ante Alemania, por la copa davis

Argentina hizo fácil lo difícil y quedó a un paso de cuartos

Mónaco y Nalbandian fueron letales y, en Bamberg, el equipo nacional quedó 2-0, algo impensado hace unos días. Hoy a las 9.30, el dobles.

Por Gonzalo Bonadeo

10/02/12 - 11:20

 

Con los números puestos (2 partidos a 0, 6 sets a 1 y apenas cinco horas en total de espectáculo) la crónica del viernes perfecto parece sencilla, obvia, escueta. Nada debería encontrarse de excepcional en que Mónaco derrotase a Petzchner en sets corridos sobre polvo de ladrillo o que Nalbandian superase en cuatro al jeroglífico Mayer.

Al fin y al cabo, el tandilense viene de ganar el torneo de Viña del Mar mientras su rival ni siquiera imaginaba jugar ese singles apenas 48 horas antes del match. Al fin y al cabo, Nalbandian sueña con la Davis y con seguir siendo “durante dos o tres años más” ese talento de elite al cual bien se califica como jugador sin ranking al que ilustres como Nadal, Djokovic o Federer, cuando menos, respetan; Mayer, en tanto, es un 21 del mundo que juega un día como el 6 y otro día como mi tía Mónica.

Sin embargo, sea usted un seguidor del tenis, sea usted alguno de los que espía esta columna de tanto en tanto, sabrá bien que este 2 a 0 ante Alemania era, hace apenas un par de días, poco menos que inimaginable; en todo caso, una gran noticia para nuestro equipo.

Ausente Del Potro desde siempre, la Argentina se topó a horas del sorteo con una noticia compensatoria: Philipp Kohlschreiber, el segundo alemán en el ranking –para mi gusto, el mejor de ese país y el más confiable–, anunció que un malestar estomacal pudo más que sus ganas de jugar la serie. Cambió de rumbo en la historia, todavía fuera de la cancha. Hasta ese momento, mi sensación era que ninguno de los cinco puntos eran sustancialmente favorables a la Argentina; por el contrario, por antecedentes y hasta por el dominio que el juego de Mayer suele ejercer sobre Mónaco y sobre Chela, pintaba que el choque entre números uno tenía pronóstico favorable a los alemanes. Había mucho más para ser cautelosos: los 40 grados de diferencia entre Buenos Aires y Bamberg, las líneas de fiebre que, explican los que saben, suelen aparecer en las primeras horas del brusco cambio climático, la escasa adaptación a una cancha que los alemanes pusieron a disposición de la serie apenas 72 horas antes del primer match (despropósito que la ITF no debería permitir) y, ni que hablar, que el argentino de mejor rendimiento reciente (Juan Mónaco, campeón en Viña del Mar), llegaba a Alemania recién el martes por la tarde.

Todo esto convertía a esta serie en uno de los más riesgosos desafíos por encarar desde que nuestro tenis volvió a primera división en 2002. Sólo comparable –y un poco, nomás– al encuentro con los suecos de hace dos años, cuando ese viaje relámpago de Nalbandian a día miércoles hizo revivir el sueño argentino de seguir superando primeras ruedas.

Nadie podrá decir que a esta altura ya se ganó la serie. Sin embargo, la ausencia de Kohlschreiber convirtió a nuestros singlistas en netos favoritos para derrotar a Petszchner. Mónaco lo logró con creces. Jugó un partido serio, maduro, consistente, con un bajo nivel de errores no forzados y una alta eficacia tanto de primeros saques como de puntos ganados con ese primer saque. Fue una paliza sobria, si cabe la figura. Nadie puede garantizar que Petszchner salga a la cancha mañana a jugar con Nalbandian, si fuese necesario. Sería un suicidio deportivo. Quizás tanto como poner al cuasi retirado Haas o al debutante Stebe. Por todo esto es que Kohlschreiber, sin jugar, pasó a ser un hombre clave en la serie.

Puesto el 1 a 0, sólo media hora de Mayer-Nalbandian bastó para sospechar de las bondades del estreno. El alemán sometió al cordobés a un dominio absoluto, desconcertante, capaz de frustrar a cualquiera que no sea de una estirpe singular. Fue un 6-2 con aroma a 6-0. No faltó quien suspirara aferrándose a que, al menos, la cosa duraría poco de modo tal de no desgastar a David con miras a una inevitable presencia en un dobles clave. Y fue, efectivamente, un partido corto –lo es cualquiera que dure menos de tres horas y cuatro sets en cancha lenta–: Nalbandian, en otra de sus fenomenales funciones coperas, desparramando talento y jerarquía, dio vuelta el juego desde cada matiz y selló un 2 a 0 enorme.

Nalbandian es un jugador que suele activarse en ocasiones especiales. No es una de esas bestias de circuito capaz de jugar con la misma intensidad física y mental treinta semanas por año. Lo suyo parecen ser sólo las grandes ocasiones, los grandes rivales o los grandes desafíos. Jugar la Davis, claramente, es uno de esos grandes desafíos, sino el mayor. Lo primero que hizo fue neutralizar el tremendo juego cruzado del alemán desarmándolo por las paralelas. Resuelto el primer problema táctico, modificada la geometría del partido, dio forma a una función de lujo hasta ganar 6-0 y 6-1 en menos de una hora.

Hasta el momento, no se habían cruzado los dos en similares niveles de lucidez. Eso sucedió en el cuarto set; 4 a 1 para Mayer pero Nalbandian había tenido ventajas como para estar 3-2 con el saque. David metió el quiebre en el momento clave pero ya ante un rival que acertaba más de lo que fallaba. Lo que le falló al alemán fue el cálculo cronológico de resurrección: a esta altura de la tarde-noche, el de Unquillo ya tenía los violines demasiado afinados. Lo suficiente como para ganar 7 a 5 en el tie-break, luego de perder cuatro match-points.

En un rato, los alemanes encararan un dobles imprescindible. Me gustaría que los argentinos también lo convirtiéramos en imprescindible; es decir, que dispongamos de Nalbandian y de Schwank para intentar repetir la maravilla de La Cartuja y dejar al domingo con tenis para pocos y de relleno. A esta altura, Jaite ya debe saber quiénes jugarán: la decisión sobre “arriesgar” o no a David se habrá tomado por la noche, tras los masajes, en el hotel y después de conversarlo entre todos. Nada garantiza que se gane con David ni que se pierda el dobles sin él. Pero la diferencia entre tenerlo y no tenerlo es poco menos que dejarle o no el carburador a un auto.

¿Y si fuese necesario jugar por los puntos el domingo? Volverá a ser asunto de Mónaco, primero, y de Nalbandian en caso de urgencia. Pero dejemos la especulación dominguera para cuando corresponda, si es que hiciese falta. Por el momento, comprendamos que este 2 a 0 representa un enorme golpe de ánimo en un equipo argentino que sabe que el premio mayor es, ni más ni menos, que aspirar a jugar el resto de la Davis 2012 en su propia casa.