GOBIERNO SIN DIALOGO

Desmesura para todos

Cristina se aísla y se pone cada vez más confrontativa. La necesidad política de construir mecanismos que garanticen imparcialidad.

Por Alfredo Leuco

17/03/12 - 10:20

 

Llamado a la solidaridad de nuestros lectores: se necesita diálogo de cualquier grupo o factor. Es el producto más escaso. Prácticamente ha desaparecido de las venas por donde circula la democracia y eso produce una peligrosa anemia. Ya lo dijo Raúl Alfonsín: si la política no es diálogo, es violencia.

El Gobierno perdió la brújula. Es insólito porque tiene una legitimidad del 54% de los votos y una soja que vuela arriba de los 500 dólares. Sus cascotazos contra todos y todas fueron enrareciendo el clima. En su desmesura, Cristina acusó a periodistas de nazis, antisemitas y videlistas y Amado Boudou, de mafiosos. ¿Queda algún insulto peor? ¿Destituyentes y oligarcas ya no alcanza? ¿Qué viene después de esto para castigar a los que piensan distinto? ¿Qué señal se les envía a las bases desde la cumbre del poder? El colmo es que la Presidenta no siente culpa alguna por desobedecer una orden de la Corte Suprema de Justicia. Sigue discriminando con su pauta que no pauta a Perfil y no registra el daño institucional que produce ese conflicto de poderes.

El oficialismo fue pluralista para repartir cachetazos a toda la dirigencia política. No se salvó nadie. A los radicales los atendió Julio De Vido en el Senado y casi once años después, les pasó la factura del país en llamas que dejó Fernando de la Rúa. Mauricio Macri funciona como los muñecos que reciben todos los pelotazos del subte, los cortes de la autopista Illia y las acusaciones de vago, caprichoso e incapaz de hacerse cargo de la administración del gobierno. El resto fue acusado por la ministra Nilda Garré de producir bloqueos de rutas “extorsivos, salvajes y desestabilizadores”. Metió en esa bolsa a todo el espectro, desde el centro a la izquierda: Hermes Binner, Pino Solanas, Néstor Pitrola, Juan Carlos Alderete, Vilma Ripoll, Humberto Tumini y Christian Castillo, entre otros. Varios de los apuntados denunciaron macartismo y su preocupación porque la figura de “extorsión”, está incluida en la nefasta Ley Antiterrorista.

En el mismo terremoto está la relación del Gobierno con el mundo empresario y con todos los sindicalismos. Con la CGT de Moyano, hay guerra declarada hasta la caída del camionero. Con la CTA de Pablo Micheli, el objetivo es matarlo con la indiferencia. Y con la de Hugo Yasky, que no gane para sustos. Las tristemente célebres acusaciones reaccionarias de Cristina a los docentes incendiaron el debate en el gremialismo K.

Hasta los kirchneristas no automáticos como Daniel Scioli recibieron su merecido. Cristina, en público, defendió los intereses económicos de Daniel Hadad cuando le recriminó a Scioli que le pusiera más dinero en publicidad a Mitre que a Radio 10. Justo un día después del manoseo al que fue sometido Marcelo Longobardi cuando lo sacaron del aire. No es la primera vez que Longobardi acepta eso. En América TV ocurrió algo similar con el programa Fuego cruzado, aunque aquella vez el llamado que dio la orden de Julio De Vido fue para Daniel Vila.

Los familiares de las víctimas de la masacre ferroviaria de Once siguen esperando contención y justicia. No recibieron ni una palabra de consuelo por parte de ninguno de los organismos de derechos humanos que están siempre tan atentos para aplaudir al Gobierno. Miraron para otro lado en la desaparición de Julio López, el asesinato de Mariano Ferreyra y tantos crímenes similares como los de la provincia de Formosa.

Esto abre una necesidad urgente: la de construir otras entidades, pluralistas y prestigiosas que sin camisetas partidarias sean capaces de solidarizarse con los que sufren nuevas violaciones a sus derechos: las Madres del Dolor, las víctimas de accidentes o de la trata de personas, las Madres del Paco, entre otras.
Es tan despiadada la obligación de estar de un lado o del otro que han generado los Kirchner, que el resultado es la fractura o la cooptación de casi todas las organizaciones de la sociedad. Las presiones que padeció Aldo Donzis, presidente de la DAIA, fueron patéticas. Tuvo que apelar a la ambigüedad diplomática para quedar bien con todos y, finalmente, no convenció a nadie. No se recuerda de Cristina una condena similar cuando Hebe de Bonafini caracterizó al periodista Horacio Verbitsky como “un judío pronorteamericano”.

Aquí aparece en forma descarnada la urgente necesitad de edificar un diálogo político. No puede ser que cuando los cortes de ruta son contra Macri, el Gobierno los aliente. Y que los condene sólo cuando son en contra de Cristina. Hay mucha agenda de Estado para acordar en esta Argentina que da volantazos y golpea contra los extremos. Una mesa entre todos los partidos democráticos y los movimientos sociales podría establecer que cualquier reclamo debe ser escuchado de inmediato y que todas las violaciones a la ley deben ser condenadas sin que importe si afectan a Cristina, Macri o Antonio Bonfatti. Nuevas reglas del juego que permitan bajar los decibeles y la crispación y que faciliten la convivencia y la salida de Cristina de su aislamiento. Es tan claro lo que está pasando, aunque los ministros lo callen por temor, que esta semana la jefa de Estado recibió fuego amigo. Dilma Rousseff dijo que la reina Cristina está desnuda y tiene el 20% de inflación, mas allá de las obligadas desmentidas formales posteriores. Fronteras afuera, también se escuchan las broncas de Pepe Mujica y de Fernando Lugo por las trabas para exportar. Ni que hablar de las relaciones con España y con Inglaterra que por culpa de las espasmódicas decisiones sobre YPF y Malvinas están en el peor momento.

Cristina puede perder su lugar en el mundo que no es Calafate, sino el Grupo de los 20.
En el mismo sentido opinó Jose Pablo Feinmann, cuándo no, en un reportaje que le hizo Bonafini para la revista Sueños Compartidos.

El mismo que cometió sincericidio cuando confesó lo “incómodo que le resultaba bancar a un matrimonio multimillonario que habla del hambre”, dijo ahora: “Cristina es brillante, inteligente, y ahí se cae en la tentación de poder hacerlo todo y de considerar sobre todo que nadie puede hacer las cosas mejor que ella, lo cual probablemente sea cierto porque es una mina brillante. Pero va a caer en el unicato y en un cristinismo total que la va a aislar.” A confesión de partes, relevo de pruebas.