Todo a Babor. Revista divulgativa de Historia Naval
» Listado de los Navíos de Línea

Navío Magnánimo

Nombre común: Magnánimo Porte del navío
Advocación de: San Justo y San Pastor
Porte: 74 cañones
Botado en: El Ferrol, 1754

» Historial del navío.

Botado en los astilleros de Esteiro, El Ferrol, en 1754 por el sistema de contrucción de Jorge Juan ("La política naval española del rey Carlos III", Enrique Manera Regueyra, R. G. M., agosto 1986, página 192), perteneciente a la serie de los "Doce Apóstoles" (ver navío Oriente). Por nombre religioso tenía el de "San Justo y San Pastor".

         Desde su entrada en servicio estuvo destinado a la escuadra del departamento de El Ferrol. En agosto de 1758 fue carenado en El Ferrol y en 1761 se encontraba en el arsenal de La Carraca para ser sometido a nuevas obras al presentar sus maderas casos de pudrición. En 1759 se encontraba en el puerto de El Ferrol (R. H. N., nº 43, año 1993, página 109), al igual que a finales de marzo de 1760 (ver navío Rayo). En enero de 1762 se encontraba en la bahía de Cádiz (ver navío Real Fénix). En septiembre de 1762 se ordena que pase a El Ferrol.

         El 26 de enero de 1763 zarpa de Cádiz con destino a El Ferrol acompañado por el navío Eolo, la fragata Venus, que iba a Buenos Aires, además de otros buques con otros destinos, Caracas, mar del Sur, La Habana y Cartagena de Indias. A las tres horas de haber zarpado les sorprende un temporal del NO, perdiéndose una de las naves el 29 de enero, y la fragata destinada a Caracas se perdió la noche del 1 de febrero. En junta de oficiales se decide regresar a Cádiz por las muchas averías, entrando el 12 de febrero. Vuelven a zarpar rumbo a El Ferrol el 14 de mayo con naves españolas y francesas, llegando sólo el día 26 (R. G. M. septiembre 1928, Julio Iglesias, "Recuerdos de la Real Armada y de la Civil", páginas 377- 378).

         A petición del virrey Cevallos, se preparó en la península el envío de tropas para cubrir el terreno y fuertes recobrados a los portugueses. En el puerto de La Coruña embarca en 1764 un batallón de voluntarios de Cataluña. Acompañado de la saetía Catalana llega al puerto de Maldonado el 12 de diciembre de 1764, donde desembarca las tropas  (Carlos Correa Luna, "Campaña del Brasil, antecedentes coloniales", Tomo III, páginas 114-116).

        En 1767 fue uno de los buques que participaron en el traslado de los jesuitas desde el Río de la Plata a El Ferrol (Francisco Javier Bravo, "Colección de documentos relativos a la expulsión de los jesuitas", páginas 74-75).

        En abril de 1777, al mando del capitán de navío don Carlos Torres, zarpa de Cádiz con rumbo a La Habana, tocando en varios puertos. Llegado a la capital cubana, se incorpora a la escuadra del teniente general don Juan Bautista Bonet, el cual iza su insignia en el Magnánimo (Alberto Orte Lledó, "El jefe de escuadra don Antonio de Ulloa y la Flota de Nueva España, 1776-1778", página 52.

         A finales de junio de 1779, al comenzar la guerra con los británicos, se encuentra en la escuadra de La Habana al mando del teniente general Bonet, desde donde realiza  varias salidas para proteger el tráfico marítico. Participa en la toma de Pensacola en 1781 con la flota al mando del jefe de escuadra don José Solano Bote (ver navíos San Luis y Gallardo). El 11 de diciembre de 1781 apresa a la fragata corsaria británica Hero.

        A primeros de año 1782 se encontraba en La Habana en mal estado. Cuatro de los navíos de esta escuadra, entre ellos el Magnánimo, estaba inútiles para combatir en el mes de abril, siendo necesario enviarlos a la península para hacerles reparaciones en el dique (Francisco Morales Padrón, "Diario de Don Francisco de Saavedra", página 294).

         El 5 de marzo de 1782 zarpa de La Habana con la escuadra de siete navíos al mando de don José Solano Bote para escoltar un convoy de tropas de setenta mercantes al puerto francés de Guarico, Santo Domingo (ver navío San Juan Nepomuceno).

         En 1790 se incorporó a la escuadra formada por el incidente de Nootka, puesta al mando del teniente general don José Solano Bote, marqués de Socorro, estando al mando del capitán de navío don Joaquín de Iturriaga e insignia del jefe de escuadra D. Miguel Alfonso de Sousa.

        En 1793, al mando del capitán de navío don Ramón Topete y Fuentes, se incorpora desde El Ferrol a la escuadra del teniente general don Francisco de Borja, que se encontraba en Cartagena. Zarpa de Cartagena el 23 de marzo de 1793 para realizar con esta escuadra la campaña de Cerdeña contra la República francesa (ver navío Real Carlos). Con la misma escuadra se dirige al Cantábrico a mediados de 1794.

        Se hunde en un naufragio en aguas de Sisargas, a causa de la niebla, el 11 de julio de 1794, estando al mando del capitán de navío Topete cuando subía en cabeza de la escuadra de Borja rumbo a las aguas del Cantábrico. Al ir en vanguardia comenzó a disparar sus cañones para avisar a la escuadra del peligro. Se consiguió rescatar toda la artillería y pertrechos del navío. Al llegar a El Ferrol, el capitán Topete fue absuelto en el consejo de guerra posterior.

  • Por Santiago Gómez.

El naufragio.
(Extraído del libro Naufragios de la Armada Española. 1867 Escrito por don Cesáreo Fernandez Duro).

Cruzaba sobre las costas de Galicia la escuadra del general Borja, compuesta de ocho buques, sin haber tenido otra ocurrencia en muchos días que la presa de un cúter francés, y habiendo recalado sobre Cabo Prior el 10 de Julio, con ventolinas flojas del NE., se levantó una niebla tan espesa, que ni pudo reconocerse la costa ni se veían los buques unos á otros. El primer piloto de la escuadra la consideraba á seis millas del mencionado Cabo, é indicó la conveniencia de tomar la vuelta de fuera, lo que se hizo, marcando con cañonazos disparados á intervalos la posición del navio San Fernando, de la insignia.

Al dia siguiente las ventolinas, siempre flojas y variables, levantaron un tanto la niebla descubriendo la tierra, para cuyo reconocimiento viró la escuadra en su vuelta, aunque hubo de revirar por la tarde, per haberse vuelto á cerrar todo. El navio Magnánimo de 74 cañones, mandado por el capitán de esta clase don Ramón Topete se conservó muy inmediato al San Fernando, deseando no perderlo de vista con la niebla: el viento seguía calmoso, arrancando una milla por hora á los buques, que llevaban todo su aparejo, y se dijo á la voz al primero que se desatracara, para evitar averías, durante la noche. Hízolo asi, aprovechando el viento á todo ceñir, hasta que un fuerte sacudimiento sentido á la una despertó al comandante y á la tripulación franca, que descansaba. La niebla seguía tan espesa que se dudó si el navio había abordado algún otro de la escuadra, hasta que la repetición de los choques, hizo ver que se encontraba varado. Se dispararon cañonazos y cohetes que lo indicaron, se aferró el aparejo, se echaron al agua las embarcaciones para sondar y reconocer el paraje, resultando encontrarse el buque literalmente encajonado entre piedras que salían, fuera del agua, y que en pocos momentos abrieron varios rumbos en la bodega y dieron paso al agua, que llegó á la cubierta de la segunda balería, inundándola lodo.

Inútil era en tal concepto pensar en la salvación del navío, y las providencias hubieron de dirigirse al cuidado de la gente, que se agrupaba silenciosa y medio desnuda en la cubierta esperándolas.

Un nuevo reconocimiento de los boles, favorecido por la calma, descubrió que la varada habia tenido lugar en la isla Sisarga, en la cual se determinó desembarcar, empezando por los enfermos.

El 15 amaneció como los dias anteriores; la niebla no permitía descubrir nada á más de una milla de distancia, y si bien se habia seguido disparando cañonazos de auxilio, era muy difícil que los otros buques pudieran tener idea exacta de la situación del Magnánimo, cuyos 500 tripulantes, en seguridad ya, sin más desgracia que la de un soldado que se ahogó, se veían sin víveres ni agua, estenuados por la fatiga de la noche anterior y por el trabajo que seguían, trasladando a tierra velamen y portrechos. Despejando la atmósfera, la escuadra acudiría indudablemente en auxilio de los náufragos; pero podía muy bien durar la insistencia de las nieblas, y sn este caso sería comprometida su situación.

Tales razones decidieron al comandante á privarse de los servicios del primer bote, que fue convenientemente dispuesto y despachado con el teniente de fragata D. Faustino Guimil para llevar á la Coruña y Ferrol la noticia de la pérdida, providencia acertadísima, pues siguieron tenazmente las nieblas, alejándose la escuadra del Magnánimo, cuya suerte ignoró hasta su desaparición. Esto no obstante, salieron del Ferrol y la Coruña, tan luego como llegó el oficial comisionado, la fragata Sabina, el bergantín Cuervo y varias lanchas con toda clase de socorros. La primera, dirigida por un buen práctico, llegó al lugar del siniestro á las cinco de la tarde del 15, y fondeó con su anclote á una milla de la Sisarga, enviando en el momento sus embarcaciones y gente para ayudar al salvamento de pertrechos.

También llegaron sin novedad las lanchas de auxilio: el bergantín Cuervo, no tan afortunado, sin embargo de navegar con toda precaución, precediéndole el práctico sondando, arrastrado por la corriente, fue á dar en el arrecife que sale al E. de la isla, de que salió con dificultad, no sin arrojar al agua 10 cañones, dos anclas y algunos otros efectos.

Hasta el 8 de Agosto se continuó sacando pertrechos del Magnánimo, aunque se había acostado sobre una banda y llegaba el agua al combés. Este día se entabló el viento fresco al NE. con mar, haciendo peligrosa la permanencia en aquel lugar desabrigado, en atención á lo que, embarcada toda la gente, fue llevada á Ferrol.

El parle del comandante, de estilo especial, dice así:

  • «Señor: Si es lance para el honor de un oficial que desea conservarle en el aprecio del Rey su Amo y de sus superiores, experimentar la irremediable y desgraciada pérdida de lo que se le encarga, ese mismo me sucedió á mí á la una y media de la mañana del dia 12 del corriente. Dígnese V. E. con su notoria piedad y justificación considerarme confundido entre tan tas providencias para salvar á S. M. cuanto me fuese posible del navio Magnánimo, antes de mi mando, ya usando de mis medios y ya con los que se sirvió prestarme el activísimo celo del Excmo. capitán general del departamento, á cuyo nivel procedió igualmente el Excmo. comandante general de la escuadra, remitiéndome la fragata Sabina, que dejó su lancha esquifada y porción de víveres.

  • »Hasla la fecha se han salvado la mayor parte del velamen, mucha balería, motonería de respeto y pendiente, alguna arboladura, cantidad de armas blancas, la capilla, un ancla de leva, un anclote y otros muchos efectos, que aviso al capitán general diciéndole que ínterin el navio subsista en el sitio peligroso que varó, nada más que lo referido puede salvarse, y que por esta razón y el plazo que tarde en deshacerle la mar, somos en esta isla de Sisarga casi de sobra, según mi sentir, respecto á que lo que hay que sacar es artilleria y anclas, envuelto todo en el navio, que representa en sus dos bandas ó costados ya un libro cerrado, por faltarle los baos y cubiertas.

  • «Noticiólo así a V. E., etc. Isla de Sisarga 25 de Julio de 1794.—Excmo. Sr.—Ramón Topete.»

El consejo de guerra declaró á este jefe absuelto de todo cargo.

» Dimensiones.

 
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» Artillería.

 
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» Dotaciones.

 
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Observaciones.

 

 

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