LA MUGRE TAPADA DE NUESTRO FUTBOL

Narcotizados de tanta pasión

Por Gonzalo Bonadeo

29/04/12 - 01:38

 

Supongo que la vida no siempre es así. Tal vez por eso nuestro fútbol está destinado a ocupar un espacio de privilegio y le toca ser uno de esos asuntos en los que poco cambia y nada mejora en lo que va de una semana a la otra.

Suena feo esto de tirarle todo el fardo a “nuestro fútbol” cuando, desde ya, el juego en sí –unos cuantos de los que intentan jugarlo– no tiene gran responsabilidad en el tema. Pero si no a “él”, ¿a quién echarle la culpa? No son sino emergentes del fútbol los dirigentes que ya desquician al más desprevenido con imbecilidades que, si fuésemos generosos en darles entidad suficiente, ya parecen provocaciones.

No es sino en nombre del fútbol que el “mercenariaje” se disfraza con los colores de una camiseta y, no conforme con vivir del club al que los demás hinchas de buena ley bancamos, decide cuándo y cómo se juegan los partidos.

Es por el fútbol que se crean organismos de seguridad especializados en fracasar sistemáticamente –¿a veces adrede?– mientras se arrogan el derecho de programar, reprogramar y desprogramar fechas con argumentos que contradicen las decisiones tomadas por esos mismos organismos una semana antes.

De fútbol se supone que hablan los cráneos que, esta última semana, quisieron hacernos creer que en la próxima temporada habrá campeonatos diferentes.

Tiene que haber torneos cortos porque así hay dos campeones –es decir, eventualmente, dos festejos– por año. Pues bien. Consagremos un campeón por mes y, en dos años de buen reparto, podríamos celebrar títulos todos los hinchas de equipos de Primera y otros cuatro de los que asciendan.

A propósito de ascensos, eliminan las promociones para bajar el nivel de exasperación. Pero sostienen a los barras que son los que realmente exasperan. Y siguen los promedios, un invento más distorsivo que el impuesto al cheque.

Nadie que sea capaz de encontrar su nariz frente al espejo puede creerse los argumentos de los torneos “no nuevos” que acaban de anunciar. Como tampoco se creerán los argumentos que se difundirán cuando, quizás, dentro de menos de un mes se haga la enmienda y, finalmente, haya un solo torneo de 38 fechas.

Escuchar descomprimir histerias a los mismos dirigentes que echan a un entrenador después de cinco partidos es tan útil como invitar a Roberto Giordano a la Feria del Libro. O a cualquier otro lado...

Y así como me aburrí hace una semana enumerando barbaridades sin nombres propios, me aburro ahora repasando la semana con el CADU empezando con ocho jugadores ante Midland por un piquete, con la postergación media hora de Lanús y Racing porque hubo que rescatar en moto al árbitro en medio de otro corte de calles, con Barracas Central-San Lorenzo postergado en Provincia para jugarlo en Capital como si en un distrito el eventual choque de hinchadas fuese a ser más peligroso que en el otro. O quizás de una semana a la otra muchos barras de uno u otro equipo dejen de interesarse en el asunto. Me aburro recordando que el CoProSeDe hizo jugar a Estudiantes y a Vélez a las 15 de un viernes en el mismo predio en el que, cuatro horas más tarde, comenzaría un recital de rock mientras dos semanas antes estaba prohibido disputar en su distrito dos partidos el mismo día a varias horas y 50 kilómetros de distancia.

Me encantaría no endilgare tanta imbecilidad, tanta mentira, tanta impudicia, tanta corruptela y tanta incoherencia al queridísimo fútbol. Y hablar sólo de Riquelme, de Trezeguet, de Valeri, del Burrito Martínez, de Romagnoli, de Román Martínez, del Tata Martino o de Gareca. Ellos y tantos más son claramente el fútbol que tanto queremos. O del éxito foráneo de Bielsa o de Simeone. O de la mala semana de Messi y de Higuain, que siguen siendo una maravilla. Hasta de un Latorre, un Arcucci o un Verea que desde los medios honran el deporte que aman y que tantos que viven de lo mismo que ellos deshonran.

Lamentablemente, tanto adoramos al fútbol y tanto se genera a su alrededor que la infatigable usina generadora de garcas que nos rodea se aprovecha de nosotros, narcotizados de tanta pasión.