular de España que el puesto de portero. Salvo lesión, nadie puede cuestionar a Iker Casillas. El guardameta del Real Madrid vive ajeno a las rachas de su equipo y de la Selección. Sus intervenciones valen partidos y, sin él, España y el Madrid siempre terminarían con menos puntos. El pase a semifinales de esta Eurocopa ha sido la última de sus gestas.

De grandes reflejos y muy acertado en el uno contra uno frente a los delanteros, los penaltis siempre han sido uno de sus flancos débiles. Cuesta trabajo recordar una pena máxima detenida por el guardameta en la Liga. Sin embargo, cuando nadie lo esperaba, frente a la intimidante presencia del portero italiano Buffon, Casillas volvió a dejar una de sus actuaciones memorables. Detuvo dos penaltis y pasaportó a España a las semifinales.

Ese fue su momento más complicado en el torneo. Las semifinales y la final las vivió con más tranquilidad de lo que cabía esperar, lo que habla del extraordinario sistema defensivo de la Selección.

Tercera Eurocopa

Como en todos los jugadores con varios años de experiencia en la Selección, los fracasos en los grandes torneos empezaban a hacer callo y a generar frustración. Acostumbrado a hacer historia con su club, la cita de Austria y Suiza le ha servido para encabezar la generación que dejó a España por segunda vez en su historia en lo más alto.

Ha tenido que ser en su tercera Eurocopa: se estrenó en Bélgica y Holanda 2000, donde fue tercer portero, y cuatro años después fue titular en la decepción de Portugal. Ahora le ha llegado su momento con España, como líder natural de un grupo de jóvenes futbolistas ambiciosos y sin rémoras históricas.