curiosidades de un levantador

Hadad, el hombre de teflón

Mostró su disposición a tragarse todos los sapos cuando se comió una hamburguesa en cámara. Sinuosidades y millonarias pautas oficiales.

Por Jorge Lanata

17/03/12 - 10:22

 

Hace años, en el túnel del tiempo, Daniel Hadad se comió en el aire una hamburguesa de McDonald’s: había un chico internado con escherichia coli y la denuncia del hecho en Día D provocó que muchos de los locales quedaran vacíos. La estrategia de la compañía de comidas rápidas fue desastrosa: hacer que Hadad abriera su programa en América TV comiéndose un Big Mac. Fue peor: los McDonald’s redujeron su público un ochenta por ciento. Para mi asombro, descubrí meses después en una revista de la industria publicitaria una nota titulada “El factor Lanata”, donde se analizaba que, frente a una crisis, lo mejor que puede hacerse es reconocer el error y tratar de enmendarlo.
Hadad, en ese tiempo, parecía encaminado a comerse el mundo: había dejado atrás su pasado carapintada y su bigote militar, y era una especie de yuppie del subdesarrollo decidido a comprar medios, que se pavoneaba de su apoyo en el gobierno menemista y sus buenos contactos con la embajada norteamericana.

Había, en el medio, miles de anécdotas: según muchos, Hadad era una especie de agente secreto que atesoraba grabaciones privadas de personajes públicos; he visto gente poderosa que le tenía miedo y he escuchado cientos de sobrenombres: Daniel El Terrible, Daniel Maldad, el Fenicio, etc. Alguna vez, creo que en el cumpleaños de su mujer, alguien disparó una ráfaga de balazos desde un auto.

El hoy denominado Grupo Hadad comenzó a crecer con Radio 10 y tuvo su primer traspié con Canal 9, que terminó en manos de unos rarísimos australianos y después en el dominio de un señor latino de apellido capicúa. Para entonces Hadad entendió que no estaba para las Grandes Ligas, dejó la profesión de periodista y posó de millonario en las vidrieras de las revistas.
Víctima de una paradoja, quiso ahora el destino que quien lo llevó de la mano hasta el escritorio de Néstor Kirchner apareciera como sujeto de su censura, aunque parece mas verosímil que quien despertó la ira oficial en el programa de Longobardi haya sido el Turco Asís hablando de Boudou, y Alberto Fernández la ligó de rebote.

Las excusas de Hadad al día siguiente lo muestran como un hombre hecho de puro teflón: dijo sin inmutarse que el programa se había excedido en el horario. Cuando le preguntaron por qué no había salido la habitual repetición expresó:
—El programa hay días que se repite y hay días que no, aleatorio, sin entrar detalles en la fórmula utilizada.
—Asumo mi exceso de formalismo –resumió sin que se le moviera un pelo.
Nada dijo del comentario de Alberto Padilla, ex presentador de la CNN, invitado al programa que no llegó a salir al aire. “Existió un llamado del ministro De Vido –dijo Padilla– por orden de la presidenta Cristina Kirchner, al dueño del canal para que el programa se levantara”.

Hay quienes ponen en duda el calificativo de “dueño del canal”. Hadad, un tipo rápido para los negocios, habría vendido el 120% de C5N: lo acompañan Gerardo Whertein (dueño de Telecom y La Caja), Jorge Brito (del Banco Macro) y Claudio Belocopitt (de Swiss Medical). Lo de 120% no es un error de imprenta. Hadad tiene cuatro radios FM y una AM en la misma zona geográfica y debería desprenderse de dos, pero es evidente que Mariotto se olvidó de pedírselo.

C5N emitió entre mayo y octubre pasados 1.200 minutos de pauta oficial nacional, el doble de minutos que su principal competidor, TN, que lo triplica en audiencia. Mientras el público cautivo de Radio 10 lo insultaba en el chat de la página web, Hadad encontró un cálido defensor: quienes pudieron escuchar el jueves su diálogo con Víctor Hugo Morales dicen que fue el top ten de la vergüenza ajena. ¿Les pedirán tanto a ambos?