Hombre de paradojas

Por Javier Calvo

29/04/12 - 01:30

 

No deja de ser paradójico que al hombre que hizo la compra de medios más impactante de los últimos años le disgusten tanto los periodistas. Desconfiado a la enésima potencia, mira a los ojos cuando habla, en tono campechano y áspero a la vez, otra paradoja. Explica su incomodidad al decir que el periodismo siempre lo castiga injustamente y sin conocerlo.

Porteño de nacimiento y patagónico por adopción, prefiere andar poco por Buenos Aires. Aunque tenga un amplio piso en el Madero Center (como Cristina y Boudou) su reducto predilecto es coherente con su perfil bajo: el recoleto restaurante italiano Mancini, en Libertad y Posadas, donde elige un reducto del subsuelo, fresco, con una sola mesa y bodega, y en el que los celulares ni siquiera reciben señal.

Sin perder jamás la calma, defiende con el mismo ímpetu tanto el modelo K como su trayectoria empresarial, y repite que no tiene nada que ocultar. Cuesta creerle ante la vertiginosa velocidad a la que crecieron sus negocios hiperdiversificados en los últimos años.

Se refiere con afecto a Néstor Kirchner, con respeto a Cristina Fernández y con odio/desprecio a Elisa Carrió. Sostiene que se siente tan radical como peronista; de hecho, varios de sus más cercanos colaboradores provienen de la UCR. Y sonríe cuando ve que algún dirigente del Frente Amplio Progresista critica su multiplicación mediática: construyó e inauguró su casino más importante en Rosario con la venia y la presencia de los socialistas Miguel Lifschitz y Hermes Binner. Eso es tan paradójico como decir que recién con Cristóbal López los medios de Daniel Hadad serán oficialistas.