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Viernes 21/09

Qué hacer cuando tu hijo no quiere ir más al colegio

Si tus chicos alguna vez te sorprendieron con esta idea, no te pierdas esta nota en la que varios especialistas nos ayudan a entender los posibles motivos y nos dan herramientas para salir airosas de este tipo de situaciones

Foto: Archivo
Por Verónica Salatino


¿Cansancio? ¿Falta de motivación? ¿Víctimas de bullying ? ¿Problemas sociales? Los motivos pueden ser variados, pero lo cierto es que, a veces, los niños regresan de la escuela con un planteo: "No quiero ir más" . Y ahí, el desconcierto se suele apoderar de los padres que no saben si se trata de un capricho pasajero, de una situación grave a la cual deberían atender con urgencia o de un síntoma más de rebeldía propio de la edad. Lo cierto es que todo es posible. Según la licenciada en Educación Gabriela Gamallo, directora educativa de Diálogos Emprendimientos Educativos , las razones pueden ser variadas: "Depende de la edad, porque los motivos pueden ser muchísimos y hay que analizarlos muy individualmente pero, a grandes rasgos, podríamos decir que un chico puede no querer ir al colegio porque se aburre, porque no se siente a gusto con el colegio o porque tiene dificultades vinculares en su familia y no quiere despegarse de su mamá".

Por su parte, la psicopedagoga Silvia Figiacone, directora de NeuroEduca , analiza: "Creo que habría que diferenciar entre aquellos que quieren abandonar por completo la asistencia a clases y aquellos otros que, por motivos que no necesariamente tienen que ver con el colegio, no quieren ir, sin que por eso piensen en dejar", dice la especialista.

Así, entre los primeros, están los que quieren dejar simplemente porque no les gusta el colegio, o sienten el peso del esfuerzo y las actividades que demandan responsabilidad. "Abandonar el colegio puede ser algo atractivo para un chico que vive el futuro como algo inmediato y tiene dificultad para sostener el esfuerzo y postergar hacer aquello que quiere. En estos casos, la clave está en la pauta parental que sostiene o facilita este tipo de conductas y refleja, asimismo, negligencia o abandono en relación al cuidado del chico que no está en condiciones de tomar por sí mismo una decisión que puede influenciar el resto de su vida", dice Figiacone. Pero, además, la especialista advierte sobre algunos casos en los que los chicos se inician en el consumo de sustancias o que, tal vez, padecen déficit de atención y fracasan sostenidamente en el ámbito académico. En tanto, también están quienes desarrollan fobia escolar.

"Se resisten a ir al colegio, lloran, se angustian, expresan que ir a la escuela les produce sufrimiento y se niegan categóricamente a ir", explica la directora de NeuroEduca y profundiza: " Existe actualmente cierto consenso acerca de que la fobia escolar no es una fobia en sí misma, sino la expresión de algunas problemáticas psicopatológicas que desde lo comportamental toman la forma de rechazo a ir a la escuela. Los chicos que sufren trastornos de ansiedad, que padecen patologías de espectro autista, depresión y otros que sufren hostigamiento dentro de la escuela pueden, por diversos motivos, rechazar el ir a la institución". Cualquiera sea el motivo, el licenciado en Ciencias de la Educación Elías Halperín (director general de Diálogos Emprendimientos Educativos), propone pensar en todas las situaciones posibles donde el chico se mueve, pero sin engancharse directa o fácilmente con uno solo. "Se pueden encadenar varias cosas. Pensar en un motivo excluyente para los adultos es el camino más fácil y, en general, con los chicos no suele ser así .Hay que pensar en todos los escenarios posibles y, a partir de ahí, detenerse. Por supuesto, hay que mantener la exigencia de que el chico siga yendo al colegio, aunque no quiera. Nosotros muchas veces vamos al trabajo sin ganas. Eso forma parte de la vida".

Qué hacer

Ésta es, tal vez, la pregunta más difícil de responder. Gamallo, al igual que Halperín, piensa que lo primero que se debe hacer es no buscar una causa única y atarse a ella. "Lo mejor es poder plantear la situación con otros para que, entre todos, podamos pensar: el colegio, la terapia individual, la familia. La generalidad de los padres tendemos a defender a nuestro hijo a capa y espada y atacamos a un fantasma que es el otro que hace que mi hijo no quiera ir a la escuela. Y quizá es así, pero antes hay que reflexionar porque a veces las causas son muy distintas", dice la especialista. Así actuó Silvana Caputo (37), madre de Laureana (12) y Patricio (9) cuando su hija mayor le planteó que no quería seguir asistiendo a clases.

"Cuando Laureana tenía 9 años, un día salió llorando de la escuela y planteó que no quería seguir yendo. Me preocupé mucho. Justo habían entregado la foto que se hacen todos los años y los compañeros la cargaban porque salía gorda. Los chicos, a veces, son muy crueles. Así que fui a hablar con la directora del colegio y le comenté el problema. Ella hizo un acta y, además, conversó con los chicos que la cargaban a mi hija. Juro que a mí se me partió el alma, pero la seguí mandando. Por suerte, con la intervención de la directora de a poco todo empezó a fluir".

Pero, incluso antes de esto, hay algo más que podemos hacer por nuestros hijos, para evitar llegar a esta situación. "El sostén de la actividad escolar exige esfuerzo y dedicación por parte de los chicos, así como también apoyo y seguimiento por parte de los padres. Padres que desvalorizan la asistencia a clases tienen hijos que, por imitación y aprendizaje incidental, la desvalorizan a su vez. Revisar nuestros dichos y acciones relativas a la comunicación con la institución escolar, nuestros comentarios en la mesa,nuestras opiniones acerca de lo que significa y vale la educación formal puede ayudar a comprender mejor el planteo de un chico", dice Figiacone. Y suma: "Los padres son los primeros y últimos responsables de la asistencia de los chicos al colegio. Cuando esta responsabilidad disminuye o se posterga, el abandono del aula es más fácil de conseguir y sostener. En este sentido, trabajar como padres para que los chicos cumplan responsablemente con la asistencia a clases es una tarea diaria".

Más allá de esto, cuando el conflicto está planteado, la recomendación es reunirse y entrevistarse con los docentes y autoridades escolares, además de averiguar también con otros padres qué les pasa a los compañeros de tu hijo. "Si tienen computadora, es recomendable que se fijen qué les pasa a los chicos en sus mails. Eso sí, hay que hacerlo como adulto y no como alcahuete", advierte Halperín. Y continúa: "Si es un tema que amerite, es recomendable acudir a terapia. Pero el primer paso es mirar. Hay una vieja canción de Piero que dice: ‘Las cosas se cuentan solas, sólo hay que saber mirar’. Siempre me acuerdo de eso cuando miro a los chicos, porque hay cosas que no están diciendo, que hay que saber mirar para entender qué está sucediendo alrededor y algún indicador va a aparecer".

Entre aquello que se cuenta solo podríamos incluir algunos síntomas que, según la directora de NeuroEduca, pueden presentarse: "Los chicos que tienen alguna patología del desarrollo que facilita el deseo de no ir a clase suelen presentar dolores de cabeza o de panza y los padres muchas veces son llamados de manera reiterada por el colegio para que retiren a su hijo que no se siente bien. Cefaleas y dolor abdominal son los síntomas más frecuentes" . Por supuesto, cambiar al chico de colegio muchas veces es una chance, pero nunca debería ser la primera ni la única posibilidad. "Aun pensando en la peor de las hipótesis, que es que el chico cayó en un grupo complicado, la solución más fácil es sacarlo y ponerlo en otro colegio. Ahora, ¿la vida es eso o es tratar de solucionar las dificultades y afrontar lo que nos toca? La verdad es que antes hay que ver qué está pasando, porque si no vamos a generar un chico que cada vez que se encuentre con una dificultad va a huir", dice Gamallo. Por lo tanto, lo importante es no desesperarse sino ocuparse y, sobre todo -y como siempre-, predicar con el ejemplo.

 
 
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