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Ejemplo

Publicado: 05.10.2012 | 14:11

-Mirá, ma, viste, te hice un dibujo hecho con amor. Para vos.

-Ay, está hermoso. Gracias, China.

-Para que te lo lleves a tu trabajo.

-¿En serio? ¿Para mi trabajo? Para el blog.

-Sí, para el blog.

Y en eso recordé que todavía no le había mostrado la foto de Rapunzel -de su cuadrito- que había subido el lunes a este espacio. Entonces me levanté y me senté frente a la computadora, mientras iba diciendo:

-Ah, mirá, Chi, no te mostré... Uh. Me parece que no hay conexión ahora...

-Pero no importa, mami. Me lo mostrás después –y a los segundos- Hay que relajarse, hay que tranquilarse ... -Y sí, quería que siga pintando (a su lado).

"La amo", pensé. "Tan chiquita y tan lorito de su madre".

Luego, un par de minutos después, frente a una protesta de Lupe por algo que yo había pintado, la niña le explicaría:

-Dejala porque mamá dibuja lo que quiere. Y yo también dibujo lo que quiero. Y vos también. Y toda la gente dibuja lo que quiere. Porque toda la gente hace lo que quiere. Así es la vida (siempre remata con "así es la vida", mi nena).

¡Espero estar siendo ejemplo de ello!

Y ahora sí, termino esta semana de militancia maternal (marido por fin volviendo de viaje), después de una mañana de mucho ajetreo.

Las quiero. ¡Que disfruten y descansen!

Bienvenidos los pensamientos sin filtro, libres, espontáneos, sueltos.


Hecho con amor

¿Volada?

Publicado: 04.10.2012 | 11:21

Que soy demasiado volada, ¿vos decís? ¡Ojalá pudiera! Sí, entiendo que eso sea lo primero que alguien concluye de los escritos que a diario escribo... como modo de SUPERVIVENCIA.

Voy a hacer bien explícito el con-texto de mis posteos. Hace 5 años que soy madre. Hace 3 casi que soy madre x 2. Más un matrimonio, con lo difícil que es sostener una convivencia en el tiempo. Más una economía atada con alambre en un país con un nivel de incertidumbre... ya saben. En un mundo que se cae, y se levanta, y sigue, y tiene que seguir, otra no le queda.

Y un trabajo, oh, sí, un trabajo por el que me pagan para que respire (un rato). Para que me reencuentre con la que alguna vez fui, con la que quiero seguir siendo, después de haberme pasado limpiando culitos con mierda, lavando cabecitas, revisando esas mismas cabelleras para despiojarlas, cargando a upa con 3, 5, 8, ahora 15, 17 kilogramos, vistiendo esos cuerpos inquietos, tironeándolos para que se pongan una puta remera, cocinándoles arroz, papas, cortándoles las uñas, dibujándoles casitas, nenas, mariposas, flores, pintándoselas, enseñándoles a cuidar una resma de papel y que le dure un poco más de una hora, agarrándolas de las alturas cuando se trepan, repitiéndoles 20 veces las cosas, soportando sus llantos, a veces gritándoles, sosteniéndolas para que se limpien las manos, cepillándoles sus dientes, enseñándoles a escupir. Terminando de emperifollarlas y trasladarlas en una avenida, agarradas de la mano, que no se alejen, que no se tiren al piso, deteniéndome a comprarles un chocolate, una golosina... esto por nombrar sólo algunos de las fotos cotidianas más ligeras, porque también están las otras, las menos amables (basta que una se descuide para que aparezcan).

Ah, sí, tener el cuerpo de tu hija en medio de una convulsión, traslados en taxi de madrugada con la nena que tose y se ahoga, gritos desesperados cuando una taza de té hirviendo le quema el brazo... entre otras situaciones OLVIDABLES con las que una también lidia en esta faceta.

Si tuviera tiempo y más dinero quizás volvería a una terapia (como ejercicio de poner en palabras lo que vivo). En el mientras tanto y porque disfruto haciéndolo, voy escribiendo funcionalmente. Ojalá pueda volarme un rato después de tanto arrastre... mágico. Mágico, sí, los niños son maravilla en polvo, son un pecho expandido que te da sentido... pero implican un TRABAJO.

Y ni menciono los quehaceres domésticos, las clases que te obligan a quedarte hasta la 1 AM, los desarrollos de programas de tevé, las notas imprevistas, dar una mano con la Cooperadora (cuando queda un hueco).

Dada la circunstancia, que sigo eligiendo, ¿quién no quisiera volarse un rato con un escrito? ¿O profundizar, o buscarse, o reflexionar o reírse de sí mismo?

¿Se entiende el planteo? :-)

Y dicho esto, a votarse. Se viene la votación de primavera. Dos comentaristas como máximo por cada uno. Más no vale. Y por favor, justifiquémonos.


Señoras Expectativas

Publicado: 03.10.2012 | 10:51

Lo dije ayer y lo repito: cómo me gustaría liberarme (de mí misma) de una vez y para siempre, y no como me sucede, que necesito hacerlo y repetirlo, no a diario pero sí con frecuencia, como un soldado. Me siento una sargentita de la liberación. Presa de esta disciplina.

¿Cuántas confesiones, cuántos bastas, cuántos hartas serán necesarios para quedarnos sin filtro, livianos, juguetones como los chicos, de una puta vez y para el resto de nuestra vida?

¿Cuántas veces más me comeré esos personajes de mujer seria y solemnidad? Y no es que no sea seria, sí que lo soy, pero ya... ¡Fuera pretensiones y expectativas, fuera, muchachas, váyanse, lárguense!

Yo no quiero ser una "mosca muerta" bajando línea. Quiero ser común y corriente, ordinaria, sanita, eso sí. Nada de "muy reflexiva", ni de "creativa", ni siquiera pretendo ser un alma sabia, de esas que sienten compasión por otras almas.

A mí, señoras Expectativas, denme tiempo, denme no-prisa, denme tranquilidad. Y por favor, que tampoco nadie, NADIE pretenda gran cosa de mí. Que ningún ser humano se haga una película de mi persona, porque de seguro termine decepcionándolo. Ahorrémonos las caretas, la seducción, las palabras bonitas, la pompa, las muchas metas, los delirios de grandeza. Ni estrella de cine, ni gurú espiritual, ni super mamá, ni siquiera ya pido ser "auténtica", palabra que se me escurre de los dedos cuando intento asirla.

Quiero ser la que soy, igualmente humana y desastrosa que el resto o que la gran mayoría de los mortales. No entendiendo un rábano, repitiendo cual lorito, queriéndolo casi todo y temiendo otro tanto.

¿Algo que decirle a sus Señoras Expectativas?


Y una vez más

Publicado: 02.10.2012 | 12:13

Confieso que había escrito un post reflexivo, pensante, para debatir e intercambiar puntos de vistas, y cuando estaba por concluirlo, me di cuenta de que tenía ganas de cualquier cosa menos de hacer ese ejercicio.

Confieso que volví a casa con la mente en blanco y me eché panza abajo sobre la cama. Que ahora estoy necesitando conectarme exclusivamente con el aire que entra y sale y distender la musculatura que quedó resentida de la maratón de limpieza (del domingo).

Admito que el error técnico fue apasionarme fregando el piso de goma-eva. Oh, sí, no sólo limpiamos al caballito saltarín que veían en la foto, sino que también atacamos las planchas de goma-eva del living, que suelen ensuciarse mucho y cuyas manchas, para salir, necesitan de cepilladas enérgicas.

Confieso que a pesar de estar sintiéndome hecha pomada (en lo físico), me siento tontamente orgullosa del trabajo realizado, y me gusta hoy entrar a casa y sentir el aire, más fresco, más respirable, más liviano.

Confieso que en breve, en minutos, debo salir a buscar a mis hijas al jardín. Que este detalle tan poco original de mi vida de madre hoy me está procurando una inmensa felicidad. Que esto de sentirme tan a gusto, tan unida a mis hijas (de sentirnos las 3 unidas) no me venía sucediendo, no por lo menos durante el invierno, que fue una época de revivir escenas de guerra, de tironeos, de tensar cuerdas.

Confieso que a veces me miro de afuera y me digo: "qué pelotazo. Sos de esas mujeres que no hacen sino hablar de sus críos". Confieso que querría poder ocuparme también del cortometraje (ni hablar del largometraje), querría reescribirlo, juntarme con las actrices y me da mucha CULPA no estar haciéndolo, pero lo cierto es que aparecen trabajos extras, que no tenía programados, y la economía exige que los atienda y que patee para más adelante mis proyectos más artísticos (y todavía no redituables).

Confieso que anhelo que Dios o quién miércoles maneje los hilos de este teatro tenga en cuenta mi deseo y que en algún momento me tire una soga para poder hacerme ese hueco.

Confieso que me hizo bien hacer estas confesiones y poner mis fichas sobre la mesa: esta necesidad de vida cuidadosa, cuidada, calma, mi deber de madre (una elección, una realidad placentera que me atrapa y que me toma) y la asignatura pendiente, por concretarse.

¿Ustedes qué confiesan?


Ilustración de Sonia Esplugas.

Limpieza

Publicado: 01.10.2012 | 12:14

Voy caminando rumbo al café, pensando: ¿cómo voy a adjetivar este fin de semana? ¿Será que siempre tengo que adjetivar el fin de semana? ¿Y si me pasa como hoy que no encuentro un título, un rótulo que lo defina, que lo sintetice? ¿Y si me pasa como ahora que las vivencias están demasiado frescas como ser condensadas en una palabra?

¿Habrá sido un finde "maso", como dicen algunas de ustedes y no me estoy animando a verbalizarlo?

No lo sé. Lo que sí, fueron días de mucha limpieza.

Ah, sí, me agarró la loca por eliminar de mi vida, digo, de mi casa y de mi cuerpo, todo lo que estuviera ensuciando o sobrando. Me corté el pelo, le corté el flequillo a China (a Lupe ya se lo había cortado el fin de semana anterior) barrí, fregué, pasé el trapo, rompí y tiré facturas viejas, revistas, cuadernos ya usados, cepillos viejos, incluso dibujos de mis hijas.

No me crean desalmada. Es que las retoñas producen un promedio de 20 hojas por día. Tendría que armar una carpeta para archivar los dibujos más logrados. O los más queridos. Los dibujos "hechos con amor", como les enseño a ellas. Esta es una expresión que uso mucho para incentivarlas a disfrutar del proceso, a ponerle voluntad y presencia al trabajo y quitarle una cabeza preocupada por si se pasa o no de la raya.

Siguiendo mi consejo, podría decir que, sí, fueron días "hechos con amor". Con buena voluntad, con presencia... pero aún así, hubo momentos en los que el trazo se me fue al diablo, o los colores se mezclaron más de lo que hubiera deseado. Quizás la comparación no sea la más apropiada, pero aún así, la tomo y la continúo:

Probablemente con el tiempo logre apreciar la belleza de "lo enquilombado", pero entiendan a mi niña perfectita que se queda confundida, con la sensación de "podría haber sido de otra manera, podría haber"...y no.

Creo que estoy en la mitad de proceso de limpieza y reordenamiento de mi vida, no hablo SÓLO de lo concreto, de la casa y objetos. Y cualquier foto que quiera sacar de este momento saldrá fuera de foco. No hay que pretender comprenderlo todo, hay que ir haciendo, a veces rompiendo, otras tirando... en principio desordenando, para poder limpiar más a fondo y tener paciencia, un tiempo, para que ese nuevo orden vaya decantando, sin forzarlo.

¿Qué palabra usarían para definir sus últimos días? ¿Cómo están arrancando la semana?

Limpiando las patas del caballito.


Caballito saltarín también limpio (pobre vecino de abajo)


Rapunzel fuera de foco


Llegó la primavera, lo que te esperamos



Querida

Publicado: 28.09.2012 | 11:47

No se trata de reivindicar el egoísmo más niño, del "yo quiero" y "lo que al otro le pase me ne frega". Es un movimiento en el que -paradójicamente- cuanto más a gusto me siento conmigo misma, viviendo la vida, haciendo lo que me gusta, lo que quiero, pero también queriendo lo que hago (incluso lo que debo)... mejor me abro a los otros.

Cuanto más a fondo y presente estoy en mi esqueleto, en mis músculos, en mis órganos, en la totalidad de mi cuerpo, más disponible estoy para responder una pregunta, para dar un abrazo, para proponer un juego o para acompañar/te en silencio.

...

En fin.

Fue una semana donde quizás debería haber dicho "no" y no pude. Y fue esa impotencia la que me trajo el memorándum.

Ahora estoy en el café, después de una mañana en la que me desperté temprano y aproveché el tiempo para echarme en el sillón y dejar que hijas me aplasten, me salten y me revuelvan el pelo. Y ya después cuando estaba vistiéndome: "mami, ponete zapatos, el flequillo al costado, así estás más linda", me indicó China. "Sí, mi vida".

No sé si estoy más linda, pero me siento... Iba a escribir "contenta". "A ver, decime, Mosca Muerta, ¿cómo me siento?"

-Te sentís querida.

Eso, eso.

Les dejo un abrazo y un deseo de descanso reparador para los próximos días.

Bienvenidos los libres pensamientos.

PD: Las que quieran escribirme por privado inetaller@gmail.com, o abrí cuenta en Twitter con @Ine_blog .



El próximo paso

Publicado: 27.09.2012 | 12:23

No ahorres en cuidado-hacia-vos-misma. No seas mezquina. No ahorres en delicadeza ni en comprensión, ni creas que tratarte de un modo amoroso es caer en la auto-indulgencia, no, no.

Hay una calidad de atención, hay una cantidad de abrazos, de palabras de aliento, de empujones sabios... que hoy estás necesitando volver a darte. Vos a vos.

Dátelos.

Y no es la estupidez de mirarte al espejo y decirle a tu imagen: "me quiero". Es bajar ese amor a un plano concreto, es ponerlo en acto.

Es respetar tus tiempos, tus latidos, es obedecer tus corazonadas, es cuestionar o rechazar lo que te hace ruido. Es indagar en tu deseo, que es mucho menos egoísta y más profundo de cómo te enseñaron. Es reivindicar cómo necesitás vivir la vida, cómo necesitás que se la viva.

Es recordar que lo que para un mundo regido por inquietudes racionales -e intereses capitalistas- no es importante, para vos sí puede serlo.

Para vos y probablemente para muchas otras mujeres.

¿Qué acaso todavía hay una niña? No lo cuestiones, no lo juzgues. ¿O acaso sólo los niños tienen necesidades emocionales?

Y si esa "niña" te pide que la sostengas, sostenela. Dejá de decirle: "curtite, nena", no la tildes de maricona, ¿de qué sirve? Ya el Afuera te seguirá poniendo límites. Y el descuido siempre entorpece, retrasa, enrosca, te pierde.

Y no olvides: de ese respeto de tus necesidades sutiles depende tu crecimiento, que puedas seguir creciendo. Crecer no siempre se trata de ensayar más piruetas ("y miren todo lo que puedo"), sino también, a veces, como ahora, como en este momento, se trata de que te abraces, y te aguantes, y te escuches y te obedezcas... para cuando llegue el momento, puedas dar el próximo paso, segura y espontáneamente.

¿Qué piensan? ¿Hay algún descuido con ustedes mismas que estén necesitando reparar en breve?


Hoy escribe Flopi84

Publicado: 26.09.2012 | 11:43

*Texto publicado por Flopi84, comentarista del blog. "Un hijo te cambia la vida", escuchaba que decían algunas personas cuando era chica, sin saber a qué se referían.

Yo no quería tener hijos, me parecía que, tratándose de algo "para toda la vida", era muy difícil de llevar, no había vuelta atrás y te consumía todo. Entonces me preguntaba: "¿por qué tanta gente quiere tenerlos? ¿Será porque necesitan sentirse útiles? ¿O porque quieren ocupar su tiempo?"

Aclaro que mi infancia fue muy feliz. Pero mis padres se desvivían por darnos todo, siempre tan preocupados por nosotras, tan deseosos de que estemos bien, hasta dejándose a ellos de lado. "¿Para qué un hijo, si se deja tanto de uno mismo?"

Un día mi hermanita menor nos contó que estaba embarazada y los pensamientos de "se cagó la vida" y "¿ahora qué hacemos?" fueron los primeros que se me vinieron a la mente. Tardé en ver esa panza, en aceptarla, en ver los movimientos, en hablarle, pero finalmente lo fui haciendo, un raro sentimiento se fue apoderando de mí.

Y el día del parto sentía terror de que le pasara algo malo a mi hermana, de que se complicaran las cosas; ella sufría, todos sufríamos. "¿Cómo te metiste en esto?", seguía pensando hasta que en un momento, adentro de la incubadora, apareció Andrés, mirándonos sorprendido, no entendiendo nada. "¿Que hago acá? ¿Quiénes son ustedes?", nos decía con su cara.

"Un hijo te cambia la vida", yo todavía no tengo hijos, pero desde el día que llegó él pude entender a lo que se referían. Si antes tenía luz, ahora tengo un sol, si tenía alegría, ahora SOY feliz, pienso en él y se me dibuja una sonrisa, un calor sale de mi pecho y explota transformándose en miles de colores.

Y no es mi hijo.

Si se siente esta explosión de amor por un sobrino, ¡lo que se debe sentir por un hijo!

También cambió mi vida en otros aspectos: cambió la relación con mi hermana. Mi hermana, esa criatura con la que peleaba y jugaba de chica, esa persona a quien yo, como hermana mayor, tenía que enseñarle sobre la vida, me enseñó y enseña cómo es ser madre. Me enseñó que sí hay miedos, pero es mucho más fuerte el amor, la necesidad de expresarlo, de contarlo, de volcarlo. Me lo demostró con hechos, con miradas.

Y no sólo me lo hizo saber una vez, sino dos, con Daniel.

Y en estos últimos casi cinco años, sigo siendo chica pero con más edad, mi vida dio un vuelco, mis pensamientos son diferentes. Saber que se puede, saber, además, que se tiene a alguien al lado que acompaña en el sentimiento (mi novio), que va a ser un excelente padre, con lo justo de estricto y de amigo, y saber que juntos podemos traer a un niño que simbolice el amor que sentimos, me quita todas las dudas que tenía al principio.

Cuando ustedes eran chicos, ¿pensaban en tener hijos? ¿Cuándo y cómo fue que decidieron tenerlos? ¿Cómo fue hablarlo con su pareja? ¿Qué sintieron cuando se enteraron que iban a ser padres? ¿Cómo sintieron ser tías/os?

Ilustración by Dinus. ¡Gracias!


Felicidad en movimiento

Publicado: 25.09.2012 | 11:14

El domingo tuve mi pico de felicidad materno-familiar.

Después de toda una semana respetando aquel limbo que me había propuesto conservar en el tiempo, después de una semana con visita de padre (con presencia de un abuelo para mis hijas) y de un sábado de encuentro con hermano, padre y sobrina (o sea, de juego y complicidad de retoñas con prima), el domingo nos levantamos, sin mucho norte, desayunamos y luego de que China preguntara: "¿salimos?", Fede y yo: "¿dónde vamos?"

-¿Y si vamos al Parque de la Costa?

Entonces nos alistamos y algunos tironeos de por medio, salimos del departamento. "Está fresco, ya es de mediodía, mejor algo más cercano". Y tras un segundo tiro fallido (en este segundo caso, un café con juegos que no nos convenció por funcionamiento y precio), dimos en el clavo.

Caímos en un espacio amplio, enorme, con una gran estructura de toboganes, inflables, y redes que cuando mis hijas descubrieron (China lo conocía, pero no lo recordaba casi) se excitaron a tal punto que nunca jamás se detuvieron. No volvieron a detenerse -salvo para tomar helado e ir al baño- durante un buen trecho. Tres horas de exultante hiperquinesis; del súmmum del movimiento lúdico, exploratorio, inquieto, de adrenalina saliéndoles por la dermis.

"¿Por qué no vinimos antes?", preguntó Fede en un momento. Aclaro que el lugar estaba vacío en un inicio (no así a las 2 horas de aterrizarlo, menos aún aquella vez que yo había ido). Tampoco sé si la responsabilidad de esta alegría desatada que vivimos la tuvo aquel espacio; fue una concatenación de hechos y estados, un patchwork a pura disciplina, hecho de atención, escucha, centro y cuidado que después de unos días, terminaría dándonos este regalo.

Las de paladar más ácido me acusarán de azucarada. Y sí. O no. No importa. Sólo miren por favor cómo terminé esa tarde, a la vuelta de aquel juego, con retoñas desmayadas. Mientras yo iba apuntando en cuaderno lo previo, marido me pidió un triple cheese-cake. Dulce pero no por ello menos delicado.

¿Cuál fue el pico emocional (para arriba o abajo) de su fin de semana largo?

Observen a la enana allá arriba, bajando panza abajo


El tobogán gigante, la atracción estrella de la tarde


Hiperquinesis desquiciada


Después de tanto movimiento, la calma


Y de yapa



Noche revolucionada

Publicado: 21.09.2012 | 18:26

(Este es el segundo post del día viernes. Una licencia extraordinaria que me doy. Para ser leído de noche, preferentemente de madrugada, en soledad y calma).


"Pero la noche ha de conocer la miseria, que bebe de nuestra sangre y de nuestras ideas. Ella ha de arrojar odio a nuestras miradas sabiéndolas llenas de intereses, de desencuentros" (Fragmento de "La Noche" de Alejandra Pizarnik)

Esta imagen de una noche odiándonos por ser miserables me quedó titilando. Leí en voz alta toda poesía de Pizarnik en la clase y recién entonces, cuando tuve que interpretar su sentido frente a mis alumnas, descubrí su potencia.

La había sentido delirante, enrevesada en un inicio. "¿Qué estará diciendo? ¿Odio? Uf, se ve que la Pizarnik bebía ella sus fantasmas (ahora diríamos: "se los fumaba")".

Y de golpe, media hora más tarde, en el silencio y la inmensidad de la noche, en una clase donde dábamos vueltas -en un sentido amplio- alrededor de ésta, de la luna, de las estrellas. Oh. Oh. ¿Será que la noche se enoja porque no la habitamos como corresponde? ¿Será que la noche también se revoluciona porque el hombre actual la ignora?

No digo que la ignoremos absolutamente, pero la hemos convertido en un trámite. O en negocio. O en delito y peligro. ¿Y todo aquello de mágico, de surreal, de misterioso, de solemne, de sensible que tiene ese momento del día, del no-día?

Todo aquello de océano elevado, poético, profundo, dionisíaco, ¿dónde se vive fuera de lo íntimo? Fuera del desvelo y del sexo, ¿cómo se comparte? ¿En las fiestas? ¿En los boliches? ¿En los recitales?

¿Y si cada tanto lo diéramos todo vuelta? ¿Y si nos juntáramos en la plaza de noche? Y si armáramos encuentro virtual, ¿escribiríamos lo mismo? ¿Y si hubiere algo muy fundamental que nos perdemos por estar durmiendo? ¿Y si es en ese momento que el Cielo nos revela sus mejores secretos? ¿Y si la reivindicación de lo femenino tiene que ver con re-vivirla, con que la re-signifiquemos y dejarnos guiar por la no-razón que no atiende a intereses? (que no atiende a intereses productivos, que propicia el encuentro, que sabe hacer silencio, y que ama tanto como enloquece).

¿Qué dicen ustedes?


A florecer-nos

Publicado: 21.09.2012 | 12:22

Ayer me autocensuré. Bueno, digamos, cambié de post a último momento. La noche del miércoles me había sucedido lo que nunca. Después de guiar a mis alumnas durante toda la primera hora, y al momento de la escritura (de ellas), era tal el alboroto de mis entrañas que no pude no obedecerlas. Me eché al suelo e hice yo también la consigna, como alumna de mí misma.

Y el resultado, o mejor dicho, la sensación al escribir y leer ese texto era tan intensa que me dije: ¡Subilo!

Pero ni bien desperté el jueves ya estaba con miedo: "¿y si lo sienten muy ajeno?, ¿y si se les dificulta la lectura?, ¿y si no les gusta?"

Lo curioso es que no era un texto político, ni muy pensante ni demasiado íntimo. Era un texto profundo, nocturno, en línea con lo poético (aunque no fuera poesía propiamente dicha).

Oh, sí, lo poético, cuán negado está en nuestra cultura (no lo cursi, que no le llega ni a los talones a aquello). ¿Dónde quedó la poesía? ¿Qué lugar genuino, gratuito, exento de prejuicio, de prisa y de intereses productivos encontramos para vivirla?

Y siendo viernes y siendo además el primer día del ciclo primaveral, aquí me freno.

Con una promesa y un deseo.

La promesa: voy a darme la licencia de subir ese escrito en breve (si me animo, hoy mismo, para ser leído de noche, esas son las condiciones).

Y el deseo: que este nuevo ciclo que comienza nos reencuentre con nosotros/as mismo/as, con una nueva versión de lo/a mismo/a.

¡Lo/as quiero!

¡A florecer-nos!

Bienvenidos los libres pensamientos.

PD: Para escribirme por privado inetaller@gmail.com, y también abrí cuenta en Twitter con @Ine_blog .

El jardín me pidió corbatas adornadas para el día de la primavera


Lo que esperaron que llegue el viernes para ponérselas


Para ponérselas y quitárselas (esperemos duren los elásticos)



Compilado de tiempo

Publicado: 20.09.2012 | 12:15

Estoy empezando a pensar en el cumpleaños de hija mayor, China. Como ya les conté, hace un par de semanas reservamos salón. Alegre, de paredes coloridas, pelotero con estructura de juegos, toboganes, red, lo de siempre.

Cuestión que estábamos recorriendo el lugar, Fede conociéndolo por primera vez y en eso Mari, señora amable que nos guiaba, nos tiró: "y acá tienen el proyector. Me traen el DVD con las fotos y pasamos la película sobre aquella pared."

"Ajá", pensé. "¿Y si le hago algo?"

Nunca hice nada por el estilo. ¿Será que siempre me pareció cursi, será que nunca me lo propusieron, será que no tuve tiempo de pensarlo siquiera?

Ahora, revisando todas las últimas fiestas, confieso que los momentos más emotivos -donde incluso llegué a moquear- fueron esos. Y olvido muchos detalles pero raramente olvido los minutos (no más de 7) en el que, parada o sentada, me entrego a esa sucesión de imágenes (felices, sí, desde luego) haciendo síntesis del cambio, del paso del tiempo.

Ese domingo, pues, salí de aquel salón, diciéndome: "quiero, quiero hacerme el tiempo para regalarle a mi hija y a todos los presentes ese obsequio. O como se lo llame. Ese compilado de gestos atrapados, de vivencias, de cursilería que vale la pena... O de amor a secas".

Entonces, me puse a buscar fotos. Y las primeras que encontré fueron éstas. Sólo las primeras.


Recién llegada a casa. 2 kilitos exactos de niña

Ya agarrando mis -todavía limpios- peluches

Recolectando nueces. 1 año

Aprendiendo a caminar


Mamá con panza me hamaca


Visita a la Clínica, llegó mi hermanita. Foto inédita



Con respecto al tema, "A eme o" de Andrea Echeverri es lo primero que se me viene. ¿Alguna sugerencia?



¿Qué experiencia tienen ustedes? Y como anfitriones, ¿cómo viven este momento?


De paso

Publicado: 19.09.2012 | 11:55

Antes que nada, pido disculpas por estar repitiendo un ejercicio de catarsis, pero quiero vivir estos días más liviana y otra cosa no me sale.

Y me digo a mí misma: basta de querer ser creativa. ¿O en qué cabeza delirante cabe que tengas que escribir todos los putos días hábiles contenidos originales y de formas distintas? ¡Si hasta Dios cae en la rutina, mhija!

Basta de dudar por todo, que sí, que no, que hago bien, que hago mal, BASTA, nena, BASTA.

Basta, además, por estar interpretando cada maldita expresión positiva como si fuera un jactarse, un creérselas, un mandarse la parte. Y cuando quieras hacerlo, ¿cuál es? ¡Mandá la culpa judeocristiana a la re pu madre!

Basta de tener que fingir sonrisas y respuestas educadas cuando no lo sentís. Al diablo con las mentiras, las gruesas y las piadosas que (te) subestiman.

Basta de citas a pensadores de hace un siglo en textos políticos muy fuera de su contexto. Basta de no ponernos a pensar, a idear categorías nuevas para ordenar este despelote que estamos viviendo.

Basta de tweets y publicaciones de Facebook, de malos y buenos, de loros que nunca jamás osan decir: NO SÉ... y se creen los dueños del sentir profundo y del pensar sensato. Basta de esa pasividad que no arriesga, basta de ella... y basta sobre todas las cosas de no saber mantener la PAZ pese a la disidencia.

Basta de no saber abrazarnos, de que sólo nos sentimos hermanados en un partido del Mundial, y el resto del tiempo "sálvese quien pueda" o "tergiverso lo que decís porque sos un nabo".

Y por último, basta de mí, basta de vos, de la mente hiperquinética que nos hace temer en exceso... y basta –una vez más- de no alinearnos con un Cielo que nos recuerde a cada rato: "ey, somos seres de paso".

PD: Terminé de darle forma a este texto anoche, en la clase del taller. Hoy me sentía tan vacía que dudé en enviarlo, pero quién dice, quizás a ustedes, como a mí, les sirva hacerlo. Y aquí abajo, para Paula (unamujersimple), a raíz de su comentario, una ilustración que Diego Stigliano hizo de mí, de un personaje con el que escribía hace unos años (¡!).


Ilustración de Diego Stigliano

Los años

Publicado: 18.09.2012 | 11:16

Nunca tuve crisis en relación a la cantidad de años cumplidos (o por cumplir). De hecho, este es un dato con el que casi no me identifico, a tal punto que más de una vez me preguntaron por mi edad y tuve que pensarlo.

Sí tuve crisis -este año- cuando tomé consciencia del paso del tiempo, de cuánto había crecido... y fue entonces que me dije: "que los años no sólo sean patas de gallo". Fue asumirme mujer, en un sentido profundo y asumir la autoridad para decir lo que pienso, sin filtro. Para valorarme, para seguir haciéndolo (y que el mundo termine de enterarse de ese movimiento).

Por lo demás, más allá de unas cuantas canas indiscretas y una piel no tan rozagante como la de mis hijas... física y vitalmente me siento, como diría mi abuelo, "hecha una piba".

Y ojo, no es que quiera parecerlo. No. Me gusta que me reconozcan como madre y sobre todo como persona con experiencia de vida. Me gusta sentirme profunda, firme, incluso estricta, incluso frágil, incluso antigua. Pero en lo que respecta al cuerpo, me siento limpia y fresca... y a mi niña (la de adentro) más activa que cuando era chica.

¿Conclusión? Se me vienen esos titulares de revista del estilo "nunca me sentí tan sexy como a los XX" (juá) pero como todavía guardo recato, oh, sí, sí... apenas arriesgo un tímido "me sientan bien los años".

¿Y a ustedes? ¿Crisis de los 30 o 40? ¿Cómo viven el paso del tiempo? ¿Cómo se sienten frente al espejo? ¿Qué conquistaron y qué abandonaron?


Haciendo volar a Lupita



Qué necesario

Publicado: 17.09.2012 | 12:01

Empecé el fin de semana proponiéndome ganar en dominio de mí misma (?). Al menos eso fue lo que sentí la madrugada del sábado, a eso de las 4 AM, cuando, a tientas, me levanté de la cama y con un par de libros en mano, me eché en el sillón a respirar hondo y a acomodar ideas. Una vez más me dije: "cuidá ese limbo con niñas, sé consciente de tu valor, nena, no sueltes la consciencia del centro, de tu centro y estate atenta a lo real y concreto que aparece... más atenta a eso, menos a las películas, propias y de terceros".

Así que empecé el sábado hecha una maestrita zen, en calma, yendo a la plaza, casi una mami publicitaria. Que la torta de arena, que te hamaco, que te agarro, que como quieran.

Por la tarde cayó mi madre. Bien por la abuela que vino a visitar a sus nietas... y mal por éstas últimas que, si bien estuvieron juguetonas, cuando aquélla abrió la bolsa de regalo con 2 pantalones tipo bombacha de gaucho, pusieron cara de nada, por no decir de asco.

Ya le había advertido a mi vieja que venían fanatizadas con las polleras, pero nunca imaginé que las retoñas le despreciarían así el obsequio. Por un momento temí que mi mamá pensara: "uh, cómo las malcría". Y puede que en parte haya mala crianza, pero créanme que, después de mucho tironeo, el asunto vestuario de mis hijas es una batalla perdida.

Por la noche y en línea con la propuesta inicial necesité meditar, escribir para mí y empezar a masticar el contenido de las próximas clases. Y entonces me di cuenta de que lo político me estaba alborotando, que estaba y sigo inquieta, que voy pudiendo vencer la autocensura (lo cual es mucho) y darle algo de forma a mis pensamientos. Sentí que quería también aquí permanecer activa, con lucidez, sabiendo que me es imposible acceder a la cosa misma, a la totalidad de información, por así llamarla, pero puedo confiar en mi olfato -que suele ser bueno- para elegir a aquellos que me ayuden a interpretar profundamente el caos.

Y parecía que todo seguiría en armonía pero hacia el mediodía del domingo, la maestrita zen se fue a la mier... Oh, sí, delicias cotidianas. Y aun así, no llegué a rayarme como otras veces, pudimos salir a almorzar, lidié con el clima tenso y las niñas expresándolo en sus llantos y ya por la tarde, junto con el viento frío, pudimos reacomodarnos. Abrazos y al rato Fede en papel de payaso, niñas riéndose, juegos, fotos... "¿y qué hora es?" "Casi las 6..." "Ah, bueno, me voy a escribir el post". "Bueno, dale". "Ok. Vamos".

Y no saben lo que agradezco llegar a este momento en un estado en sintonía con mi propuesta del inicio. Quizás el desenlace positivo sea por demás predecible en mis relatos, pero siendo que éste es un blog diario, de una mujer de carne y hueso (con hijas de carne y hueso), uf, qué necesario.

¿De su fin de semana qué me cuentan?


PD: ¡Bienvenido Romeo!


Nietas y abuela dibujando


Mamá con gorrito de Luna. ¡Gracias, tía, por la ropa!


Dibujá, mi amor, así puedo hojear una revista


Papá payaso fuera de cuadro



Limbo de tarde

Publicado: 14.09.2012 | 12:20

Y ayer estuve al borde del enrosque, o mejor dicho, empecé a transitarlo pero -gracias a dios- me pude detener a tiempo. "Qué tanto miedo, qué tanto reparo, guíate por el amor, por la comprensión, y dedicate a ponerle más atención a tus crías, sí, sobre todo a la mayor, que te lo está pidiendo".

Y en eso miré la hora: era justo el momento de entrada al jardín, así que guardé la computadora y corrí a besarlas y guiñarles el ojo varias veces (sí, sí, somos aparatas) como suelo hacerlo.

Y ya por la tarde sacrifiqué conversaciones adultas, con otras amigas madres, para dedicarme en exclusivo a ellas, a hacer un collage juntas y a enseñarle a China a usar la tijera. Era tal la emoción de la enana por estar cortando papelitos y por tener a la madre a su total disposición, que en un momento me dijo (así, en estos términos) "no era más divertido que venga Magui a casa, era más divertido hacer un collage con vos".

Y no sólo eso. También repetimos otro ritual abandonado, el bañarnos las 3 juntitas, con juguetes, shampoo, espuma, quedarnos hasta las mil quinientas y yemas de dedos símil viejitas.

Necesitaba fugarme de la adultez. Hubiera seguido más tiempo en aquel limbo vespertino de no ser por los cacerolazos y bocinazos que de un momento al otro me bajaron a la tierra; o por lo menos a las conversaciones sobre política, a la lectura de diarios y a la consciencia de las tensiones político-sociales que estamos viviendo.

Algo fue algo.

¿Cómo están terminando ustedes la semana? ¿Deseos, sentimientos, pensamientos?


PD: Quienes quieran escribirme por privado, pueden hacerlo a inetaller@gmail.com. También abrí cuenta en Twitter con @Ine_blog .

Aprendiendo a usar la tijera

Dale, sigamos

Publicado: 13.09.2012 | 11:04

El otro día una amiga me llamó la atención... oh, sí, a mí, a la reina de la atención y el cuidado, le dijeron, así bien explícito: que no había contestado emails y peor todavía, que todos los últimos que yo había escrito habían sido pedidos (de favor).

Oh.

"¡Perdón!", sí, "perdón" fue lo primero que sentí y me salió. También me nació justificarme pero mientras lo hacía, o un rato después, recordé mi reproche a mi amigo "colgado". Ojo, que yo no acusé cuelgue, sino falta de tiempo... pero a la vez, debo admitirlo, contesto muchos comentarios, contesto cuando puedo la mayoría de emails del gmail, ¿por qué no contesté aquellos? ¿Distracción? ¿Cómo nos repartimos? ¿Cómo nos administramos?

Qué sé yo.

¿Será que cuando hay más confianza elegimos otros medios? Bah, bueno. Eso es algo que a mí me sucede. Como el encuentro con ustedes pasa por la palabra escrita, siempre me es más fácil levantar el tubo (para llamar o atender) y hablar con una amiga que escribirle un email. Y ni hablar cuando puedo encontrármela directamente en persona, en la puerta del jardín, por ejemplo.

También, admito, que mi apertura en este espacio, el ejercicio de mantenerme abierta y disponible en este marco... puede generar desconfianza a otros vínculos ya forjados. Yo misma lo digo cuando veo ese funcionamiento en otro: "Si a varios les dice "te quiero", entonces a mí no me quiere tanto".

Mosca muerta, a ver, que te parece, decime... Y ella me dice:

-Inés, como el lunes decía Vane en relación a otro tema, la tecnología atravesando la vida cotidiana crea nuevas prácticas. Los amigos son los amigos, sí, pero también la virtualidad y tu trabajo habilita, permite, fomenta nuevos vínculos (afectivos), todo el tiempo, es casi tu desafío... y eso no tiene nada de malo.

-Pero no puedo hacerme amiga de todas...

-No, amiga amiga no -me dice la mosca- pero estar ahí, más o menos involucrada con su existencia, sí... Y que después sea lo que sea.

-¿Y entonces debería rever la relación con mi amigo hiper-ocupado?

-No, no -me contesta- dejalo al amigo hiper-ocupado tranquilo... que ya le dijiste todo, en todo caso que mueva él el primer dedo. Vos ocupate de cuidar lo disponible y cosechado.

Ok, gracias, mosca muerta... y dale, sigamos.

¿Qué piensan? ¿Alguna desatención importante que hayan tenido el último tiempo? ¿Y cómo llevan estos "raros vínculos nuevos"?


Dolce far niente

Publicado: 12.09.2012 | 12:27

Cuando ayer leí el comentario de Paula (unamujersimple) confesando que sentía fiaca de leer el post y los comentarios (y aun así ella estaba presente, saludando) tuve reacciones encontradas.

Sí, lo más mecánico fue pensar: "bueno, mejor ni decirlo, porque enseguida el otro (los otros) se hace/n responsable/s de ese desgano, de esa falta de atractivo". Pero en paralelo se me coló otro pensamiento: "está muy bien. Está siendo honesta. Si vos, Inés, vivís alabando la transparencia. Ella quería estar pero no tenía sentido que forzara la participación a un tema, con el que probablemente tampoco se sintiera muy identificada".

Y ya, me olvidé del comentario, porque tuve que salir corriendo y seguir con la jornada.

Pero por la tarde, mientras me duchaba para ir a la clase y daba vueltas alrededor del post de hoy (que ya tenía escrito) me encontré diciéndome: "ay, ojalá pudiera. Es envidia (sana o no sana, como prefieran). Ojalá pudiera yo darme esa licencia... Decirles: chicas, acá estoy, con fiaca de desarrollar un tema y una consigna... pero aún así, presente, involucrada con ustedes".

Ojo, ya sé que éste es mi trabajo, no es que quiera faltar a la cita, sólo no pensar tanto (de vez en cuando).

Y entonces se me vino una imagen. Oh, sí, yo sería algo así como la cuidadora del parque, la que tiene la llave del enrejado. Si no vengo y no abro la puerta, la gente directamente se queda afuera. Y esa llave es el texto principalmente. E incluso si yo quiero proponer un día "bueno, hoy holgazaneemos", la consigna más libre, y lo que de alguna manera tiendo a hacer los viernes (y estoy por hacer en este momento...) incluso esto implica que yo me exprese.

Y entonces ahora sí, dicho lo anterior, y dado que el viernes pasado cumplimos 3 años, que encima fue un día fatal porque Patri no apareció hasta las 8 PM (llorando), que por ende tuve que trabajar el día domingo, que el sábado fue un día intenso, de emocionalidad fuerte y yuxtapuesta, como dijimos, que todavía tengo una pila de emails sin responder, que debo terminar la clase de hoy y una nota para la revista (y otros asuntillos que me olvido), dado todo ello... hoy propongo un día de DOLCE FAR NIENTE.

O en lenguaje Inesístico: Pensamientos mínimos.

¿Les parece?

Parece una viejita dándole el maíz a las palomas


No quiero olvidarme de agradecer ningún regalo. En ese estamos



Más sueltas

Publicado: 11.09.2012 | 11:12

"Cuanto menos las mires, ellas más sueltas", me recuerdo. Frase que como hija resulta fácilmente reconocible, pero como madre a veces cuesta (y no vale siempre).

Pero anoten: Lunes, 8 de la noche, suena el teléfono. Atiendo yo, es Magui.

-Hola, sí, ¿puedo hablar con Shina? (si escucharan a la enana pronunciando el nombre de mi hija). Rápidamente reconozco su voz y entonces, como si nada, le respondo:

-Sí, sí, a ver esperame...China, teléfono.

Mi hija frunce el ceño: "¿Quién quiere hablar conmigo?" "Magui", le contesto.

Y entonces la muchachita -que nunca jamás se digna a atender a personas adultas cuando yo se lo pido- agarra el tubo y se sienta. Y vieran cómo habla. Eso sí, cuando la miro, se calla... y si prolongo la mirada, la niña me hace un ademán adolescente indicándome que no la moleste, que siga con lo que estaba haciendo hasta ese momento.

Y eso hago (continúo ordenando) pero no puedo evitar parar la oreja frente a la primera conversación telefónica de mi hija con su amiga. Y me fascina descubrirla, redescubrirla. Escuchen, además: no sólo cuenta ("Lupe va actuar en al arto". Quiso decir "acto", pero le sale "arto"), sino que cuando su amiga le explica que ya debe cortar porque la madre la espera con la comida, mi retoña empieza: "No, Magui, no me cortes, quiero que hables conmigo por teléfono. No, no, no me cortes ehhh." Firme, con insistencia.

Finalmente no le queda otra. Y después de unos 8 minutos de conversación ridículamente tierna, corta. Y desde que corta, la criatura está tan entusiasmada con el intercambio que acaba de tener... que empieza a cantar. Improvisa una melodía y una letra, muy compenetrada. Sólo Lupe puede escucharla... sí, a mí me mantiene la regla de "no me mires"; y yo disfruto tanto de su soltura que ni se me cruza por la cabeza desoírla.

Pero eso no es todo. Al día siguiente en el acto de la menor sucede algo parecido. Y recuerdo un episodio similar (con la mayor) en otro acto, por motivo del día de la Independencia.

Cuestión que ni bien entro al jardín, la chiquita (Lupe) sentada en el piso con su salita, me busca con la mirada. Ahora es ella la que actúa, la hermana, con sus compañeras, sólo observa... y yo, detrás de una columna, me debato: "¿Qué hago? No quiero que piense que no estoy (sería lo peor)... ahora, si me ve...¿le pasará de quedarse petrificada como a China? ¿Qué será mejor? ¿Que lo viva todo con la naturalidad que está teniendo, sin encontrarme visualmente... o que en efecto me vea y pida "mamá, upa", o se quede dura mirándome? (Sí, ya sé, lo ideal sería que me viera y continúe como si nada... pero...)".

Entonces, he aquí mi estrategia: "Me verás, sí, pero a último momento". Y en eso llega el turno de su sala, mi hija menor se pone de pie, pasa al centro, despliega su cuerpo... y recién cuando la melodía está terminando, recién entonces, escucha los alaridos y aplausos míos, casi desesperados, y ella me descubre, finalmente. Ah, qué alivio.

Oh, sí, no crean que esto de hacerme la tonta es fácil. Ni tampoco asumir que mi mirada por momentos (por momentos) puede ser intimidante. Algo ya veníamos hablando al respecto... pero bueno, así son las cosas y así voy aprendiendo (y equivocándome).

¿Qué piensan ustedes?


Superpuesta

Publicado: 10.09.2012 | 12:35

Días de emocionalidad superpuesta.

Era sábado y estaba en un local eligiéndome un par de aros, segundos antes de partir rumbo al encuentro con varias de ustedes y en eso, suena mi teléfono:

-Hola gordi (ésa es mi vieja, la única que me llama de esa manera), estoy en Córdoba -y a continuación agrega- tengo algo feo para contarte, ¿qué estás haciendo?

-Estoy yendo al encuentro por el blog... (no sé si estaba muy al tanto de los 3 años, porque venía de un viaje por el Interior)... pero decime.

Ya me había tirado "algo feo", ahora sí o sí tenía que explayarse.

-No, nada... que falleció la hija de Pampita.

Oh. Wow. Bueno. Qué duro, creo que eso dije, luego me despedí, le corté y seguí adelante con lo que estaba haciendo. No conocía a Pampita, o mejor dicho, sí; me la había cruzado alguna que otra vez en mi época televisiva (ella era notera de un programa de Cuatro Cabezas) pero nunca trabé relación con ella. Y sin embargo, la noticia de alguien tan público y de una vida tan publicitada perdiendo a una hija de 6 años... oh... me dejó... helada. Pagué, salí del local y ya no tenía ninguna prisa. Tomar consciencia de que en ése momento había una mujer (y muchas otras de las que ni nos enteramos) transitando esa tragedia, teniendo que sobreponerse a ese desgarro, a esa desolación del alma... Dios (¿hay Dios?) ¿Cómo se sale de eso? "Yo me muero", pensaba, "me mato"... y en eso no pude evitar cruzarme a la plaza e ir a besar a mis hijitas, que estaban pintando con el padre. "Las amo", les dije. Y a Fede: "no te olvides de darle el remedio".

Y seguí caminando, más lento, rumbo al subte y al festejo.

Llegué como 50 minutos más tarde de lo que había imaginado. Aun así y pese a lo anterior, creo -y corríjanme si me equivoco- que fue uno de los encuentros más lindos y más integrados que tuvimos. Todo lo sentí fluido y fácil. Y nos reímos, nos reíamos de cuanta estupidez dijéramos. Hubo una ronda de presentación donde cada una sacaba bolilla y respondía a la pregunta que le había tocado, el momento de todas con todas (mi favorito)... y ya luego música, grupos charloteando y en eso vi que faltaban varias, me asomé a la cocina y descubrí a Ani con torta en mano. "Oh, me sorprendieron de nuevo". Y a los segundos ya, luces apagadas y todas cantando el feliz cumpleaños... Fue muy emotivo. Pedí deseos y soplé 3 velitas. Y todavía había más: tras la torta apareció no recuerdo quién con una caja ENORME llena de pequeños obsequios, uno por cada una de las presentes (o casi). Aaaahh. Me tapé el rostro. Alguien entonces tiró: "va a llorar"... y si bien estaba MUY emocionada, me salió contarles:

-No, no voy a llorar. Es que justo cuando venía para acá, me llamó mi mamá y me contó lo de la hija de Pampita... Tengo la emocionalidad muy comprometida con ese tema.

"Y sí, de llorar, lloraría por ella", pensé. Esto último no lo dije. Ojo, yo me sentía feliz, agradecida, pizpireta. Disfrutando del encuentro con caras nuevas y otras no tanto, de estar festejando el 3er aniversario... pero a la vez, ¿cómo explicarlo? En el fondo, o a un costado, ahí, al lado, cerca, superpuesta, adosada, la empatía muy abierta, la consciencia del desasosiego del alma frente a la que una de las situaciones más dolorosas y más INJUSTAS de la vida; la consciencia de esa inconsolable tristeza.

Y ustedes, ¿cómo se sintieron en estos últimos días?

PD: Un último gracias inmenso (ya me explayaré por mensaje privado).






Felices 3 años de blog

Publicado: 07.09.2012 | 13:27

Confieso que cuando fui convocada para escribir el blog, nunca imaginé que llegaría a cumplir 3 años, y probablemente ninguno de los presentes en aquella reunión inicial lo haya imaginado.

Confieso que si en ese momento yo hubiera sabido el mucho trabajo que implica sostener un espacio de escritura (de creatividad, apertura, intimidad, sociabilidad y reflexión) de lunes a viernes, no sé si habría dado el paso.

Confieso que a veces fantaseo con el final pero todavía no logro ver qué viene detrás, entonces sigo participando... gustosa de hacerlo.

Confieso que gozo mucho cuando me atrevo y me desnudo, y que hoy ese ejercicio, lejos de asustarme, me estimula.

Confieso que hoy quería escribir un texto hiper emocional, de esos que "bajan" y te hacen llorar y todas lloramos en cadenas cual descerebradas, pero temo, siempre temo, que las musas no me visiten y ustedes se aburran... y aun así, aquí estoy, no pudiendo faltar a nuestro encuentro.

Confieso que le temo a mi ego, que intento domesticarlo para que quede afuera del juego... y no siempre lo logro. Que me engolosino con sus piropos y flores, que me mando la parte con marido (que está harto de mí hablándole de los posts y comentarios), y que también disfruto mucho tirándoles yo a ustedes flores.

Confieso que me gusta sentirme libre para jugar a la niña y a la púber, sin reparo de hacer el ridículo, y otro día ponernos pensantes, o creernos poderosas y/ o ponernos jodidas y escépticas de lo establecido... y qué se yo cuánto.

Confieso que mi festejo de 3er aniversario empezó con queso derretido, salsa blanca, jamón y morrones, soledad, silencio, ah, qué lindo. Que quería compensar la falta de espectacularidad textual con unas fotos divertidas, pero la sesión fue un fracaso. Que niñas aceptaron exultantes pero hubo una serie de obstáculos y ya después se aburrieron.

Y por último y para mi sorpresa, confieso que después de un rato dándole vueltas a este momento estoy lloriqueando. Y no sé por qué, o sí. Y siento gran alivio de poder hacerlo.

¡Gracias por todo! ¡Gracias a las comentaristas, a los que leen en silencio! ¡Y gracias especiales a las que se vienen del Interior para estar mañana en el festejo!

LAS QUIERO.

¿Ustedes qué confiesan?

Yendo a hacer la foto a la entrada del edificio. Con amiguita de China


Probando ángulos


Lupe ya enojada, China aburrida, mamá con sonrisa



Buen viaje

Publicado: 06.09.2012 | 13:32

Ayer transpiré al enviar el texto y ni hablar cuando, segundos después de cliquear "send", se me dio por entrar al FB y poner en el buscador el nombre y apellido del que les jedi. Oh Dios, ¿no era que el pasado sólo "estaba adentro nuestro"?

Sentí vergüenza. Pensé: madre santa, si este hombre, padre de familia, madurado digamos (imagínense que de los 30 a los 45 hay mucho cambio) se topa con mi crónica y con las palabras "desastre", "tosco", "ensimismado"...¡Pecado!

En fin.

En otro orden de cosas y ya que mañana voy a dedicarle el día a celebrar los 3 años de blog, quiero contarles que estoy tocada por el fallecimiento de la abuela Herminia (abuela de marido). No hay dolor, sí una cuota de shock. Siempre me sucede; por muy preparado que uno esté, como era el caso, observar ese tránsito (me) conmueve.

Recordarnos finitos... y tener que bajarle esa información a nuestros hijos.

-Chini, papá se fue a despedir a la abuelita Herminia –le dije, y luego agregue- se fue al cielo.

-¿Y no está más?

-No acá. Está en el cielo.

-¿Pero todas las viejitas enfermas se van? –preguntó ella.

-Bueno, no todas... pero sí, a los viejitos, más tarde o más temprano, les toca irse.

Y en eso, muy preocupada, me tira:

-¿Y yo voy a ser viejita?

"Ah, que h d p", pensé. "No puede estar preguntándome con tanta claridad, no puede ser que tenga tal consciencia de lo que también a mí (sí, sí, también a mí) me aterra".

Y bastó que le responda "sí" (¿y qué le voy a responder?) para que en milésimas de segundo su rostro se transforme en la más pura expresión del miedo. Y, al igual que un berrinche por una estupidez, entrara a llorar, sin parar de repetir: "no, no quiero ser viejita, no quiero irme".

"Mi cielo, qué difícil, qué puedo yo decirte, tampoco tengo consuelo. Y tampoco quiero irme", pensé para mí. Y entonces le largué: "siempre vamos a estar juntas" (Nota mental: tendré que fortalecer mis poderes espirituales para, llegado el momento, podar hacer realidad ese texto) y luego le abrí y cerré más de 10 veces las dos manos, diciéndole: "faltan todos esos años... Es mucho. ¡Vas a cansarte de tener cumpleaños!".

Y no sé si la convencí pero por suerte justo cayó marido con unos bizcochos de grasa, unos chocolates "que había dejado la abuela para las niñas" y el cartelito de los Payamédicos. Y China se distrajo.

Chau, Herminia, te queremos y que en paz descanses. Un agradecimiento especial a todo el personal del Hospital Alvarez y al grupo de Payamédicos, que le robaron las últimas sonrisas antes de viaje.

¿Cómo digerir la muerte de otros, cómo asimilar la propia? ¿Cómo comunicarles todo esto a los niños?


El cartelito de los Payamédicos para Herminia. Para ella, sus bisnietas y su hijo



Mi primera vez

Publicado: 05.09.2012 | 11:59

Mi primera vez* fue un desastre. Lo digo así, sin vueltas. Si me hubieran preguntado por esta experiencia hace unos años, seguramente habría respondido: "¿y a vos qué te importa?" con mirada de "no te metas".

Ahora me meto y en voz alta a indagar ese momento porque temo que quizás allí haya habido un error fundante... o eso dicen mis creencias.

¿Por qué un error si todo es perfecto? Sí, lo sé, pero a ver, ¿cómo explicarles? Cuatro años de noviazgo con un "buen chico" y el asunto me daba miedo, mucho. Y por ende, esquivaba el bulto (!).

Y en eso me separo (la relación había cumplido su ciclo), empiezo el CBC, una institución un poco más libre que mi secundario, y hete aquí que me toca un profesor de Ciencias Políticas de esos... mmm, a ver, vocecita mosca muerta, ¿cómo describirlo?

-Inteligente, seductor y rápido.

Oh, sí, rápido porque rápidamente me sedujo, a mí y a todos, y rápidamente entablamos un amorío con fecha de cierre... ya que en breve, en 2 meses, el tipo (de unos 30) se iba a instalar en Méjico por no sé qué doctorado.

Estudié como nunca (si hasta recuerdo sus palabras acerca de Gramsci), me saqué la mejor nota que podía darme, escuché a Serrat y a Arjona, como me había recomendado (¡oh, sí, él me recomendó a Arjona!)... y llegó el día, era inevitable. Y vieran cómo la más negada y miedosa de las niñas, se animó, se abrió, se jugó... por una experiencia que en sí misma fue... una mierd*. Insisto: un desastre. Quiero decir, no sentí más que dolor. No hubo gran cuidado de su parte, ni fingió romanticismo, ni siquiera fingió que a él la situación, lejos de estimularlo, le parecía... no un bajón pero sí poco gozosa. Tener que enseñarle al otro, todo bien en el ámbito de la clase, pero acá el hombre querría irse, ausentarse, como canta Paloma.

Y desde ya que nada de eso pasó. Bah, ni sé qué le pasó a él. Ni lo recuerdo. Sólo recuerdo que estaba, escuchen, en un telo por la Panamericana, diciéndome: "Dios santo, ¿qué hago acá?", y por otro lado, y he aquí la mucha ambigüedad: "qué bueno, me quité el miedo".

¿Podría haber sido de otra manera? Seguramente. Más todavía: creo que durante mucho tiempo volví a caer en relaciones en donde el hombre era... no cruel (porque no lo era) sino tosco, muy ensimismado... y yo, demasiado tímida e inexperta como para comunicarle al otro mis necesidades.

Aun así, no sé si el error fue tal. Quizás deba entender que hay momentos que sólo fueron como pudieron ser... y ya. Eso me sopla mi vocecita mosca muerta. "Pero mosca muerta, ¿te parece?" "Sí, nena, el tipo te gustaba y te dio mucho más de lo que hoy podés reconocerle. Tenía 30, hizo lo que pudo... y vos... y vos... y vos pudiste desbloquearte", me dice ella.

Ah, qué términos tan técnicos los de mi vocecita pensante. Gracias. Me convence. Sí. A no rezongar por esas experiencias que ni fu ni fa, que, como dice Paula, también son parte del baile y a reírnos, porque los relatos serían un bodrio sin las dificultades.

¿Qué se animan a decir de su "primera vez"? ¿Adjetivos para definir aquella experiencia?


*A lo Guinzburg.


"Gozar hasta que me ausente"

Publicado: 04.09.2012 | 11:05

El viernes mi prima publicó en el FB un link de temas de una tal Paloma del Cerro. Indagué su música, los pocos videos subidos a Youtube y era tal la rareza de su propuesta que en un primer momento me costó digerirla (aunque me atrajera); aun así, hubo un tema que me entró sin filtros, sin juicio, sin peros... y es el tema que le da el título al álbum (ni más ni menos): "Gozar hasta que me ausente".

Y resulta que ahora que me siento a escribirles, lo único que se me viene, cual punta de ovillo o cual imperativo, es dicha frase: gozar hasta ausentarme. Oh, sí, eso quiero HOY que me pase.

Entonces, sin ser muy amiga de las listas, voy a caer en una de ellas, todo sea por volver a perderme a través del recuerdo de esas pequeñas muertes. Empiezo:

El primer sorbo del café con leche. El estómago vacío, el azúcar dejando su marca por la espuma y ese primer contacto, tímido, calentito del café con mi sistema digestivo.

El abrazo de partida y reencuentro con mis hijas. Abrazo en el que aplasto mi pecho contra el de ellas, las besuqueo y las aprieto hasta que me digan BASTA, mami.

La intuición que me agarra de las mechas y me sienta frente al cuaderno o frente a la pantalla: cuando no hay dudas sobre qué escribir, cuando siento que las palabras me están siendo dictadas, aun cuando sea mi ira explayándose acerca de lo que la tiene harta.

El goce más reconocible como tal, aunque no por ello menos importante: el de la intimidad sexual... cuando logro trascender todas las películas de la vida cotidiana y estar con absoluta presencia en el cuerpo, que recibe un estímulo y se excita, y baila -in crescendo- esa danza.

Cuando mis hijas juegan conmigo a la maquilladora artística, y son ellas quienes fingen maquillar (oh, sí, que sea "de mentira", como dice mi hija). Y entonces me pasan chiches por la cara, improvisan garabatos, me tocan el pelo, me lo peinan, me lo despeinan, me lo pintan...

¡El ajo en los salteados de marido! Y la cebolla de verdeo, el puerro, el corazón del alcaucil mojado en aceite y vinagre, el queso fundido. Y todo lo culinario, si ha sido preparado con amor y esmero... y sobre todo el sushi (perdonen que caiga en un lugar tan trillado), con salmón y queso filadelfía, comerlo lento, degustarlo.

El tema "Yo soy mi soberano" de Cordera, últimamente es mi favorito (junto al de Paloma, dale), bailarlo y sentirlo. Dejarme llevar por el recuerdos de los riesgos tomados y los riesgos a tomar; vaya uno a saber por qué ese tema me conecta con mi sentido de misión, con la certeza de que todo es perfecto y vamos por buen camino.

¡Y el dar clases!

¿Y a ustedes? Aunque sea por unas milésimas de segundos, ¿qué goces cotidianos les permiten ausentarse? ¡No dejen de ver el video!


Muy mamá

Publicado: 03.09.2012 | 11:33

Vengo de días de sentirme MUY mamá. Creo que esta conexión extra o especial no tuvo tanto que ver con factores propios o intrínsecos al vínculo, sino más bien con el hecho de que todo el resto de preocupaciones que tienden a distraerme me ne fregaron. Supongo que debo hacer más seguido el ejercicio de gritar mi hartazgo.

Van a pensar que me mando la parte, pero no, créanme que disfruté a rabiar de mis nenas. Fui un soldadito feliz de serlo, de estar asistiéndolas en la espontaneidad de sus deseos, en su "yo quiero" hiperquinético. Que pintar, pintemos, que a hacer tortas con arena, voilà, que a tirarnos del tobogán, ok, que a comer esto, bueno, no, mejor aquello... Ah, sí, antes de que me reten por lo que pareció un consentimiento en cadena, aclaro que en ese estado de receptividad, de estar a su altura, con ellas, fue mucho más fácil que de costumbre negociar y conseguir que ellas también cedan.

Hubo 2 momentos críticos que creí serían el comienzo del fin (de aquel equilibrio). El primero: cuando me senté a quitarme el resto de esmalte de las uñas, y en eso Fede bajó a China de la mesa y el tarro de quitaesmalte cayó de lleno, justo encima del celular de marido.

Fede quiso matarme, yo no me hice del todo responsable... pero por suerte a la media hora habíamos logrado recuperar el eje (y el celular, no me pregunten cómo, revivió milagrosamente). Y ya un par de horas más tarde estábamos paseando en Palermo, como una familia "normal" (¿qué será una familiar normal?), que sonríe, que parece distendida a ojos de un observador externo.

Pasamos por Papelera Palermo, escribimos en unas tiritas nuestros deseos (China y Lupe pidieron los disfraces de Rapunzel, yo pedí "abundancia" para poder comprárselos), que atamos a unas ramas... y un rato después, mientras merendábamos en un café muy cool, con un servicio leeeento (e irritante si estás con niños con sed y hambre), sucedió el otro momento crítico:

Un espasmo de sollozo de la menor, de Lupe, de esos en los que se pone violeta por la falta de aire... y yo, mami, violeta de sólo verla a ella. Llegué a pararme arriba del sillón, saltar encima de China, a mi lado, para llegar a socorrerla. Y en esa travesía, un grito nervioso hacia Fede, y ya luego el abrazo y las palabras que normalizaron su llanto.

También pudimos salir airosos de ese momento, bueno, digo, con relativa elegancia, y en breve seguíamos siendo una familia "normal" de nuevo.

El domingo siguió en la misma sintonía. Hicimos plaza, escuchamos temas varios, fuimos al arenero y pintamos con témperas. Limitados en los movimientos porque todavía no habíamos cobrado, pero sin escenas deprimentes ni gritos desaforados fugándonos o distrayéndonos. Y con la atención muy puesta en las nenas, felizmente sincronizada con Fede en este aspecto. Muy papás ambos.

Y ustedes, ¿cómo lo vivieron? ¿momentos críticos?

En la Papelera, escribiendo nuestros deseos


Deseos colgando


Mami, me asomo por el triángulo


China muy compenetrada


''Lupe, que el pincel salga y vuelva al mismo tarro''



Una vez más

Publicado: 31.08.2012 | 11:53

Y termino la semana con los ojos saltones, bien abiertos, después del sueño de anteanoche. Segunda vez que sueño con un tercer hijo en poco tiempo. Con un bebé varón. Redondito, bello... que en el sueño me inspira, desde luego, mucho amor y me hace sentir... ay, ¿cómo decirlo? ¿No sienten, pregunto a las madres, que cada hijo les viene a activar una pieza entrañable de sí mismas?

¿Al grano? Me desperté perturbada. "Oh, Dios, no, otro niño no, no me hagas esto. ¿Quién es el responsable de ese proyector? ¿Quién me está poniendo ese anzuelo? Si hasta llego a sentir que el bebito cuchicuchi me está pidiendo que lo busque, que lo baje a la vida... no, no y no".

Y si así fuere, Dios, facilitame el trabajo, dame más manos, porque más de lo que hago, no puedo. No podría.

En fin.

Acá sigo, recién vuelta del seminario de Abraham, sentada sobre el piso de goma-eva, mojando la galletita Melba en el té tibio, tomando un sorbo, sacudiéndome las migas, con ganas de NADA, de estar liviana, en paz, reconciliada, con el afuera y conmigo misma... conforme, menos escéptica pero también menos ilusionada... y aún así, abierta, dejando rendijas por donde se cuele vida nueva... me voilà!

Bienvenidos los libres pensamientos.

Las quiero... y las abrazo de nuevo, ¡una vez más!

PD: Para escribirme por privado o por taller inetaller@gmail.com. También abrí cuenta en Twitter con @Ine_blog y quienes quieran festejar los 3 años de blog, pueden escribir a yomeanimoajuntarme@gmail.com.

Una vez más

Alegría momentánea

Publicado: 30.08.2012 | 12:18

"Y las gracias son infalibles", me dice la mosca muerta... con el dedito y suficiencia.

Y sí, hete aquí que ayer en un momento en el que debí frenar el trabajo para salir a comprar con urgencia un ítem femenino al comercio más cercano, recordé palabras de marido: "hay un pantalón de jean en liquidación, a $ 199, en tal local/esquina, andá y miralo".

Pensé: "ya tenés los $ 200 en tu bolso. Necesitás un pantalón nuevo. El puesto, el último que te compraste hará un año, era negro y hoy parece nevado. Pero eso no tendría nada de malo. Lo que definitivamente no es muy cómodo es que estés revisándote el cierre de la bragueta porque tiende a bajarse... y que... sí, decilo: tiene 2 agujeros (recientes, que conste) en la zona de la entrepierna, y tampoco es muy relajado que digamos estar cuidándote para que esos agujeros no queden en evidencia… no por vos, sino por respeto a la incomodidad de terceros".

Entonces fui. Perdí el tiempo.

Llegué. Pregunté por el pantalón en liquidación de la vidriera, "abajo, bajá las escaleras". Bajé. Me acerqué al perchero de los jeans. Me gustó uno, me lo separé. Entonces llegó la empleada... Me atendió. Me trajo el jean (chupín) que Fede me había mencionado. Me lo probé. "No está mal". Y en eso volví al perchero, "¿y éste?" Señalando a aquel que me había gustado de entrada.

Me lo probé. Me gustó más que el ajustado. Gran dilema gran. "Si supieran las lectoras del blog que en este momento estoy con esta duda existencial, que si ajustado al cuerpo, o suelto, como a mí me gusta... ¿como a mí me gusta? ¿Y por qué dudás? Porque seguro que a Fede le gusta más..." "¡¿Cómo, cómo?! Vos, Inés", me tiró mi vocecita mosca muerta, "vos justamente pensando (sí, lo pensaste) en función del gusto de un macho". Se puso firme la vocecita: "elegí el que vos querés, nena".

"Gracias", le respondí a la mosca muerta, ahora sonrojada (y sonrojada yo también).

-Llevo éste, pues -le comuniqué a la empleada.

-Pero podés llevar los 2. El segundo es de regalo, es una promo hasta el domingo –me dijo ella.

-¿Y cuánto más debería pagar?

-Nada.

-¿Los 2 jeans por $199…? Oh. Bien, bueno, si así es, también gracias.

Y ahí mismo me quité mi trapo de jean y me puse el holgado (ya les dije, estaba en un día femenino, necesitaba comodidad y soltura), pagué y bolsa en mano (con el trapo y el ajustado)... y me sentí...

-¿Feliz?

-Naaah –me corrige la vocecita reivindicada- ¿Feliz por una prenda?

-Tenés razón, vocecita, además también estoy harta de la palabra "feliz" que están tan usada... ¿Contenta?

-Sí, contenta.

Okey, así me sentí. Contenta.

¿Cuál es el objeto o prenda que necesitarías o te gustaría comprarte o que te regalen? ¿Cuál fue el último objeto o prenda cuya adquisición te dio una alegría momentánea?

PD: Y aprovecho para recordarles que si tienen ropa de adultos y/o niños que para donar, recomiendo llamar a Florencia Vázquez, de Sacás, Llamás, Donás . Ella pasa a buscarla por tu casa.


Y ahora, sí

Publicado: 29.08.2012 | 11:12

Y ahora sí, mucho más liviana, procedo a dar las GRACIAS.

Gracias porque estoy VIVA, con todo lo que esto implica.

Gracias porque pude y pudimos expresar nuestros hartazgos, y a pesar de las diferencias, reinó el respeto en el espacio.

Gracias porque detrás de esas voces desquiciadas que rechazan, hay mujeres (y algunos hombres) todavía creyendo, todavía apostando por ciertos valores.

Personas que no ignoran la complejidad de la vida, la dualidad del ser humano, que tienen las mismas necesidades materiales, los mismos miedos que la mayoría... y aun así, eligen ahondar en ellas y trabajar por la mejor versión de sí mismas.

Gracias porque el mundo es un pelotazo cósmico, pero acá estamos para recordarnos "vamos que podemos", alentándonos para cumplir con lo que sentimos es nuestra MISIÓN o mandato.

Gracias, y ahora les hablo a madres y futuras madres, porque la maternidad será el trabajo menos redituado en la sociedad... pero las mujeres (ya) podemos valorarlo y aplaudirlo. Oh, sí, no somos un target al que vender productos y servicios. Estamos sembrando valores de futuros hombres, lidiando enloquecidas con las sombras y los fantasmas, todo sea por construir un suelo fértil, digno, real, (más) sano.

Gracias porque cada vez falta menos para que salga el sol y broten los tallos de los árboles.

Y gracias ante todo porque me gusta agradecer y lo hago cuando siento ganas y no cuando vos, vocecita mosca muerta me bajás línea... y porque me equivoco también, sí, oh, sí, era humana, ¿no era así? pero elijo reírme de mí y de la imbecilidad en general... hasta que me duela la cara.

¿Y ustedes? ¿Gracias por qué?

PD: Te estamos acompañando, nena. ¡FUERZA!


Harta

Publicado: 28.08.2012 | 11:24

Estoy harta de los carrouseles emocionales de los demás, de aquellos que se tensan y se fastidian por la primera estupidez que los complica. Y harta de dejar una rendija abierta por la cual se cuela la tensión ajena y hace de mí TAMBIÉN un carrousel emocional.

Y antes de seguir, aclaro que estoy HARTA de que cada vez que escribo o verbalizo estar "harta", una vocecita espiritualmente correcta me advierta cual loro ciruela: "enfocate en lo que deseás." Harta de vos, vocecita mosca muerta, andate a la mier...

Y ahora sí, dicho esto, y reconociendo que mi deseo es denunciar a los cuatro vientos aquello de lo que estoy hasta la coronilla, procedo a continuar con mi lista:

Harta de la gente esnob, de la tilinguería, de la frivolidad. De esa pseudo-espiritualidad que todo lo lava y pseudo-aligera... y esa vanidosa apetencia por aparentar una seguridad falsa, a ojos de la audiencia.

Harta de las personas que no trabajan su deseo ni su envidia y son cómplices de su enana jodida (mientras te dicen "divina" o "linda").

Harta de los eufemismos a las que uno recurre por miedo a que se revele la propia enana jodida, o acaso la guerrera filosa, esa que pide a gritos que le den bola.

Harta de aquellos que adoran con obsecuencia nombres y apellidos, marcas, etiquetas, conceptos grandilocuentes, filosóficos, con aparente peso... e ignoran y desprecian la calidad y calidez de lo vivo, de lo anónimo, de lo que no ostenta, de lo genuino.

Harta de los discursos en los que me adjudico todos los méritos y me victimizo.

Harta de victimizarme, sí, pero también de no poder hacerlo porque la vocecita mosca muerta te viene a bajar línea. Harta de que toda la responsabilidad de mi vida sea propia... y harta, carajo, de las contradicciones de mi persona.

Harta, por último, de la solidaridad que se dice (y no se ejerce), de la huevada cósmica de la tele, de la bipolaridad política, de los intereses capitalistas y de la vida al trote, desquiciada, ya, urgente, a las corridas... que no asume su propia muerte.

Hoy es día de catarsis, ¿de qué están hartas ustedes?


Crucemos los dedos

Publicado: 27.08.2012 | 11:59

Empecé el fin de semana decepcionada, dolida, angustiada (me reservo el motivo de aquel berenjenal) y lo transité en las antípodas.

Fortalecida, en paz y reconfirmando que hoy tengo, hago y soy lo que quiero. Que mucho de aquello que proyecto y no se concreta, con lo "doloroso" que puede resultar para mi ego... cuando lo miro de cerca, sin obsesión y sin idea fija... "oh, no, no era esto lo que quería".

Empecé el fin de semana con el pecho crujiente, abarrotado, y ya el sábado pude encontrarme en una escena familiar sublime, de mis favoritas:

Fede, guitarra en mano, reinterpretando algunas de las canciones que había compuesto durante mi primer embarazo. Entre éstas, la que le cantaba a su primera hija, todavía en camino, cuando la imagen que de ella teníamos era la de un renacuajo pegando saltos, todo a través de una ecografía.

Y más aún. Yo también canté, volví a hacerlo. Mi tema. El único tema que alguna vez canté arriba de un escenario, allá por el 2005, saliendo con el chico Buda, en un teatro medio pelo. Única vez que un sorbo de whisky no me dio arcadas, y ya en breve, en días, me explayo acerca de aquella escena.

También comimos rica pizza, de jamón cocido natural y morrones, les compré a mis niñas unas vinchas muy originales en la feria y señamos salón, con mucho entusiasmo, para el cumpleaños de hija mayor.

Con Fede discutí al principio, en esa amenaza de finde catastrófico y ya luego fuimos compañeros... y padres pacientes, o no tan intolerantes y crispados como sí otras veces.

En síntesis, no sé si fueron días fáciles, aunque para mi sorpresa, terminaron siendo muy disfrutables. Probablemente no hubieran sido así, sin el traspié del inicio. Así, como cuando uno sana después de enfermo, o cuando el sol sale tras una seguidilla de días mojándose, me sentí más consciente que nunca de "lo que vale", en todos los planos. Y bajo ninguna circunstancia quisiera volver a perdérmelo.

Crucemos los dedos.

Y ustedes, ¿cómo lo transitaron? ¿Y ahora cómo se están sintiendo?

Niñas bonitas
Preparándonos para el cumpleaños
Miren la vincha de la mayor
China peina a su hermana

Mini Bio

Inés es actriz, autora y directora de cine. Actualmente se encuentra desarrollando su primer largometraje. Es mamá de China (4 años) y Lupe (2 años); y está cargo del "blog de la mamá" desde septiembre de 2009.