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Top Five: escenas para saltar de la butaca

Cinco momentos escalofriantes del cine de terror

Por Milagros Amondaray  | LA NACION

 
 

1. ARRÁSTRAME AL INFIERNO (2009, Sam Raimi)

 
Foto: Archivo 

Después de la trilogía de El Hombre Araña, el regreso de Raimi a esas inolvidables bases ( Evil Dead como el caso más emblemático) no lo podría haber encontrado en mejor forma. Nuevamente con el absurdo bien al frente de la historia (la maldición de una anciana cuando se le niega un préstamo), Raimi da rienda suelta a secuencias brillantemente repulsivas, y al mismo tiempo construye climas que funcionan a la perfección cuando llega el golpe de efecto. Ése es el gran logro de Arrástrame al infierno: entregarse al humor, al ridículo, al propósito de entretener sin que eso impida asustar al espectador. Pero, por sobre todas las cosas, está ese trauma que Raimi deja conscientemente (el miedo a los botones) y una secuencia final que pone el broche de oro a una de sus mejores películas.

2. AUDITION (1999, Takashi Miike)

 
Foto: Archivo 

Lo interesante de Audition es cómo Takashi Miike maneja los tiempos narrativos. Todo comienza cuando un hombre viudo acepta la inusual propuesta de un amigo: hacer un casting para una película con el propósito, en realidad, de encontrar una nueva mujer para su vida. La encuentra en Asami, una hermosa joven, sencilla e inteligente. Luego, uno cree que Audition perderá el rumbo porque no empiezan a suceder hechos demasiado notables. Al menos no hasta ese giro, hasta esa tortura que desafiará los límites del espectador. Vuelvo al comienzo: el manejo del tiempo narrativo es lo que hace que Audition sea magistral. Porque todo está configurado para que creamos que no pasará nada destacable hasta que eso que sucede termina siendo más horroroso de lo que podríamos haber imaginado. Entonces, no es casualidad que el protagonista sea una suerte de representación del espectador. Abajo les dejo la escena, advirtiendo a quienes no tienen preferencia por los films de tortura que, obviamente, se abstengan de verla:

3. ZODÍACO (2007, David Fincher)

 
Foto: Archivo 

En una de las grandes películas de David Fincher, seca, ascética, libre de manierismos (en oposición a, por ejemplo, La habitación del pánico ), el director cuenta a través de tres puntos de vista la búsqueda del asesino ("del zodíaco") que aterrorizó San Francisco desde fines de los 60 hasta mediados de los 70. Más allá del ritmo con el que se cuenta la investigación, hay dos escenas (las de los asesinatos, justamente, si no mencionamos otras) que son escalofriantes y que revelaron una nueva faceta en Fincher. Una de esas secuencias es la del inicio de la película (acompañada por "Hurdy Gurdy Man" de Donovan, ahora indefectiblemente asociada a este prólogo) y la otra, la que aquí sumo al conteo, donde en pleno ámbito bucólico se da paso a una crudeza que hiela los huesos.

4. LOS PÁJAROS (1963, Alfred Hitchcock)

 
Foto: Archivo 

"No hay terror en el golpe sino en la anticipación", dijo una vez Alfred Hitchcock, siempre abordando el género con esa aseveración como leit-motiv. Por algo sigue siendo considerado el maestro del terror y por algo, fundamentalmente en el caso que nos ocupa, la manera en la que nos va llevando a ese "golpe" (que aquí sería el ataque de los pájaros) es más importante que el golpe mismo. Esto se evidencia en numerosas escenas, pero les dejo aquella que, en mi opinión, refleja esos conceptos de Hitchcock y que se convierte en una lección de cine de pocos minutos, con esa entrada a la casa, la caminata y la cámara que va revelando lentamente la tragedia, hasta llegar a su momento culminante.

5. SAFE (1995, Todd Haynes)

 
Foto: Archivo 

Pocas películas me resultaron tan perturbadoras como esta obra independiente del por entonces no tan conocido Todd Haynes ( Velvet Goldmine , Lejos del paraíso ). Safe no es una obra de terror per se , pero el género está siempre latente. El horror proviene de lo desconocido, de las enfermedades que podemos contraer y cuyos síntomas nos cuesta explicar, verbalizar, transmitir al otro. Esto le sucede a Carol ( Julianne Moore, perfecta, como siempre), una mujer de clase media alta con una vida cómoda, un matrimonio estable, escasos sobresaltos. Sin embargo, un par de situaciones de aparente intrascendencia le provocan un malestar que ni su médico de cabecera ni su psiquiatra pueden definir con precisión. La acumulación en Carol de migrañas, falta de aire, palpitaciones y tos va enrareciendo al espectador en el proceso, mientras que Haynes configura una suerte de parábola sobre la indefensión humana ante el medioambiente y su degradación constante. Una película imprescindible, donde el horror no pasa por la profusión de sangre sino por las amenazas invisibles y el efecto que tienen no solo sobre nuestro cuerpo sino también, y especialmente, sobre nuestra mente..

¿Qué escena del cine te resultó más escalofriante?

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