Las debilidades y las fortalezas

Por Dante Caputo

04/02/12 - 11:31

 

A menudo se piensa que un enfrentamiento, cualquiera sea su naturaleza, se pierde por la fuerza del adversario. En cambio, se presta poca atención a la otra causa posible: la debilidad propia. La fuerza del otro es difícil de alterar; las debilidades propias están al alcance de lo que se puede hacer.

No hay duda de que Inglaterra es una potencia, en retirada pero potencia al fin, y que su fuerza militar y política supera la nuestra. No creo que podamos cambiar eso. Sin embargo, muchos de nuestros retrocesos en Malvinas se deben a nuestros errores, debilidades y oportunismos. Estas sí son cosas que podemos modificar.

Cuando terminó la guerra fría, 1989-1990, la gran mayoría de los temas que estaban en la agenda de las Naciones Unidas, cuestiones que se reiteraban año tras años sin avanzar, de pronto hallaron un camino rápido de solución.

La intransigencia negociadora de Inglaterra no habría sobrevivido mucho tiempo a los planteos de la Asamblea de las Naciones Unidas. En esa época dos o tres países apoyaban a Inglaterra con su voto y más de 110 la posición argentina. Era el momento de apretar el acelerador y encerrar a la diplomacia inglesa.

En cambio, no sólo no lo hicimos sino que retiramos el tema de la agenda de la Asamblea General. Nuestra retirada, en el momento ideal para la ofensiva, es una causa objetiva para que hoy estemos como estamos en esta materia.

Pero nuestras debilidades, que no son meros errores de política, en realidad se extienden por períodos más amplios. La guerra del ’82, manotazo de ahogado de un régimen que se hundía, costó vidas, prestigio y desmereció ante la mayoría del mundo la reivindicación de nuestro país. Era una época en la que muchos olvidaron quiénes eran los que comandaban la invasión: ineptos, torturadores y genocidas.

El tema entra nuevamente en escena. El señor Cameron, seguramente recordando el uso político que hizo Thatcher y los beneficios que sacó, anhela logros semejantes y consecuentemente se zambulle en el área clamando por el penal.

En nuestro país se logra el apoyo activo de los países del Cono Sur. Con ello se consigue que el costo por no querer negociar suba, no sólo la tensión es con la Argentina sino también con Brasil, Uruguay y también Chile.

En fin, en esta cuestión creo que hay algunas pocas reglas por cuidar estrictamente. Primero, es un tema largo y hay que laboriosamente poner un ladrillo detrás de otro. Ese estilo de trabajo no suele ser parte de nuestra forma de ser, pero aun así debemos practicarlo. En consecuencia, segundo: nadie debe buscar ser el héroe de la recuperación, entre muchos motivos, porque no lo logrará. Tercero, explorar nuestras debilidades y nuestros errores. Finalmente, lograr que los costos (de toda índole) de la ocupación siempre aumenten. Molestar y molestar.