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Un ‘Macbeth’ del Celtic de Glasgow

El esperado montaje de Àlex Rigola abre el festival Temporada Alta de Girona

Una de las brujas de 'Macbeth' del montaje de Rigola. / DAVID RUANO

Llega el esperado Macbeth de Àlex Rigola y lo hace envuelto en los ropajes que caracterizan los montajes del director: los personajes, micro en mano, lucen camisetas del Celtic de Glasgow en lugar de las libreas de los nobles escoceses de la tragedia de Shakespeare, las brujas se cubren con máscaras de Micky Mouse y la música no es de cuernos de guerra, tambores ni gaitas, sino extractos de Twin Peaks, la serie de David Lynch a la que a ratos el director alude. Añádase que el famoso bosque andante de Birnam del final de la obra está compuesto aquí de árboles de Navidad. El espectáculo, con la traducción al catalán de Salvador Oliva, se titula Mcbth, ¿una forma de conjurar la mala suerte tradicional que arrastra la pieza y que hace que muchos la denominen prudentemente sin citarla “la tragedia escocesa”? “En parte”, ríe Rigola. “También porque aunque es una adaptación muy fiel, la hemos reducido a la médula de personajes y solo seis actores, Joan Carreras (el protagonista), Alicia Pérez (su mujer Lady Macbeth), Lluís Marco (Duncan), Míriam Iscla (Macduff), Oriol Ginart (Malcom) y Marc Rodríguez (Banquo)”.

El Macbeth de Rigola abre el festival Temporada Alta e inaugura la nueva sede de El Canal, centro de artes escénicas de Salt/Girona. Más tarde se verá en el Teatre Nacional de Catalunya (TNC), que es coproductor. El director explica su aproximación: “Para nosotros es una obra que habla de la relación entre el deseo y la ética, de lo que estamos dispuestos a saltarnos, sabiendo que hacemos el mal, para conseguir lo que queremos”. Rigola reflexiona que hay una ética inherente a todo ser humano, la que condena el asesinato, por ejemplo, y sobre la que generalmente no hay duda, pero que el caso de Macbeth también ilumina otras situaciones. “En estos tiempos todos los partidos políticos se ponen por encima de la verdad para conseguir sus objetivos, hemos aceptado tácitamente que se puede mentir en política. Y también que podemos atravesar las líneas de la ética en nuestro provecho en otros momentos de la vida; todos los hemos hecho. Macbeth invita a reflexionar acerca de qué sucede entonces. Una vez que traspasas un umbral, como hace él, solo cabe una huida hacia adelante, derrumbando otras barreras, lo que te aleja cada vez más de la felicidad que perseguías con el primer acto transgresor”.

Rigola ha planteado su montaje como un thriller. “En el fondo lo que hay es un asesinato y el miedo de los criminales a que se los descubra. Al mismo tiempo, hay una parte misteriosa en la obra que es lo que la hace tan especial. Las brujas, por ejemplo, no eran entonces los seres infantiles de hoy, sino que se las tenía por bien reales e infundían pavor —por eso se las quemaba—. En Macbeth hay una representación de los misterios de lo desconocido que envuelven el dilema moral y la trama política y digamos policiaca”. Rigola se pregunta —y esa es una clave de su montaje— hasta qué punto todo lo extraño de la obra no sucede en la cabeza de Macbeth.

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