politicas cruzadas

Imágenes por palabras

Por Daniel Bilotta

14/01/12 - 11:49

 

Apenas 240 palabras constituirían el capital léxico de las generaciones más jóvenes. Tal vez por difundirse en medio de la crisis financiera de la Eurozona y a poco de finalizar el año que pasó, la conclusión de un trabajo de la Real Academia sólo atrajo la atención de lingüistas especializados. Para amplias mayorías, incluidas las que utilizan un número de términos entre dos y cinco veces mayor, es posible que la noticia haya cumplido el ciclo vital de cualquier otra mercancía perecedera: desparecer de las góndolas tras 24 horas en las que no despertó el apetito de consumidores acostumbrados a que el intercambio de imágenes sustituya el debate de ideas.

Lejos de escapar a esta tendencia, las dirigencias políticas se han sumado a ella con un objetivo bastante más opaco que la declamada transparencia  democratizadora de la comunicación al amparo tutelar de las nuevas tecnologías.  Dispositivo novedoso del que suelen valerse para ataviar la legendaria costumbre de cruzar entre sí mensajes codificados.

Aunque  a diferencia de los criptogramas de la antigua Grecia o la todavía más sutil escritura de agua en el papel, en la era de las pantallas la idea del secreto es compatible con su circulación pública a la vista del mundo bajo la apariencia de un hábito rutinario y, a veces, tedioso. Decir callando para callar diciendo es el principio activo que regula una práctica que no por vieja ha perdido el atractivo de su efectividad: adherir a la elocuencia emotiva desembarazándose de frases  comprometedoras.

En especial si cumplen funciones de gobierno, como ocurre con Daniel Scioli y Juan Gabriel Mariotto, quienes hace unos días intentaron saldar sus ya inocultables diferencias con un duelo virtual de difusión de retratos. Desafío que dejó abierto el gobernador  cuando decidió mostrarse ante las cámaras junto a Mauricio Macri en un partido de fútbol. Los K  especulan que el líder del PRO podría sacar provecho de una rebelión del peronismo si trastabillase el plan de ajuste al modelo económico que se viene ejecutando.

A juzgar por la foto  que la Presidencia difundió horas después, el Gobierno no logró absorber el impacto de la anterior: la de Amado Boudou con Mariotto reprodujo urgencias y rencillas del oficialismo en la provincia de Buenos Aires. La sonrisa ancha y resuelta del vicegobernador marca un nítido contraste con la del presidente en ejercicio, bastante más contenido.

El vice de Cristina mantiene alianzas con intendentes del Conurbano de las que reniega el segundo de Scioli, ansioso por enfrentarlos. La disimulada tirantez entre ambos libera de dudas: sólo una orden directa del más alto nivel pudo haberlos acercado. Trofeo que  el gobernador podrá exhibir ante los jefes comunales como premio a capturar a los dos sin haber efectuado siquiera el disparo del flash.

A esa situación pareció aludir en declaraciones posteriores. “Para mí el gobierno es la Presidenta”, le dijo a Clarín el pasado 8 de enero. Acaso por saberse esclavos de sus palabras  ninguno de los dos  involucrados respondió: Mariotto quebró la frágil tregua pactada con su superior para criticarlo  por la reunión con Macri. Sobre Boudou pesa todavía el registro de supuestos dichos inconvenientes que habrían echado dudas sobre su lealtad.

No deja de ser paradójico que sea un dirigente de pocos matices  semánticos quien coloque el texto, sencillo pero efectivo, al pie de la imagen para garantizar su interpretación deseable. Tampoco que los representantes de un oficialismo que reivindica la política como herramienta de transformación opten por el silencio en tácita admisión de que, al menos por esta ocasión, una imagen valió más que mil palabras.

 

*Titular de la cátedra Planificación Comunicacional. Universidad Nacional de Lomas de Zamora.