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Las dudas que los norteamericanos tuvieron inicialmente sobre la política que el gobierno de Frondizi adoptaría respecto de Estados Unidos fueron despejándose gradualmente con los primeros actos del presidente electo. (1) Inmediatamente después de las elecciones, Frondizi declaró que deseaba establecer relaciones amistosas con Estados Unidos y que existían tres cuestiones económicas fundamentales que le preocupaban en relación con ese país: la ayuda financiera, las políticas comerciales y el programa de excedentes agrícolas. En mayo de 1958, cuando Frondizi asumió el mando, llegó al país una misión norteamericana encabezada por el vicepresidente republicano Richard Nixon y el presidente del Eximbank Samuel Waugh, quienes se encontraban de gira por América latina. 
   
Esta gira trajo muchas consecuencias para la región, ya que los hechos producidos alarmaron al gobierno de Washington, cuya principal preocupación era evitar la expansión del comunismo en el continente. En todas las reuniones que mantuvo con los gobernantes latinoamericanos, Nixon recibió la misma descripción de los problemas regionales: la situación social y económica de los pueblos era tan precaria que, de no mejorarse, conduciría a explosiones sociales. Ante tales expresiones, el vicepresidente norteamericano sólo pudo responder que los latinoamericanos debían estimular la inversión privada, reiterando la oposición de su gobierno a los acuerdos respecto de productos, los préstamos a empresas estatales y la asistencia para el desarrollo de América latina. Nixon había sido instruido de atenerse a las premisas clásicas de la política económica norteamericana. Pero Nixon no recibió solamente descripciones: en Montevideo fue hostigado por estudiantes de derecho; en Perú fue apedreado por los estudiantes de Lima, y finalmente en Caracas, Venezuela, fue atacado por el populacho. Esto nunca había sucedido con anterioridad y constituyó un llamado de atención muy grande. (2)  
    El viaje de Nixon generó un replanteo de la política norteamericana hacia América latina. La Nación preveía que esto sucedería:

(...) el viaje de Nixon ha llevado a los EE.UU. a darse cuenta de que América Latina -otrora se la consideraba como región segura- se ha convertido en un problema principalísimo debido a la aceleración de la acción comunista en esa región. La violenta reacción a la gira de Nixon no podría haber sido tan intensa si los agitadores comunistas no hubieran sido capaces de capitalizar el latente sentimiento anti-norteamericano y el antagonismo a la política económica de los Estados Unidos. Aparentemente Nixon presentará un informe en el cual se delinearán los cambios que deben producirse en la política americana. Los cambios propuestos según han señalado comprenderán probablemente:
1- la aplicación de una política más fría con respecto a las dictaduras, pero sin intervención de los Estados Unidos en los asuntos nacionales.
2- la reorganización de la diplomacia de los Estados Unidos. Lograr que los diplomáticos americanos tengan un mayor contacto con las personas que van a desempeñar en el futuro un papel importante en América latina.
3- una mayor conciencia por parte de los Estados Unidos de los movimientos que afectan a la economía nacional de los países latinoamericanos.(...) (3)

Nixon explicó que los ataques de los cuales había sido objeto habían sido conducidos por comunistas, pero también dijo que existían causas de fuerte descontento en Venezuela y Perú, que el comunismo explotaba para generar mayor hostilidad y malestar. El gobierno norteamericano intentó minimizar los hechos y difundir la versión de que los incidentes habían sido causados por una pequeña minoría, y que sin duda representaban una fase de la conspiración comunista. Así al menos lo expresó Milton Eisenhower, hermano del presidente, y también el secretario de Estado John F. Dulles. Pero el hermano del último y director de la CIA, Allen Dulles, señaló que era muy fácil responsabilizar al comunismo internacional, advirtiendo que habría problemas en América latina incluso si no hubiera comunistas. Más aún, su agencia no había encontrado evidencia de que los ataques a Nixon hubieran sido inspirados o dirigidos desde Moscú. De esta manera, el presidente Dwight Eisenhower tomó conciencia de que los incidentes no eran el resultado de una única causa, sino el producto de razones combinadas, reconociendo que en gran parte respondían al subdesarrollo y la pobreza. En consecuencia, los programas de ayuda económica y de fomento comercial resultaban a su criterio tan importantes y vitales a la seguridad norteamericana como cualquier medida defensiva. Esto marcaba el comienzo de un cambio de perspectiva. (4)  
    Las advertencias y pedidos de asistencia que el vicepresidente Nixon escuchó a lo largo de su viaje fueron reiterados por el presidente de Brasil, Juscelino Kubitschek. Dos semanas después de los incidentes en Caracas, Kubitschek envió una carta a Eisenhower, deplorando los ataques a Nixon y señalando que el ideal de unidad panamericana había sido dañado y que algo debía hacerse para restaurarlo. El presidente brasileño postulaba una profunda revisión de los programas hemisféricos. Eisenhower envió inmediatamente al secretario asistente para Asuntos Interamericanos, Roy Richard Rubottom, y luego al secretario John F. Dulles a Río de Janeiro. Kubitschek enfatizó ante los funcionarios norteamericanos que el problema del subdesarrollo tendría que ser resuelto, si se deseaba que los países latinoamericanos estuvieran en buenas condiciones de resistir la subversión y de defender la causa de Occidente. El presidente brasileño consideraba que Estados Unidos debía otorgar una ayuda de 40.000 millones de dólares en los siguientes veinte años. Este programa, denominado “Operación Panamericana”, era el ansiado plan Marshall para América latina. Aunque pocos funcionarios norteamericanos apoyaron el plan de Kubitschek, el punto de vista del presidente brasileño, complementado por cartas privadas a Eisenhower de otros gobernantes latinoamericanos desesperados, fortaleció la posición de aquéllos que consideraban que debía modificarse la política económica exterior. (5) 
    En junio de ese año una misión del FMI llegó a la Argentina, y en julio arribó una misión del Eximbank con el propósito de interiorizarse sobre la situación económica. En ninguno de los dos casos se llegó a acuerdo alguno, pues los representantes de dichas instituciones pusieron como condición para el otorgamiento de créditos la previa instrumentación de un riguroso programa de estabilización económica. El hecho colocaba a Frondizi en una situación delicada, dado que, por un lado, la condición exigida postergaría su plan de desarrollo y provocaría la oposición del movimiento obrero y, por el otro, la aprobación del FMI a su plan económico era un factor indispensable para generar la confianza de los inversores extranjeros que el presidente necesitaba atraer. (6) La política petrolera y energética de Frondizi produjeron una muy buena impresión en Washington. El propósito de cooperación era evidente, y se vio reforzado por la disponibilidad que demostró la Argentina hacia el programa “Operación Panamericana” presentado por el presidente Kubitschek.  
    En agosto de 1958 en Brasilia, el secretario Dulles y el presidente del Brasil dieron a conocer un comunicado en el que ambos países se comprometían entre otras cosas a: combatir el subdesarrollo como medida para afianzar los lazos de la comunidad americana; luchar con determinación por principios religiosos y democráticos; defender el derecho de las naciones a su libertad, y defender el respeto a la individualidad y dignidad del hombre. Frondizi adhirió a este plan ya que no sólo concordaba con el proyecto que pensaba realizar, sino que constituía un verdadero intento de cooperación hemisférica. La idea era lograr reunir un grupo especial de diplomáticos en Washington para que tradujeran en proyectos específicos los amplios propósitos del plan para emprender la lucha contra el atraso económico.  
    Significativamente, en febrero de 1959 el presidente Eisenhower aprobaba la declaración de política NSC 5902/1, en la que, aunque se reafirmaban los objetivos tradicionales de expandir el comercio y la inversión norteamericanos, promover el capitalismo y desalentar el nacionalismo económico, por primera vez se afirmaba que “América latina es y debe ser tratada como un área subdesarrollada”. Incluso se consideraba que la región podría no ser capaz de reproducir los patrones de desarrollo norteamericanos, pudiendo tal vez necesitar un sistema de libre empresa adaptado a las condiciones locales. En consecuencia, para asistir a los latinoamericanos y asegurar la estabilidad política y económica en el hemisferio, Estados Unidos debería moverse más allá del Eximbank y del nuevo banco regional, y en “circunstancias excepcionales” otorgar ayuda para el desarrollo. Se recomendaba por último realizar un esfuerzo mayor que en el pasado. No obstante, una ayuda significativa en fondos para América latina encontraría todavía fuerte oposición en el gobierno norteamericano, sobre todo porque, aunque inquieta, todavía se la consideraba una región segura frente a la amenaza comunista. (7) 
    Así se produjo, en septiembre de 1958, la Conferencia informal de los veintiún ministros de relaciones exteriores de la Organización de Estados Americanos (OEA). Una vez finalizada, el consejo de la OEA debería establecer una comité especial para estudiar la formulación de nuevas medidas de cooperación económica, que luego se conocería como “Comité de los Veintiuno”. Los ministros advirtieron que la situación latinoamericana exigía una política más activa de parte de Estados Unidos. El ministro de Relaciones Exteriores argentino, Carlos Florit, hizo una exhortación al suministro de ayuda económica urgente para combatir una pobreza que hacía al continente vulnerable al comunismo. En la primera reunión celebrada en Washington a fines de noviembre, el mencionado comité aprobó la constitución de un Banco Interamericano de Desarrollo, que comenzaría a operar en octubre de 1960. La “Operación Panamericana” del presidente Kubitschek fue aceptada en principio. En enero de 1959, después de recorrer América Central, Milton Eisenhower presentó un segundo informe, en el que calificaba la situación como de mayor gravedad que en 1953. (8)  
    En octubre de 1958, durante la reunión anual del Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento (BIRF) y del Fondo Monetario Internacional (FMI) que tuvo lugar en Nueva Delhi, el ministro de Economía argentino Emilio Donato del Carril solicitó al secretario del Tesoro de Estados Unidos, Robert Anderson, el respaldo de su gobierno para la obtención de créditos para equilibrar la balanza de pagos, pero Anderson le repitió que la Argentina debería cumplir las recomendaciones del FMI antes de pedir cualquier tipo de crédito. (9)  
    No obstante, en el mismo mes la prensa argentina comenzó a transmitir indicios de que las autoridades norteamericanas estarían dispuestas a conceder algunos créditos a la Argentina. El diario Clarín comentaba que el apoyo de la Casa Blanca a los problemas económicos argentinos resultaba evidente: estaban listos ya los créditos a largo plazo (entre 10 y 20 años) del Eximbank. El primer crédito era de 150 millones. Ayudaba el hecho de que Frondizi estuviera dispuesto a recurrir al crédito privado, en un momento en que la mayoría de América latina (especialmente Brasil) se obstinaba en trabajar con crédito exclusivamente oficial: “(...) es un hecho que la política de Frondizi ha conquistado la simpatía de Washington. Por ejemplo, Arthur Gray vicepresidente de la A.M. Kidder Company, no ha ocultado su disposición favorable tanto en el Eximbak como en el Departamento de Estado por todos los proyectos con la Argentina (...)”. (10) 
    Finalmente, Frondizi tomó la decisión de adoptar el plan de estabilización económica recomendado por el FMI. El 2 de diciembre el ministro de Economía del Carril viajó para asistir a la reunión del FMI, que a partir del 5 de ese mes consideraría el plan argentino, y el pedido para retirar los 75 millones de dólares correspondientes a la segunda y tercera cuota. El informe que se presentó recibió el visto favorable y fue considerado “muy positivo”. Poco tiempo después el Fondo autorizó el retiro de los 75 millones. Un artículo de La Prensa de diciembre de un corresponsal en Estados Unidos reflexionaba: “(...) las relaciones podrían ser descritas como de amistad realista. Ello significa que las tradicionales y acostumbradas manifestaciones de buena voluntad deben ser apoyadas con medidas prácticas en campos económicos, con recíprocos beneficios(...)”. (11)  
    El 29 de diciembre el gobierno anunció el Plan de Estabilización Económica Nacional, que implicaba una fuerte devaluación, y establecía una sola y libre cotización del peso, la liberación de los precios, la eliminación de los subsidios al consumo y de las restricciones a las importaciones, la racionalización de la administración pública para reducir el déficit fiscal, el congelamiento de los salarios y el aumento de los precios de los servicios públicos. A cambio, la Argentina obtuvo préstamos por valor de 329 millones de dólares, discriminados de la siguiente manera: 75 millones del FMI, 50 millones del Fondo de Estabilización de la Tesorería de Estados Unidos, 54 millones de un conjunto de bancos comerciales norteamericanos, 100 millones del Eximbank para financiar proyectos, 25 millones del mismo banco para equilibrar la balanza de pagos, y 25 millones del Development Loan Fund para importaciones de bienes de capital. Dichos préstamos fueron anunciados el mismo día 29 que Frondizi daba a conocer la adopción del plan de estabilización. (12) El subsecretario de Estado norteamericano Robert Murphy dijo que representaba “una de las operaciones más completas jamás llevadas a cabo por los Estados Unidos en América Latina”. Por su parte el presidente del Eximbank, Samuel Waugh, señaló que “los esfuerzos de la Argentina por lograr una mejor situación financiera son importantes para toda la comunidad occidental”. (13) 
    En un informe de la embajada norteamericana de agosto de 1958, ya se advertía que era evidente que, debido a los problemas económicos existentes, la Argentina se volvería hacia ellos. La embajada consideraba que esto representaba una oportunidad para establecer la base de una buena relación, señalando que era importante que Estados Unidos respondiera rápidamente a las aproximaciones argentinas, y asistiera económicamente en la medida de lo posible. Se pensaba que la dirigencia argentina del momento estaba dispuesta a tomar medidas acertadas, y que existían muchas posibilidades de que pudiera lograrlo:

(...) existe por lo tanto la posibilidad de que se adopten las medidas que querríamos (...), y las posibilidades son mejores que con el gobierno de Aramburu, que demostró ser políticamente impotente para tomar decisiones de fondo. Si la supervivencia política de Frondizi se encuentra en juego, nuestra incapacidad de ayudarlo lo forzará a inclinarse hacia los soviéticos o hacia los sectores de izquierda de la política interna, en su esfuerzo por retener el poder (...). (14)

Se recomendaba por lo tanto la formación de un grupo de trabajo que estudiara la cuestión argentina, de manera que se pudiese establecer una relación más fluida cuando los argentinos realizasen sus propuestas.  
    A principios de 1959, Estados Unidos concedió un nuevo crédito para la compra y mantenimiento de tractores. Los banqueros norteamericanos confiaban en el programa argentino. Los problemas vigentes con los frigoríficos y la ANSEC tenían mucha mayor probabilidad de ser resueltos con este gobierno, de modo que la división de Asuntos de las Repúblicas Americanas (ARA) del Departamento de Estado aconsejaba el apoyo financiero a este gobierno. (15) En marzo de 1959 la ANSEC anunció la construcción de una usina en Zárate.  
    En enero de 1959, Frondizi realizaría un viaje de visita a Estados Unidos, el primero de un mandatario argentino, lo que generó expectativas de ambas partes. Frondizi gestionaría nuevas inversiones, mantendría contactos con empresas frigoríficas que tenían intereses en el país, y con otros empresarios norteamericanos. (16) El secretario Dulles dijo que la visita de Frondizi “incrementará aún más nuestras buenas relaciones” y sostuvo que la Casa Blanca veía con satisfacción la decisión con que el gobierno argentino encaraba los problemas que afectaban a la nación rioplatense. Señaló también que la Argentina era uno de los miembros más importantes de la OEA y que un intercambio de puntos de vista sería de interés común. (17) El secretario asistente para Asuntos Interamericanos Rubottom estimaba también que este proceso de colaboración financiera produciría un saludable impacto en el ámbito latinoamericano. (18) 
    El día 22 de enero Frondizi pronunció un discurso en el Capitolio en el que destacó entre otros temas la necesidad de acabar con las causas que engendraban la miseria, la injusticia y el atraso cultural en el continente. Argumentó también que un país estancado y empobrecido no podía asegurar las instituciones democráticas, sino que por el contrario era un campo propicio para la anarquía y la dictadura, y que no se trataba de una conclusión teórica sino de la evidencia de los hechos. Además mantuvo entrevistas con el presidente Eisenhower, el secretario de Estado, el director de la CIA, directivos del BIRF y del FMI, y algunos empresarios. El presidente argentino señaló su interés en obtener financiación pública y privada para la industria siderúrgica y para la construcción de una planta hidroeléctrica en el Chocón.. Anunció que la Argentina limitaría sus relaciones con la Unión Soviética a la importación y exportación. A su regreso Frondizi se mostró ampliamente satisfecho, y comentó que el viaje había sido mucho mejor de lo que esperaba. Señaló también que su visita a Estados Unidos constituía el abandono tradicional del neutralismo argentino en favor de una amplia cooperación con ese país. (19)  
    En febrero se aprobó la radicación de una planta petroquímica, la Texas Butadine and Chemical International, en Comodoro Rivadavia. El Eximbank anunció que había extendido un crédito de ocho millones de dólares a una compañía argentina para la construcción de otra planta petroquímica. (20) Y en abril otorgó un crédito por 10 millones de dólares al Banco Industrial Argentino, para asignaciones a pequeñas y medianas industrias.  
    No obstante, en 1959 la situación comenzó a complicarse para el presidente Frondizi. Se profundizaron las tensiones sociales y se multiplicaron las amenazas de golpe de estado. El plan de estabilización estaba provocando una fuerte recesión y un proceso inflacionario. Frondizi era consciente de que su fracaso en el plano económico pondría en riesgo la continuidad de su gobierno. El presidente pensaba que la solución radicaba en hacer avanzar la extracción de petróleo y la construcción de oleoductos y gasoductos. Quería comenzar además un plan de construcción de caminos, aeródromos y hoteles, que diera trabajo a las personas que lo perderían por el plan de racionalización de las empresas públicas. (21) 
    En mayo de 1959 tuvo lugar en Buenos Aires la segunda reunión del Comité de los Veintiuno. A ella asistieron delegaciones de toda América latina y de Estados Unidos. También llegó a Buenos Aires para participar de la reunión Fidel Castro. El gobierno argentino trató de resaltar el objetivo económico de la reunión, con el propósito de despolitizar la presencia de Castro en Buenos Aires. Si bien Frondizi trató correctamente al primer ministro cubano, le hizo saber su preocupación por evitar la violencia y la exportación de la revolución. Ante la noticia de la invasión de Panamá por una fuerza armada proveniente de Cuba, el canciller Carlos Florit, quien ya había adelantado a Castro la categórica oposición del gobierno argentino a provocar acciones desestabilizadoras para influir en los asuntos internos de otros estados, le pidió que la detuviera. El gobierno argentino también rechazó el pedido de Castro de comprar armamento a la Argentina. (22)  
    En abril, Frigerio viajó a Washington en misión extraoficial con el objetivo de obtener créditos para los proyectos viales. El asesor de Frondizi conversó con el vicepresidente Nixon, el secretario del Tesoro, funcionarios del Departamento de Estado, representantes del BIRF y del Eximbank e inversores particulares. A su vez, el presidente Frondizi aprovechó la presencia en Buenos Aires el mes siguiente, con motivo de la segunda reunión del Comité de los Veintiuno, de los funcionarios del Departamento de Estado Roy Rubottom y Thomas Mann, para solicitar apoyo en las tratativas para  obtener la financiación de sus proyectos. (23) Las gestiones de Frigerio fueron luego complementadas por el embajador César Barros Hurtado en su visita al Departamento de Estado para entrevistarse con Rubottom y Mann. El embajador señaló la grave posición en que se encontraba el gobierno argentino ante la resistencia popular provocada por el plan de estabilización, sobre todo frente al ejemplo de Brasil que se oponía a aceptar los condicionamientos del FMI y trataba de estimular a otros países para que tampoco lo hicieran. El presidente de YPF también viajó a Estados Unidos para continuar las conversaciones sobre los créditos. No obstante, ninguna de estas gestiones obtuvo resultados positivos. (24)  
    Otros acontecimientos contribuyeron a la vulnerabilidad del presidente. En el mes de marzo se habían realizado elecciones provinciales. En algunas provincias el triunfo de la UCRI fue interpretado como producto del apoyo encubierto de los peronistas, y en otros distritos el avance de la izquierda tampoco tranquilizó a los antiperonistas, que lo percibieron como un amenazante vuelco del peronismo a la izquierda. En abril, una nueva crisis política había sacudido al gobierno, que fue agravada en junio por la denuncia de Perón del pacto realizado con Frondizi. El texto completo del documento fue dado a publicidad, lo que obligó a que el presidente lo desmintiera. Los compromisos que el pacto revelaba provocaron críticas tan intensas que el asunto fue girado a la Cámara de Diputados para su tratamiento. No obstante, los legisladores oficialistas consiguieron rechazar la denuncia del pacto alegando que era inexistente. (25)  
    Frigerio había sido hasta entonces una figura clave del gobierno y, a pesar de su renuncia en noviembre, había proseguido con su labor de asesor de Frondizi. Sin embargo, resultaba una figura muy problemática desde la perspectiva de las fuerzas armadas. En mayo, cuando la situación se volvió insostenible, se vio forzado a presentar su renuncia también como asesor presidencial, no obstante lo cual su influencia continuaría. En medio de esta crisis, Frondizi decidió ofrecer el ministerio de Economía a Alvaro Alsogaray, quien tenía buenas relaciones con las fuerzas armadas. Su designación significó el triunfo de los sectores más conservadores y antiperonistas, partidarios de asegurar la estabilidad económica antes que avanzar con nuevos proyectos de desarrollo. (26)  
    En noviembre el presidente realizó un informe sobre la situación económica:

(...) teníamos dos caminos a seguir, con las medidas intervencionistas y los paliativos de circunstancias aplicados durante tantos años y cuyos resultados hemos asimilado. Por ese camino hubiésemos llegado a paralizar totalmente las fuentes productoras. Ni el más generoso crédito internacional hubiese bastado luego para remediar el mal (...). El otro camino consistía en confiar en nuestros grandes recursos humanos y naturales y en cambiar la orientación y los métodos que nos habían llevado al borde del desastre (...) Combinamos el esfuerzo nacional con el capital extranjero. La utilización de ambos recursos permitirá abreviar el plazo para la recuperación, y hará menos prolongadas las penurias de la población en beneficio de todos, y especialmente de los sectores económicamente más débiles para quienes las penurias son más difíciles de sobrellevar (...). El gobierno trazó los rumbos fundamentales del plan de desarrollo: energía, acero, química pesada y transportes. Los amplios recursos existentes en nuestro subsuelo indicaban al petróleo como el principal objetivo (...). El desarrollo económico no sólo crea los valores materiales, sino también mayores probabilidades de democracia efectiva. Crea también un clima de libertad y de espontánea vigencia de derecho que son base de unidad y de la solidaridad nacionales (...). (27)  

De mayo a octubre la situación interna había sido muy convulsionada. Las diferentes y sucesivas crisis militares sumadas a los disturbios provocados por los sectores peronistas, habían hecho una vez más tambalear al gobierno. El discurso de Frondizi tuvo una doble función: por un lado defender el rumbo tomado, apostando al mejoramiento económico como fundamento sobre el cual ampliar su base de apoyo, y por otro, reafirmar la política para el público extranjero. En diciembre una misión económica del FMI llegó al país para realizar un informe de la situación económica. El 2 de enero de 1960 la Argentina recibió un crédito de 75 millones de dólares de nueve bancos americanos, y se le extendió el de la Tesorería, (28) completándose así los créditos extranjeros necesarios para seguir adelante con el programa de estabilización monetaria comenzado el año anterior. El gobierno había logrado mantener el apoyo norteamericano.  
    Los problemas comerciales con Estados Unidos, sin embargo, se mantenían. La prohibición de la importación de carne argentina fresca, enfriada o congelada al mercado norteamericano se mantenía en virtud de las disposiciones contra la aftosa. No obstante, se había permitido a la Argentina introducir en Estados Unidos carnes cocidas, curadas y secas, con un tratamiento adicional luego de su ingreso. Hasta 1959, Estados Unidos también había admitido carne húmeda, curada en sal. Pero en ese año, una investigación del Departamento de Agricultura norteamericano llegó a la conclusión de que el método de curación utilizado en la Argentina no era suficiente para destruir el virus, por lo cual en mayo fue prohibida la importación de este tipo de carne.  
    El gobierno argentino se mostró en desacuerdo con las pruebas del Departamento de Agricultura y consideró las regulaciones innecesariamente restrictivas. Las pruebas realizadas por los argentinos demostraban que el método de curación mataba el virus y, en todo caso, las regulaciones no debían ser aplicadas a la carne procedente de Tierra del Fuego y la Patagonia, donde el mal no existía. Las restricciones dañaban la balanza comercial, pues las exportaciones de carne salada significaban una ganancia anual de entre 30 y 40 millones de dólares. El importe total de las exportaciones argentinas a Estados Unidos en 1960 sería de 90,5 millones de dólares, teniendo la balanza comercial bilateral un déficit para la Argentina de 110 millones de dólares. Recién en julio de 1961, una misión comercial argentina consiguió persuadir a algunos funcionarios norteamericanos de rever su posición. (29) 
    A mediados de agosto de 1959, se había reunido en Santiago de Chile la Quinta Reunión de Consulta de ministros de Relaciones Exteriores, con el objetivo de preservar la paz en el área del Caribe y fortalecer el principio de no intervención y el respeto a los derechos humanos. El mecanismo de consulta se utilizaba por primera vez por cuestiones exclusivamente americanas, siendo éstas las invasiones de grupos armados castristas a Panamá, Nicaragua y la República Dominicana, ocurridos entre abril y julio de ese año. Del último país, a su vez, había surgido una acción similar contra Cuba. Como consecuencia de la represalia dominicana, la delegación de Cuba introdujo, con la anuencia de Venezuela, otro tema en la conferencia: la exclusión de los gobiernos totalitarios del seno de la OEA y la condena a la violación de los derechos humanos por parte del régimen de Trujillo al reprimir la invasión cubana. El canciller cubano, Raúl Roa, llegó a sostener que la fuerza internacional ejercida sobre los gobiernos para obligarlos a respetar los derechos humanos no era intervención. La misma idea sería aplicada en 1962 contra la propia Cuba. (30)  
    La Quinta Reunión de Consulta aprobó por unanimidad la Declaración de Santiago, que introducía al sistema interamericano principios que afectaban el orden interno, como la autonomía de los poderes, la necesidad de elecciones libres, la garantía de los derechos humanos y la libertad de expresión. Se condenaba además la perpetuación en el poder y la proscripción política aplicada de manera sistemática. La delegación norteamericana se encontró en la paradójica situación de defender enfáticamente la no intervención frente a las exigencias de destituir al dictador dominicano. (31)  
    En febrero de 1960, el presidente Eisenhower viajó por primera vez a la Argentina, Brasil, Chile y Uruguay. El objetivo oficial del viaje era conocer dichos países y promover el gobierno representativo, la libre empresa y las reformas económicas y sociales, pero el propósito subyacente y más importante era sondear las opiniones sobre la posibilidad de implementar sanciones colectivas contra el gobierno de Cuba en el marco de la OEA. (32) 
    El presidente norteamericano felicitó a Frondizi por la aplicación del plan de estabilización y su política petrolera. Frondizi renovó su pedido de apoyo para el proyecto siderúrgico. Su plan era terminar la planta de San Nicolás, perteneciente a SOMISA y, al mismo tiempo, adelantar la construcción por una empresa privada de otra planta con capacidad para producir un millón de toneladas de acero. Frondizi no había podido obtener créditos del Eximbank para SOMISA, pues los funcionarios del banco consideraban que era preferible unificar los proyectos, dirigiendo los fondos privados disponibles hacia San Nicolás y otorgando a los accionistas mayor participación en la dirección de la empresa. Sin embargo, modificar la composición de SOMISA no era fácil; la empresa estaba en manos de Fabricaciones Militares y, si bien ésta aceptaría el aporte del capital privado, no estaba de acuerdo en ceder el control de la empresa. Frondizi solicitó entonces la cooperación de Eisenhower para buscar inversionistas norteamericanos para la construcción de la segunda planta. También pidió financiación para su plan de construcción vial. Se discutió asimismo el problema de las restricciones al ingreso de carnes argentinas en Estados Unidos y la posibilidad de adquirir equipamiento militar para el ejército argentino. El presidente norteamericano prometió ocuparse personalmente de estos temas a su regreso a Estados Unidos. Sin embargo, en el caso de los empresarios del acero no hubo interés en realizar inversiones en la Argentina. (33)  
    Por cierto, Eisenhower dejó constancia en un comunicado de su agradecimiento a las gestiones de mediación ante el gobierno cubano realizadas por el embajador argentino en Cuba, Julio Amoedo. El presidente norteamericano había solicitado a Amoedo su intervención para tratar de llegar a un acuerdo con el gobierno cubano sobre la cuestión de las confiscaciones de bienes norteamericanos en la isla. El gobierno norteamericano solicitaba el reconocimiento del derecho a obtener una indemnización por parte de los ciudadanos norteamericanos expropiados, e incluso estaba dispuesto a adelantar el dinero necesario (unos 300 millones de dólares) a fin de dejar a salvo el principio de la indemnización. Con la anuencia de la cancillería, Amoedo llevó adelante estas gestiones que fueron quizá la última oportunidad en que se intentara un arreglo pacífico en la cuestión norteamericano-cubana. (34)  
    A pesar de que el presidente Eisenhower volvió conforme de su viaje por Sudamérica, no había conseguido su propósito fundamental que era obtener el respaldo para resolver el problema de Cuba en el ámbito del sistema interamericano. Los gobernantes sudamericanos tenían una percepción del problema cubano diferente de la del gobierno norteamericano: para los primeros era una cuestión bilateral que debía solucionarse entre Estados Unidos y Cuba, para el segundo era un caso de penetración comunista en el continente que debía resolverse de manera colectiva en el marco de la OEA. Consecuentemente, el presidente dio instrucciones al Departamento de Estado para que considerara las posibles maneras de influir en los países latinoamericanos, a fin de conseguir que éstos respaldaran la política norteamericana respecto de Cuba. (35) 
    El viaje del presidente Eisenhower a Sudamérica comenzó una semana después de que Castro recibiera una feria comercial soviética y firmara un acuerdo comercial con el vice-premier Anastas Mikoyan, por el cual los soviéticos comprarían un millón de toneladas de azúcar a Cuba en cada uno de los siguientes cinco años y otorgaban un crédito de 100 millones de dólares para la adquisición de equipo soviético. Al regreso del presidente, la cuestión de Cuba se discutió en una reunión del Consejo de Seguridad Nacional celebrada el 17 de marzo. Eisenhower reiteró su preocupación por el problema cubano e hizo hincapié en la importancia de mantener un clima propicio para las inversiones norteamericanas en la región, comentando que muchos inversionistas le señalaban que había que hacer algo respecto de la situación en Cuba, pues de lo contrario los capitales norteamericanos abandonarían América latina. El presidente afirmó también que el acceso a las materias primas de Sudamérica era una cuestión vital para la seguridad y el bienestar económico de Estados Unidos, dada la dependencia de las industrias norteamericanas de esos recursos. En su opinión, el gobierno norteamericano debía tratar de hacer todo lo necesario para mantener a los países latinoamericanos alineados con Estados Unidos y los temas que los concernían debían considerarse como cuestiones de seguridad. Ese mismo día, Eisenhower tomó la decisión de autorizar un programa para derrocar a Castro. (36) A su vez, el NSC también comenzó una revisión de las políticas establecidas en la declaración NSC 5902/1. (37) No obstante, el presidente prefería la opción de la intervención multilateral a través de la OEA, y tenía esperanza de que se pudiera encontrar alguna manera de persuadir a los países latinoamericanos de la necesidad de aceptar ese curso de acción. (38)  
    El 6 de julio de 1960 Eisenhower decidió terminar con la cuota azucarera de Cuba en el mercado norteamericano, como respuesta a la expropiación de las refinerías de petróleo Esso y Texaco por el gobierno cubano. Este a su vez ordenó la nacionalización de los bienes de los ciudadanos norteamericanos en Cuba. Castro calificó la decisión norteamericana de “agresión económica” en una queja que presentó ante el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, al que solicitó una reunión especial. El 9 de julio el presidente soviético Nikita Kruschev respaldaba decididamente al líder cubano, señalando que los artilleros soviéticos podrían apoyar al pueblo cubano con sus armas, si las agresivas fuerzas del Pentágono se atrevían a intervenir en Cuba. El presidente norteamericano respondió el mismo día que Estados Unidos no permitiría el establecimiento en el hemisferio occidental de un régimen dominado por el comunismo internacional. Al día siguiente, la Unión Soviética anunciaba que compraría el azúcar que Cuba vendía a Estados Unidos. (39)  
    Por su parte, el 13 de julio la cancillería argentina envió un telegrama a la embajada argentina en La Habana para que transmitiera al gobierno cubano el siguiente mensaje:

Ruego a V. E. trasmitir urgentemente autoridades cubanas, en nombre del gobierno argentino, que preocupa seriamente derivaciones internacionales que podrían surgir a raíz de amenazas formuladas por un Estado extracontinental, configurándose intervención en asuntos hemisféricos. El gobierno argentino solicita al gobierno de Cuba que exprese su desaprobación a toda manifestación que signifique injerencia de potencias extracontinentales en asuntos americanos. (40)

La amenaza comunista parecía incrementarse día a día. A comienzos de 1960, la Unión Soviética había enviado delegaciones comerciales a través de América latina. Antes de llegar a Cuba, el vice-premier Miloyan había llevado la feria comercial a México. A mediados de dicho año, además de su acuerdo comercial con Cuba, los soviéticos habían firmado un acuerdo de comercio y asistencia con Brasil y estaban negociando otros con la Argentina y Chile. Poco después, Kruschev ofrecía construir una planta de fundición de estaño a Bolivia. Si bien reconocían la necesidad de nuevos mercados e inversiones de capital para los países latinoamericanos, los funcionarios norteamericanos preveían problemas si aquéllos concretaban negocios con los soviéticos. Para la CIA, los acuerdos de comercio y asistencia eran parte del plan soviético para corroer la influencia de Estados Unidos en la región. (41)
    Eisenhower también anunció en julio su intención de implementar un programa especial de ayuda económica para América latina, el Fondo para el Progreso Social. Estados Unidos fortalecería la infraestructura social de la región, proveyendo 500 millones de dólares para los proyectos de salud, educación, vivienda y reforma agraria. También concedería 100 millones a Chile para recuperarse de un terremoto. El programa sería administrado por el Banco Interamericano de Desarrollo y fue aprobado rápidamente por el Congreso. El gobierno norteamericano también abandonó su larga oposición a una zona de libre comercio latinoamericana e incluso prometió 10 millones de dólares para ayudar a lanzar el Mercado Común Centroamericano. (42) 
 
    Tanto Frondizi como Kubitschek sin embargo se mostraron escépticos frente al programa de ayuda propuesto por Eisenhower. Ambos eran partidarios de que Estados Unidos generara el crecimiento económico en el hemisferio mediante fuertes envíos de capital -Kubitschek hablaba de 30 o 40.000 millones. Los presidentes sudamericanos coincidían en que el fondo de la cuestión residía en el subdesarrollo, no en Castro. El crecimiento económico producido por grandes obras públicas crearía fuentes de trabajo, solucionaría las inequidades sociales y salvaría a la región del comunismo. Pero estos enfoques no influyeron en Washington. El nuevo secretario de Estado Christian Herter se quejaba de que los brasileños nunca habían presentado proyectos específicos y que lo que éstos pretendían eran miles de millones de dólares para gastar a su antojo. (43) Aparentemente la percepción sería la misma respecto de Frondizi.
   
El gobierno peruano solicitó a la OEA una reunión especial de ministros de relaciones exteriores para tratar el caso cubano, lo cual fue aprobado el 18 de julio. La reunión tendría lugar en Costa Rica a mediados de agosto y coincidiría con otra reunión previamente acordada para considerar acusaciones de Venezuela contra el régimen de Rafael Trujillo de la República Dominicana. Por otra parte, el 19 de julio, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas aprobó la solicitud presentada por la Argentina y Ecuador de que la cuestión cubana fuera girada a la OEA para su tratamiento previo por el organismo regional. (44)  
    Mientras tanto, la situación interna argentina continuaba deteriorándose. El plan de estabilización de Frondizi había llegado a un punto en que para disminuir el déficit fiscal era necesario la racionalización de las empresas del estado. El presidente, sin embargo, se negaba a tomar medidas al respecto sin poder crear antes fuentes de trabajo a través de sus proyectos de desarrollo. En las elecciones de marzo de 1960, los votos en blanco o por candidatos opositores habían demostrado una generalizada insatisfacción con el gobierno y su plan de austeridad, lo cual colocaba a Frondizi en situación vulnerable. El presidente consideraba que la solución radicaba en impulsar sus proyectos carretero y siderúrgico. En varias oportunidades, había sacado el tema al embajador norteamericano Willard L. Beaulac, expresando su desilusión ante la falta de respuesta a sus pedidos de ayuda al presidente Eisenhower y a otros funcionarios del gobierno norteamericano. (45) 
    En el marco de los preparativos de las reuniones de Consulta, Frondizi envió una carta a Eisenhower el 16 de agosto. En ella señalaba el costo social que el plan de estabilización había significado para los argentinos y su preocupación de que, sin una rápida asistencia financiera, todos los sacrificios habrían sido en vano. También manifestaba su desilusión por la falta de respuesta a sus constantes pedidos de apoyo financiero para los proyectos de construcción vial, energía hidroeléctrica e industria siderúrgica. Frondizi solicitaba urgente consideración de sus pedidos. El mismo mensaje fue repetido por la delegación argentina a su par norteamericana en las reuniones de Costa Rica, pero la respuesta fue que los temas económicos estaban fuera de discusión en dichas conferencias. (46)
    Según los informes de la embajada norteamericana en Buenos Aires, el gobierno argentino había comenzado a endurecer su posición, debido a la creciente influencia del grupo integrado por Rogelio Frigerio, Oscar Camilión y Arnaldo Musich en asuntos de política exterior. Dicho grupo pensaba que la cuestión cubana podía ser utilizada para ejercer presión sobre el gobierno norteamericano, a fin de obtener ayuda económica a cambio del apoyo político. Este asunto empeoraría el conflicto entre el presidente argentino y los militares, debido a que éstos -obsesionados con la amenaza de expansión del comunismo que atribuían a la revolución cubana- se oponían a cualquier curso de acción que no fuera  una franca alineación de la Argentina con Estados Unidos en la lucha anticomunista. (47)
 
    Eisenhower contestó la carta de Frondizi, asegurando que estaba dispuesto a respaldarlo y que consideraría el contenido de la misma cuidadosamente con sus asesores. El encargado de negocios Maurice Bernbaum debió entregar la respuesta al presidente argentino y mantuvo con éste una extensa conversación. Frondizi expresó que había hecho su pedido a Eisenhower con “desesperación y algo de frustración”. Señaló que consideraba que la Argentina y Estados Unidos estaban del mismo lado, y que el fracaso del programa del gobierno argentino sería percibido por otros países latinoamericanos como el fracaso de los modelos que Washington proponía, contribuyendo a fortalecer a aquéllos que promovían la vía cubana. Frondizi aclaró que estaba decidido a mantener el plan de estabilización, pero, si bien había tomado medidas contra los actos subversivos, no estaba dispuesto a “responder con balas a las demostraciones de protesta de masas de desempleados hambrientos”. Por esa razón necesitaba ayuda urgente para iniciar su programa de obras viales que generaría empleo y a la vez crecimiento económico. Frondizi también criticó la política comercial de Estados Unidos que imponía restricciones a la entrada de productos argentinos. (48) 
    Bernbaum manifestó sorpresa por las palabras de Frondizi, señalando que se trataría de un malentendido, dado que las autoridades norteamericanas se habían mostrado dispuestas a apoyar sus requerimientos y se hallaban a la espera de propuestas específicas por parte del gobierno argentino. El presidente argentino respondió irónicamente que evidentemente existía una falta de comunicación, pues, con todos los estudios realizados por el FMI, el BIRF, el Eximbank, y varios otros organismos, las necesidades de la Argentina debían ser bien conocidas por Estados Unidos. Agregó además que no se le había ocurrido que fuera necesario presentar proyectos detallados, que insumían tiempo, cuando era evidente que la Argentina usaría toda la financiación que Estados Unidos estuviera dispuesto a conceder. En conversaciones posteriores se convino que la Argentina presentara la documentación sobre su plan de construcción de caminos, aeródromos y hoteles en Washington para el inicio de gestiones preliminares. (49)  
    Entre tanto, la Sexta y la Séptima Reuniones de Consulta que tuvieron lugar sucesivamente en San José, Costa Rica, se ocuparon de las cuestiones de la República Dominicana y Cuba. La Sexta Reunión encontró culpable al gobierno de Trujillo de las acusaciones que le hacía Venezuela y resolvió que los demás países americanos debían romper relaciones diplomáticas y suspender parcialmente relaciones económicas con la República Dominicana. Esta constituyó la primera vez que el sistema interamericano imponía sanciones a uno de sus miembros. La capacidad del organismo regional para imponer dichas sanciones sin la autorización del Consejo de Seguridad fue posteriormente materia de análisis. La URSS sostuvo que como se trataba de una “acción coercitiva”, dicha aprobación era necesaria. Estados Unidos, con apoyo mayoritario en el Consejo, arguyó que dicho término se aplicaba sólo para referirse al uso de la fuerza armada. El Consejo de Seguridad se restringió a tomar nota de la resolución de la OEA contra la República Dominicana. Así, Estados Unidos obtuvo un triunfo importante en respaldo de su política de limitar la participación de la ONU en las cuestiones regionales. Este sería un precedente para el caso cubano. (50) 
    A su vez, la Séptima Reunión emitió una declaración contra la intervención “chino-soviética” en América, sin mencionar a Cuba por su nombre, y no dio sustento para tratar el derrocamiento de Castro. Se reafirmó el principio de no intervención, la incompatibilidad del sistema interamericano con toda forma de totalitarismo, y la obligación de los estados de someterse a la disciplina del sistema. La resolución terminaba exhortando al arreglo pacífico de las controversias y otorgando un voto de confianza a la OEA. Por cierto, ni el respaldo de Estados Unidos a las sanciones contra Trujillo, ni la promesa de asistencia económica adicional realizada antes de las reuniones de San José convencieron a los delegados latinoamericanos de aceptar una resolución más fuerte contra Cuba. El secretario de Estado Herter afirmó que la sensibilidad respecto de la cuestión de la intervención era increíble entre los latinoamericanos, quienes temían tanto a los cubanos como a los norteamericanos, y sospechaban que el gobierno norteamericano podría tomar medidas unilaterales respecto de Cuba. En los debates, los delegados de Brasil, Bolivia, Panamá y Uruguay sostuvieron que estaban interesados no en condenar a Cuba sino en hacerla volver al grupo interamericano. (51)  
    En septiembre, se realizó la tercera y final reunión del Comité de los Veintiuno en Bogotá. En ella, el gobierno de Eisenhower dio a conocer el establecimiento del Fondo para el Progreso Social. Este compromiso está contenido en un documento que se llamó “Acta de Bogotá. Medidas de mejoramiento social y desarrollo económico en el marco de la Operación Panamericana”. Tanto Brasil como la Argentina criticaron la propuesta norteamericana, porque no preveía préstamos a largo plazo para proyectos de desarrollo. El representante argentino, Arnaldo Musich, señaló que el Comité de los Veintiuno debía llenar el vacío económico dejado por la Reunión de Costa Rica. Anunció además que su gobierno impulsaría la Operación Panamericana, “tratando de adaptarla y transformarla en una acción efectiva, con toda la imaginación internacional que se aplicó a la reconstrucción de Europa”. La noticia del fondo de ayuda norteamericano, sin embargo, fue bien recibido por la mayoría de los diplomáticos latinoamericanos, aunque estaba por debajo de sus expectativas. Por poco importante que pudiera parecer, la iniciativa significaba un cambio importante en la política norteamericana y un tácito reconocimiento de que el libre comercio y la inversión privada no eran suficientes para conseguir el crecimiento económico y los cambios sociales necesarios en América latina. Eisenhower dejaba así sentadas las bases sobre las cuales su sucesor, John F. Kennedy, habría de establecer su programa denominado Alianza para el Progreso. (52)  
    Por cierto, las relaciones entre Estados Unidos y Cuba se deterioraban rápidamente. En octubre, el gobierno norteamericano impuso un embargo total de las exportaciones a la isla y llamó a su embajador en La Habana; en noviembre envió un refuerzo de marines a la base de Guantánamo. Al mismo tiempo, Castro expropió todos los bienes norteamericanos restantes en Cuba y comenzó a recibir armamento de la Unión Soviética. El gobierno de Eisenhower continuaba con sus planes para derrocar a Castro, tratando a la vez de obtener el apoyo de la OEA para una acción colectiva contra Cuba. (53) 
    En diciembre, Eisenhower envió al embajador William Pawley a Perú y a la Argentina para sondear la posibilidad de convocar una nueva reunión de la OEA a fin de tratar sanciones contra Cuba. Tanto Frondizi como el presidente peruano, Manuel Prado, señalaron que sería difícil para los gobiernos latinoamericanos apoyar públicamente acciones contra Cuba, debido a que esto generaría una fuerte oposición popular en sus países. Eisenhower debió aceptar que, dadas las circunstancias, no era conveniente convocar una nueva reunión interamericana, pero advirtió que, si les preocupaban las eventuales consecuencias del castrismo, líderes como Frondizi y Prado debían tratar de convencer a los demás países de solicitar a Estados Unidos que tomara la iniciativa de derrocar a Castro. Eisenhower llegaría al final de su mandato sin lograr una solución para la cuestión cubana. (54)  
    Una vez que John Fitzgerald Kennedy fue electo presidente, las relaciones mantuvieron un rumbo positivo, especialmente en lo referente al nuevo plan de ayuda norteamericana para América latina, la Alianza para el Progreso. Sin embargo, la situación interna variaría desfavorablemente, y se agravaría por la situación internacional provocada por la revolución cubana. Al problema económico, que siguió siendo un condicionante, se agregó la incidencia de la política internacional en  la situación política interna, llevando la interacción de todos estos factores al fracaso de la precaria cooperación bilateral que se había forjado.  

  1. El gobierno de los Estados Unidos consideraba con mucha preocupación el posible resurgimiento del peronismo y la vuelta de Perón. Hacia abril de 1958 la embajada norteamericana percibía ciertos sucesos ocurridos como parte de la influencia que ejercía el peronismo sobre Frondizi y sus allegados. Algunas de sus consideraciones se relacionaban con el arreglo pre-electoral entre Frondizi y el peronista John W. Cooke, y el viaje posterior a las elecciones realizado por Rogelio Frigerio a Ciudad Trujillo para encontrase con Cooke, unido al hecho de que Cooke luego se trasladara al Paraguay. También creaba desconfianza la invitación que recibiera el embajador norteamericano en Ciudad Trujillo, Farland, para visitar la Argentina y hablar de temas económicos durante la asunción del mando de Frondizi. Esa invitación había surgido del encuentro del embajador con Frigerio, y dado que Frigerio -la figura clave de enlace con el peronismo- era obviamente un asesor muy importante de Frondizi, manejaba los negocios de la ANSEC y tenía muchas posibilidades de ser nombrado en un cargo ministerial. A esto se sumaba el hecho de que Luis Peralta Ramos se encontraba en aquel momento en Estados Unidos esperando ser emisario de Frondizi, con el propósito de sondear los círculos de hombres de negocios e inversores norteamericanos sobre la Argentina. Peralta Ramos había sido en su momento un seguidor de Perón y un cercano amigo de Hipólito Jesús Paz (canciller durante parte del gobierno de Perón). Paz era un cercano amigo de Cooke, y había estado presente en el encuentro de Caracas.
    Todo esto hacía pensar que Frondizi se encontraba activamente ligado al peronismo a través de Frigerio y Cooke, o en todo caso no se sabía hasta qué punto esa relación existía. Eso causaba la suficiente preocupación como para que, frente a la posibilidad de que Perón se trasladara al Paraguay, la embajada norteamericana iniciara conversaciones con el gobierno de ese país para disuadirlo. No sorprende entonces que, poco tiempo después, a partir de conversaciones con la embajada norteamericana, el gobierno argentino le pidiera al del Paraguay que impidiera la entrada a Perón. National Archives Documents, 735.00/4-785, April 7 th, 1958. 

  2. Stephen G. Rabe, Eisenhower and Latin America. The Foreign Policy of Anticommunism, Chapel Hill, The University of North Carolina Press, 1988, p. 109. 

  3. La Nación, 18 de mayo de 1958. El descontento latinoamericano se debía a las restricciones y tarifas de Estados Unidos a ciertos productos agrícolas exportados por Perú; restricciones a las importaciones de petróleo venezolano; y la posibilidad de restricciones a las importaciones de cinc y plomo, lo cual sería un golpe para México y Perú. También había un gran disconformidad por la amistad de Estados Unidos con dictadores, a varios de los cuales el gobierno norteamericano había condecorado. Gordon Connell-Smith, Los Estados Unidos y la América Latina, México, Fondo de Cultura Económica, 1977, pp. 254-255. 

  4. Current Documents, State Department Publication, American Foreign Policy, 1958, Western Hemisphere Developments. Véase también S.G. Rabe, op. cit., pp. 102-104; La Nación, 23 de mayo de 1958.

  5. Kubitschek to Eisenhower, 28 May 1958, Brazil (8) folder, box 4, International Series, Whitman; DSB 38 (30 June 1958), 1090-91; Eisenhower to Kubitschek, 5 June 1958, Brazil (8) folder, box 4, International Series, Whitman; Dulles to Eisenhower on Rubottom meeting with Kubitschek, 20 June 1958, Brazil (7) folder, box 4, International Series, Whitman; President Frondizi to Eisenhower, 9 August 1960, Argentina (1) folder, box 1; President Alessandri to Eisenhower, 30 January 1960, Chile (7) folder, box 7; President Lleras Camargo to Eisenhower, 24 September 1958, Colombia (4) folder, box 7; President Mario Echandi of Costa Rica to Eisenhower, 28 September 1959, Costa Rica (1) folder, box 8, all in International Series, Whitman, cit. en S.G. Rabe, op. cit., pp. 109-110. Según el ex canciller del gobierno de Frondizi, Carlos Florit, el proyecto de la Operación Panamericana fue el fruto de las conversaciones de miembros del gobierno argentino con Kubitschek y su grupo de asesores encabezado por el embajador Augusto F. Schmidt. C. Florit, op. cit., p. 146.

  6. Economic Survey, 30 Sept. 1958, 8; DOS, Memorandum, 22 Aug. 1958, 735.00/8-2258; FRUS, 1958-1960, V, 498; Gary Wynia, Argentina in the Postwar Era, Albuquerque, University of New Mexico Press, 1978, 88-89; DOS, Memorandum, 30 July 1958, 835.2553/7-3058; FRUS, 1958-1960, V, 497-500, citados en Norma D. González, “U.S.-Argentine Relations in the 1950s”, Ph.D. dissertation, University of Massachusetts, 1992, p. 354; también N. D. González, “Frondizi”, mimeo.

  7. NSC 5902/1 and Annex B, “General Considerations”, 16 February 1959, NSC 5902/1 (1) folder, box 26, Policy Papers subseries, Office of the Special Assistant for National Security Affairs Records, Eisenhower Library (en adelante, OSANSA), cit. en S.G. Rabe, op. cit., pp. 112-113. 

  8. G. Connell-Smith, op. cit., pp. 255-256; La Prensa, 25 de septiembre de 1958.

  9. DOS, Memorandum, 9 Oct. 1958, Folder: Argentina 1958, Box 13, Subject Files: Regional Economic, Records Bureau Inter-American Affairs, Lot File 61 D 248; DOS, Memorandum, 22 Oct. 1958, 835.10/12-958, cit. en N.D. González, “U.S.-Argentina Relations...”, pp. 357-358.

  10. Clarín, 22 de octubre de 1958.

  11. La Prensa, 30 de diciembre de 1958.

  12. Rogelio Frigerio, Los cuatro años (1958-1962), Buenos Aires, Concordia, 1962, p. 16; A. Frondizi, “Un año de gobierno. Síntesis de la labor realizada. Mensaje del primer año de gobierno”, Buenos Aires, Presidencia de la Nación, 1959; A. Frondizi, “Mensaje del Presidente de la República al Honorable Congreso de la Nación. Síntesis de la labor realizada. 1º de mayo de 1960”, Buenos Aires, Presidencia de la Nación, 1960, cit. en L. Machinandiarena y M.T. Tondi, op. cit.; Position papers from US State Department for Kennedy for his meeting with Frondizi on Sept. 26th ,1961, Kennedy, National Security Files 1961, Box 8, File 9/9/61, Folder 1; La Prensa, 30 de diciembre de 1958; y N.D. González, “U.S.-Argentine Relations...”, pp. 360-361, cuyas fuentes son: Department of State Bulletin, 19 Jan. 1959, 105-107, U.S. Department of State, Washington, D.C. (de aquí en más DS Bulletin); DOS, Memorandum, 5 Dec. 1958, Folder: Argentina 1958, Box 5, Rubottom’s Records; DOS, Memorandum, 9 Dec. 1958, 835.10/12-958; R.A. Potash, op. cit., 400-401; Harold Peterson, Argentina and the United States, 1810-1960, New York, University Publishers, 1964, 512; David Rock, Argentina, 1516-1982, Berkeley, University of California Press, 1985, 325, 340; Nelly Casas, Frondizi: una historia de política y soledad, Buenos Aires, La Bastilla, 1973, 183-195.

  13. Documents on American Foreign Relations, 159 Joint Announcement Concerning the Conclusion of the Stabilization and Loan Agreement with the Republic of Argentina, Washington, December 29th, 1958. Véase también Gary W. Wynia, La Argentina de posguerra, Buenos Aires, Ed. de Belgrano, 1986, capítulo 4.

  14. National Archives Documents, 735.00/8-2258, 22 de agosto de 1958.

  15. N.A., RG 59, Records of the Secretary Assistant of State for ARA, Roy Rubottom, Lots 59 D73160 to D553 610279 Box 5.

  16. Clarín, 8 y 12 de enero de 1959.

  17. Clarín, 14 de enero de 1959.

  18. Clarín, 16 de enero de 1959.

  19. Clarín, 3 de febrero de 1959; DOS, Memoranda 22 Jan. 1959, 735.11/1-2259 y 4 March 1959, 611.35/3-159, cit. en N.D. González, “U.S.-Argentine Relations...”, pp. 362-363.

  20. Clarín, 2 y 6 de febrero de 1959.

  21. D. Rock, op. cit., 339; G. Wynia, op. cit., 101, 90-91; H.F. Peterson, op. cit., 515; R.A. Potash, op. cit., 401, 403; Embassy BA, Despatches 1095, 22 Jan. 1959, 835.10/1-2259 y 1126, 29 Jan. 1959, 835.00/1-2959; Embassy BA, Despatch 1713, 18 May 1959, 835.2553/5-1859; DOS, Memorandum, 1 June 1959, 835.2553/6-159; Embassy BA, Despatch 312, 21 Aug. 1959, 835.2553/8-2159; DOS, Memorandum, 3 June 1959, Folder: Argentina 1959, Box 11, Rubottom’s Records; Embassy BA, Despatch 1745, 27 May 1959, 835.2553/5-2759, cit. en N.D. González, “U.S.-Argentine Relations...”, pp. 363-366.

  22. Juan Archibaldo Lanús, De Chapultepec al Beagle, 2 tomos, Buenos Aires, Hyspamérica, 1986, I, pp. 236-237. 

  23. Embassy BA, Despatch 1745, 27 May 1959, 835.2553/5-2759; FRUS, 1958-1960, V, 559-562, cit. en N.D. González, “U.S.-Argentine Relations...”, pp. 366. En la Argentina, las opiniones estaban divididas respecto de la conveniencia del pedido de nuevos préstamos. Frigerio y su grupo consideraban la continuación del plan de desarrollo fundamental para el éxito del programa económico del gobierno; en tanto, el ministro de Economía del Carril y su subsecretario Roberto Alemann aconsejaban al presidente postergar los nuevos proyectos hasta que el plan de estabilización comenzara a dar resultados. En el gobierno norteamericano, las opiniones tampoco eran unánimes. Algunos funcionarios eran partidarios de otorgar créditos a la Argentina para financiar los proyectos petroleros, pues esto, además de beneficiar a firmas norteamericanas, colaboraría en consolidar un gobierno que había tenido el coraje de instrumentar políticas largamente recomendadas por Washington y que serían paradigmáticas para otros países, especialmente Brasil. Dichos funcionarios argüían que, en caso de no obtener resultados, el gobierno de Frondizi se vería tentado a aceptar créditos de los soviéticos. Por su parte, el FMI era fuertemente contrario a la expansión del plan petrolero argentino, porque en su criterio tendría efectos inflacionarios que atentarían contra el plan de estabilización. La embajada de Estados Unidos tenía la misma opinión que el FMI, considerando además que si YPF no podía hacer frente a los costos de los contratos con las compañías extranjeras, iba a verse obligado a convertirlos en concesiones. DOS, Memorandum, 16 Dec. 1958, 835.2553/12-1658; Embassy BA, Despatches 944, 29 Dec. 1958, 435.6141/12-1958; 1682, 12 May 1959, 435.60/5-1259 y 811, 24 Nov. 1959, 435.6141/11-2459; DOS, Staff Summaries, 21 Dec. 1959, Folder: State Department 639-743 (1), Box 19, White House Office, Research Group; Embassy BA, Despatch 1713, 18 May 1959, 835.2553/5-1859; Embassy BA, Despatch 1827, 27 May 1959, 835.2553/5-2759, cit. en ibid., pp. 367-369.

  24. DOS, Memorandum, 20 May 1959, 835.10/5-2059; DOS, Memorandum, 21 May 1959, 835.2553/5-2159; DOS, Memorandum, 1 June 1959, 835.2553/6-159, cit. en ibid., pp. 370-371.

  25. Daniel Rodríguez Lama, La presidencia de Frondizi, Buenos Aires, Centro Editor de América Latina, 1984, pp. 97-98.

  26. R.A. Potash, op. cit., pp. 408-414.

  27. La Prensa, 6 de noviembre de 1959.

  28. Position papers from Us State Department for Kennedy for his meeting with Frondizi on Sept. 26th., 1961, Kennedy, National Security Files 1961, Box 8, File 9/9/61, Folder 1.

  29. Background paper from US State Department for Frondizi’s visit on Sept. 26th., 1961, 20 de septiembre de 1961, Kennedy, National Security Files 1961, Box 8, File 9/9/61, Folder 3.

  30. A. Conil Paz y G. Ferrari, op. cit., p. 202.

  31. Ibid., pp. 202-203; G. Connell-Smith, op. cit., p. 261.

  32. DS Bulletin, 25 Jan. 1960, 119; Memorandum of Conversation, Dwight Eisenhower and George Smathers, 4 March 1960, Folder: Staff Notes, (2/60) (1), Box 47, DDE Diaries Series, DDE Papers as President, cit. en N.D. González, “U.S.-Argentine Relations...”, p. 380; S.G. Rabe, op. cit., pp.  136-138.

  33. Memoranda, Eisenhower and Frondizi; Herter and Frondizi, 28 Feb. 1960, Folder: DDE to South America (Argentina) (2), Box 10, Office Staff Secretary: International Trips, White House Office, Office of the Staff Secretary, Records, Dwight D. Eisenhower Library, Abilene, Kansas (de aquí en más WHO Staff Secretary); FRUS, 1958-1960, V, 609-619; DS Bulletin, 28 March 1960, 477-480; Memoranda, Eisenhower and Frondizi, 27 y 28 Feb. 1960, Folder: DDE to South America (Argentina) (2), Box 10, WHO Staff Secretary; DOS Telegrama, 15 March 1960, y Memorandum, Calhoum to Goodpaster, 24 May 1960, Folder: Argentina (2), Box 1, International Series, WHO Staff Secretary; Embassy BA, Despatch 1468, 7 April 1960, 835.10/4-1260, cit. en N.D. González, “U.S.-Argentine Relations...”, pp. 381-383. 

  34. J.A. Lanús, op. cit., I, p. 243.

  35. Record of Action 2191, 10 March 1960, 436th NSC Meeting, Folder: Records of Action by NSC, 1960 (1), Box 3, NSC Series, DDE Papers as President; FRUS, 1958-1960, VI, 1063-1064, cit. en N.D. González, U.S.-Argentine Relations...”, pp. 383-384.

  36. FRUS, 1958-1960, V, 428-429, cit. en ibid., pp. 384-385. La decisión del presidente se produjo luego de extensas discusiones sobre la situación en Cuba, en que participaron una fuerza de tareas de la CIA destinada a Cuba, el comité 5412, y el NSC. El documento redactado, “Un programa de acción encubierta contra el régimen de Castro”, presentaba un programa de ataque que comprendía cuatro partes: a) creación de una responsable y unificada oposición cubana al régimen de Castro localizada fuera de Cuba; b) una fuerte ofensiva propagandística en contra de Castro; c) creación de una organización para acción encubierta e inteligencia dentro de Cuba que respondiera a los opositores exiliados; y d) la formación de una fuerza paramilitar fuera de Cuba para futura acción guerrillera. Operation Zapata, 3-4; Record of Action Nº 2191 of 436th Meeting of the NSC, 10 March 1960, Records of Action by NSC, 1960 (1) folder, Box 3, NSC series, Whitman, cit. en S.G. Rabe, op. cit., p. 129.

  37. Minutes of Secretary Rubottom’s report on president’s trip to South America, 29 March 1960, OCB Minutes-1960 (2) folder, box 4, Administrative subseries, OCB series, OSANSA; Bromley Smith, Executive Director of the NSC Planning Board, to Karl Harr, Special Assistant to the President, 19 April 1960, U.S. Policy toward Latin America (1) folder, box 12, Briefing Notes subseries, NSC series, OSANSA, cit., en ibid., p. 137.

  38. N.D. González, “U.S.-Argentina Relations...”, p. 385.

  39. G. Connell-Smith, op. cit., pp. 259-260; J.A. Lanús, op. cit., I, p. 237.

  40. A. Conil Paz y G. Ferrari, op. cit., p. 204.

  41. S.G. Rabe, op. cit., pp. 138-139.

  42. Eisenhower’s announcement in DSB 43 (1 August 1960): 166-168; Eisenhower to A.H. Sulzberger of New York Times, 8 July 1960, Dictation (7/60) folder, box 51, DDE Diaries, Whitman; Dillon, in Bogotá, to State Department, 11 September 1960, 8-9/60 (2) folder, box 4, State Department subseries, Subject series, OSS; testimony of Secretary Herter, 6 January 1961, in SCFR, Executive Sessions, 1961, 13:10-11; quoted material in Statement of U.S. Policy toward Latin America (draft), 15 November 1960, U.S. Policy toward Latin America (1) folder, box 12, Briefing Notes subseries, NSC series, OSANSA, cit. en ibid., pp. 141 y 142;  N.D. González, “U.S.-Argentine Relations...”, p. 394; G. Connell.Smith, op. cit., p. 264.

  43. Herter to Nelson Rockefeller, 3 August 1960, 7-8/60 (1) folder, box 13, Telephone series, Herter papers, cit. en S.G. Rabe, op. cit., p. 144.

  44. Public Papers, 1960-61, 568-575, 612; FRUS, 1958-1960, VI, 1015-1016; , cit. en N.D. González, “U.S.-Argentine Relations...”, pp. 386-387.

  45. DOS, Memorandum, 31 March 1960, 735.00/3-3160; Embassy BA, Despatches 1468, 7 April, 1960, 835.10/4-1260 y 1817, 23 May 1960, Folder: Argentina (2), Box 1, WHO Staff Secretary, cit. en ibid., p. 387.

  46. Frondizi to President Eisenhower, 9 Aug. 1960; Embassy BA, Despatches 224, 22 Aug. 1960 y 252, 23 Aug. 1960, Folder: Argentina (3), Box 1, WHO Staff Secretary, cit. en ibid., pp. 388-389.

  47. N.D. González, “Frondizi”, mimeo.

  48. Embassy BA, Despatch 243, 18 Aug. 1960, Folder: Argentina (3), Box 1, WHO Staff Secretary, cit. en N.D. González, “U.S.-Argentine Relations...”, pp. 389-390.

  49. Idem supra; Embassy BA, Despatch 252, 23 Aug. 1960, y Telegram 240, 24 Aug. 1960, Folder: Argentina (3), Box 1, WHO Staff Secretary, cit. en ibid., pp. 390-391. 

  50. G. Connell-Smith, op. cit., p. 261; N.D. González, “U.S.-Argentine Relations...”, pp. 391-392;A. Conil Paz y G. Ferrari, op. cit., pp. 205-208. Apenas iniciada la Reunión de Consulta, el canciller argentino Diógenes Taboada mantuvo una entrevista con el secretario de Estado Christian Herter. En torno el temario de la Reunión hubo coincidencia. El desacuerdo se generó respecto de los puntos económicos contenidos en unas “segundas instrucciones” recibidas a último momento por la delegación argentina. Herter señaló que existía un plan de ayuda propuesto por el presidente Eisenhower, que tenía la aprobación del Senado, pero que su gobierno no quería verse arrastrado a la cooperación por la fuerza. La asistencia norteamericana sería libre y no debía mezclarse con los planteos políticos. El canciller Taboada comunicó a Buenos Aires, el 19 de agosto, lo conversado con el secretario de Estado, y la respuesta del subsecretario Centeno fue que el gobierno argentino no pretendía introducir la colaboración económica en el caso cubano. No obstante convenía hacer constar el tema de los caminos y aeródromos y el de la desocupación, ya mencionados por Frondizi a Eisenhower, a Thomas Mann y al encargado de negocios en Buenos Aires, Bernbaum. La posición norteamericana fue ratificada por Mann a Arnaldo Musich, otro miembro de la delegación argentina. A propósito de esta conversación, Taboada envió a Frondizi una nueva comunicación, el 20 de agosto, señalando que para Estados Unidos el planteo económico sería considerado “agresivo y ajeno al objeto” de la Reunión de Consulta. La respuesta oficial fue que los puntos económicos debían ser mantenidos, adecuándolos al desarrollo de la conferencia. Según Conil Paz y Ferrari, a partir de las reuniones de Costa Rica aparece claramente la “técnica de solicitar de los Estados Unidos ventajas económicas a cambio de medidas políticas urgentes”, lo que los autores denominan como “política de extorsión”. A. Conil Paz y G. Ferrari, op. cit., pp. 206-207 y 210-211.

  51. G. Connell-Smith, op. cit., pp. 261-262; A. Conil Paz y G. Ferrari, op. cit., pp. 208-209; N.D. González, “U.S.-Argentine Relations...”, pp. 392-393; Herter to Dillon, 20 August 1960, and Herter to Undersecretary Livingston Merchant, 27 August 1960, both in 7-8/60 (1) folder, box 13, Telephone series, Herter papers, cit. en S.G. Rabe, op. cit., p. 166. Rabe aclara que los diplomáticos latinoamericanos estaban en lo cierto al estar preocupados por la violación del principio de no intervención. Lo que probablemente no se imaginaran era que funcionarios de la administración de Eisenhower también estaban conspirando para desacreditar e incluso matar a Fidel Castro y sus asesores más allegados. Entre marzo y octubre de 1960, el gobierno norteamericano siguió una política anticubana que incluyó la organización y el entrenamiento de una oposición política y militar, incitando a los cubanos a la rebelión; la dislocación de la economía de la isla y su aislamiento diplomático. Dicha política fue complementada con planes para asesinar a los principales líderes cubanos. Véase ibid., pp. 166-173. Por otra parte, una comunicación enviada por Musich a la cancillería, el 24 de agosto, evidenciaba la preocupación norteamericana por un eventual cambio de actitud del gobierno argentino. El mismo señalaba que “si el gobierno variase la posición asumida durante los dos últimos años, perjudicaría la estabilidad política del continente”. Washington consideraba a la Argentina como un elemento esencial de dicha estabilidad y, en consecuencia, trataría de reforzar los puntos flojos del programa económico argentino. A. Conil Paz y G. Ferrari, op. cit., pp. 208-209.

  52. Dillon, in Bogotá, to State Department, 11 September 1960, 8-9/60 (2) folder, box 4, State Department subseries, Subject series, OSS; testimony of Secretary Herter, 6 January 1961, in SCFR, Executive Sessions, 1961, 13:10-11; quoted material in Statement of U.S. Policy toward Latin America (draft), 15 November 1960, U.S. Policy toward Latin America (1) folder, box 12, Briefing Notes subseries, NSC series, OSANSA, cit. en S.G. Rabe, op. cit., pp. 141 y 142;  N.D. González, “U.S.-Argentine Relations...”, p. 394; G. Connell.Smith, op. cit., p. 264; A. Conil Paz y G. Ferrari, op. cit., pp. 209-210. En la conferencia, Musich remarcó también la necesidad de una nueva organización de carácter económico, políticamente autónoma, cuya orientación proviniera de una reunión anual de técnicos. Para ello, debía convocarse una reunión especializada y reformar la Carta de la OEA. Ibid., p. 210.

  53. S.G. Rabe, op. cit., 166-173; FRUS, 1958-1960, VI, 1074-1191, cit. N.D. González, “U.S.-Argentine Relations...”, p. 399.

  54. Memorandum of conversation with the President, 29 Dec. 1960, Folder: Staff Notes, Dec. 1960, Box 55, DDE Diaries, cit. en ibid., pp. 399-400.

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