Persuadido de que la fortaleza como local es el pasaporte a la permanencia en la categoría que le costó cinco años recuperar, el Celta se aplica en Balaídos con rasgos de equipo trabajado. Cedió de manera injusta en el debut ante el Málaga, pero ya ha superado a Osasuna, Getafe y Sevilla, caído por segunda jornada consecutiva, frenado en su buen inicio de temporada, y lo que es peor, derrotado sin dejar buenas sensaciones.

Al Sevilla le faltó el vuelo que mostró durante el primer mes de competición, afectado por las ausencias de Medel, Rakitic y Trochowski y por un diseño en la alineación y un posicionamiento que destapaba el flanco zurdo. Por allí muchos podían acudir, pero pocos estaban. Negredo y Babá tapaban la salida del balón, Campaña o Kondogbia basculaban desde posiciones centradas para hacer coberturas.

Lo sufrió Navarro, el lateral, cuando Hugo Mallo y Augusto lograron conectar y armar algún dos contra uno. No fue, con todo, el principal problema de inicio para el Sevilla. Al equipo de Míchel, que vio el partido desde la grada cumpliendo su primer partido de sanción, le sobró verticalidad, valor que siempre se espera que aporte, pero le faltó elaboración y pase. Por ahí cabe interpretar que Reyes, al que el técnico madrileño asigna el rol de mediapunta, comenzara a calentar por la banda a la media hora de juego y saltara al campo tras el descanso.

Para entonces el partido estaba abierto, pleno de trasiego porque si el Sevilla tiene velocistas, el Celta gusta de resolver al galope. Combina bien el equipo que prepara Paco Herrera y hasta resulta vistoso cuando enhebra varios pases, pero como de verdad hace daño es en carrera, cuando es más concreto. Hay intención en el equipo celeste por madurar la jugada en el inicio, pero en cuanto el balón pasa de la medular la querencia de sus delanteros le empujan a todo trapo hacia la meta, sin un delantero referencial, con dos expertos en escaramuzas como Aspas y Park, similares por movilidad y capacidad de desmarque. No es sencillo el trabajo del central ante futbolistas de ese pelaje.

El Celta llegó más con la respuesta que con la propuesta. También lo hizo en la estrategia, con un remate de Túñez que se fue junto al palo tras un córner. Y fue a por el partido al inicio de la segunda parte, minutos en los que además Borja Oubiña mostró jerarquía. El gol llegó en una acción inopinada, un penalti por mano de Maduro al despejar desde la barrera un libre directo de Aspas, que rubricó desde los once metros. Fue sólo entonces cuando Míchel corrigió. Desmontó el trío de mediocentros que había corrido más tras la pelota que con ella y con Manu del Moral encontró presencia y amplitud en esa izquierda que tenía coja. En la puerta del Celta no estaba Javi Varas, que sufrió una luxación de un dedo de la mano en el calentamiento. Su suplente, Sergio, emitió alguna señal de inseguridad, pero cuando le probaron respondió para sacar de la escuadra un testarazo de Negredo que era el empate. Una jugada determinante poco antes de que De Lucas sellara la victoria local.