Gorrazos
El panorama resulta desolador al comprobar que las cajas andaluzas han quedado difuminadas al unirse a conglomerados de mayor envergadura, lejos del territorio
Nada más conocerse que Unicaja superaba el test realizado por la consultora Oliver Wyman, Griñán lanzaba el siguiente mensaje en Twitter: “Quienes por localismos salieron a buscar socios financieros fuera, verán que tenían en Andalucía la mejor sociedad posible: Unicaja”. Todo un toque de atención a los rectores del resto de cajas andaluzas que optaron por integrarse en entidades foráneas como fueron los casos de Cajasol, CajaGranada y Cajasur. En efecto, han de darse por aludidos por estas palabras de Griñán y con las que, implícitamente, venía también a lamentarse del fallido proyecto de crear un sólido grupo financiero andaluz bajo el liderazgo de la caja presidida por Braulio Medel.
Tan anhelada meta no ha sido posible y el panorama resulta desolador al comprobarse cómo dichas cajas han quedado difuminadas al unirse a conglomerados de mayor envergadura, lejos del territorio, antes que sumarse a la vecina con sede en Málaga. Pero el reproche habría que extenderlo, igualmente, a toda la clase política que propició esta salida en favor de los localismos más recalcitrantes y, por supuesto, a la propia Administración andaluza que fue incapaz de enjaretar un proceso coherente de fusiones. Una crítica de la que tampoco deberían escapar los agentes sociales, patronal y sindicatos, lastrados por la defensa numantina de sus intereses respectivos.
En todo caso, mayor cuota de responsabilidad cabe imputar a los socialistas, compañeros de Griñán, que se aferraban a su terruño cada vez que se hablaba de integración regional. En concreto, a los de Sevilla y Granada les daba poco menos que urticaria con sólo pensar en la hipótesis de incorporarse a una caja con sede en la capital malagueña.
En plena discusión para llevar a la práctica la estratégica idea de dotar a Andalucía de un sistema financiero propio, se recuerdan ahora palabras de un destacado dirigente socialista granadino confesando que si propiciaban la unión de la caja granadina con Unicaja “serían corridos a gorrazos por toda Granada”. Esa situación no se ha llegado a dar y los granadinos se han quedado sin su caja y, por supuesto, sin poder dar gorrazos a nadie, tal es el desistimiento habido en esta parcela de la política de dicha provincia. No tienen ni caja propia y, ni siquiera, responsables políticos que den la cara por tamaño dislate.
Otro tanto se puede decir de los socialistas sevillanos. Cajasol cayó en manos de la Caixa en una operación que le va a venir de perlas a los adquirientes para descatalinarse un tanto. Eso, y que Antonio Pulido mantiene el control de la Fundación Cajasol, pueden hacer que compensen en algo a esta comunidad. En cuanto a lo de Cajasur, no tiene parangón. No hay responsabilidades que reclamar. Los eclesiásticos que la llevaron al desastre total hasta los ascendieron. O sea, nada de gorrazos.
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