El presidente de Rusia, Borís Yeltsin, aseguró ayer que "sólo el presidente representa hoy en Rusia la autoridad legítima" tras el apoyo popular a sus reformas dado en el referéndum del pasado 25 de abril. No obstante, el líder ruso dijo que no tenía intención de disolver el Congreso de los Diputados, elegido antes de la desaparición de la URSS en 1991, pero añadió que esa legistura hostil a sus reformas debe desaparecer una vez aprobada la nueva Constitución.
El primer ministro de Canadá, Brian Mulroney, de 54 años, presentó ayer por la tarde su renuncia, ocho años y medio después de haber asumido el cargo, según anunció el presidente del Partido Conservador, en el poder, Gerry St. Germain. Esta decisión está destinada a permitir a su partido elegir a un nuevo líder, en un momento en el que el Gobierno canadiense atraviesa un momento difícil y cuando se acerca la fecha de las próximas elecciones al Parlamento de Ottawa, que deben celebrarse, lo más tarde, en noviembre.
La esposa serbia del 'premier' canadiense
Los años de languidez de la ONU pueden darse por terminados si los siete grandes más la URSS se ponen de acuerdo en ello en Londres. El propósito, según fuentes de la organización de la cumbre iniciada ayer en la capital británica, es convertir a la ONU en "el perro guardián de la paz mundial". Un perro guardián que, si fuese necesario, podría enseñar los dientes. Y usarlos.
La cumbre de los siete grandes (EE UU, Japón, Canadá, Reino Unido, Francia, Alemania e Italia) promete dejar a Mijail Gorbachov con la miel en los labios. El plan de reforma económica que el presidente soviético presentará oficialmente el miércoles en Londres no va a suscitar más que palmaditas en la espalda y el consejo de profundizar en él: la ayuda en serio quedará- supeditada a futuros avances en la liberalización económica y política que, mientras llega, irá precedida simplemente por ayuda técnica. Moscú se ha resignado a ello y ya habla de que esto "sólo es el principio de un proceso muy importante".
El presidente soviético, Mijail Gorbachov, sólo obtendrá buenas palabras de los siete países más industrializados del mundo cuando se reúna con ellos el miércoles, al término de la cumbre de Londres. Por si quedaba alguna duda, los jefes de Estado francés (François Mitterrand) y norteamericano (George Bush) lo dejaron ayer muy claro: no habrá un cheque en blanco. Bush señaló además que es prematuro hablar de posibles ayudas en metálico y que no espera que los siete adopten decisiones al respecto, sino sólo que desbrocen el camino.
La cumbre celebrada ayer en La Martinica francesa entre los presidentes de EE UU y Francia, George Bush y François Mitterrand, respectivamente, ha puesto de relieve dos cosas: una luna de miel sin precedentes entre París y Washington desde el final de la Segunda Guerra Mundial y, al mismo tiempo, la existencia de enfoques completamente diferentes para abordar la solución del conflicto árabe-israelí, en particular el contencioso palestino tras la victoria militar aliada en la guerra del Golfo.
Francia no dará el menor paso que pueda dificultar las actuales gestiones del secretario de Estado norteamericano, James Baker, para intentar encontrar una solución al problema palestino. François Mitterrand se lo confirmará hoy a George Bush en la reunión consagrada a Oriente Próximo que los dos presidentes celebrarán en la isla caribeña de La Martinica. El presidente francés está dispuesto a prolongar al máximo lo que llama "solidaridad franco-norteamericana en los combates del Golfo".
Quebec no tomará ninguna decisión sobre su futura relación con el resto de Canadá hasta que una comisión de expertos nombrada para analizar las opciones abiertas a la provincia francófona tras el naufragio del acuerdo constitucional de Lago Meech termine su trabajo en febrero. En todo caso deberá tener en cuenta "la seguridad económica" de Quebec.
El primer ministro canadiense, Brian Mulroney, exhortó ayer a sus conciudadanos a "cicatrizar sus heridas" y a mantener la unidad de Canadá tras una grave crisis constitucional que puede afectar seriamente el futuro M país como Estado unitario. Al mismo tiempo, Mulroney, que se declaró "profundamente decepcionado" por el naufragio de un acuerdo constitucional que reconocía "el carácter distinto" de la provincia francófona de Quebec dentro del Canadá anglófono, advirtió que "los acontecimientos debían ser juzgados con la debida perspectiva".
ENVIADO ESPECIAL, El partido conservador canadiense, bajo el liderazgo del primer ministro Brian Mulroney, obtuvo una histórica victoria en las elecciones generales celebradas el lunes, centradas casi exclusivamente en las ventajas y los inconvenientes que para el futuro económico del país y para la salvaguardia de su identidad cultural tendría el acuerdo de libre cambio con Estados Unidos. La sólida mayoría parlamentaria de los tories permitirá a Mulroney llevar adelante, desde el próximo 1 de enero, el proyectado desarme arancelario con EE UU, que dará origen al mercado común más importante del mundo industrializado. El Partido Progresista-Conservador obtuvo 171 escaños, frente a 82 el Partido Liberal y 42 el Partido Nuevo Democrático (NDP). Votó el 74% del electorado.
Los canadienses eligen hoy el 34º Parlamento de su historia, tras una agresiva campaña en la que el gran tema de discusión ha sido el polémico acuerdo de libre comercio con Estados Unidos, firmado por el Gobierno conservador del primer ministro Brian Mulroney y que es rechazado por la oposición de liberales y de neodemócratas. Aunque los últimos sondeos dan clara ventaja al partido conservador en el poder, el pequeño porcentaje de indecisos puede, sin embargo, determinar no sólo el color del próximo Gobierno canadiense, sino si el proyectado mercado común norteamericano sigue adelante a partir del próximo 1 de enero o queda en papel mojado.
Mínimo compromiso de los 'grandes' para vigilar sus economías e impedir la recesión
El ministro italiano del Interior, Oscar Luigi Scalfaro, confirmó ayer la existencia de campos de entrenamiento de terroristas en territorio libio, mientras el ex canciller austriaco Bruno Kreisky afirmó que tenía "pruebas plausibles" de que Libia no estuvo implicada en los últimos atentados terroristas de Roma y Viena. Pero por encima de otras polémicas, prevalece el consenso, expresado ayer por la primera ministra británica, Margaret Thatcher, de que cualquier tipo de represalias militares contra el régimen del coronel Muammar el Gaddafi tendría consecuencias exclusivamente negativas.
Brian Mulroney -el chico de Baie Comeau, como le denominan afectuosamente sus paisanos de la provincia francófona de Quebec- ha iniciado en esta capital un maratón de conversaciones con sus colaboradores más allegados y los nuevos diputados del Partido Conservador Progresista, que culminarán la próxima semana en la formación de un nuevo Gobierno en Canadá. El principal problema de Mulroney ahora es cómo administrar su victoria, con la cuestión de Quebec como telón de fondo y factor decisivo a integrar en su política.
Brian Mulroney, un abogado de 45 años hijo de un electricista, ha llevado a su partido a la mayor victoria conservadora de la historia política de Canadá. Los datos hablan por sí solos: de un total de 282 escaños en la Cámara de los Comunes, el Partido Conservador Progresista de Mulroney ha conquistado 211, frente a sólo 40 los liberales, hasta ahora en el poder, 30 los neodemócratas, y uno de los independientes. Como titulaba ayer un periódico de Montreal, "la escoba tory (conservadora) ha barrido Canadá". Por contraste, los liberales de John Turner han sufrido el mayor descalabro de su historia, aunque, contra todo pronóstico, el primer ministro saliente consiguió la victoria en su distrito de Vancouver-Quadra en la Columbia británica.