asuntos internos

El sentido común en la planta baja

Por Guillermo Piro

14/01/12 - 11:42

 

Acabo de leer que en Italia se casaron 988.541 personas en 2011. No quiero ser meticuloso, pero ¿no debería ser un número par? Comento el dislate con mis amigos y algunos encuentran esta explicación: sin duda, al computar personas, están considerando a alguien que se casó dos veces el mismo año. Lejos de considerarme un enemigo acérrimo del matrimonio –para mí apenas alcanza el rango de estupidez–, me resulta más fácil creer en un error de cómputos que en la existencia de alguien capaz de casarse no una, sino dos veces en el mismo año.

El 28 de diciembre del año pasado, siete delincuentes armados asaltaron una sucursal del Banco Credicoop en pleno microcentro porteño, aprovechando el ingreso de un camión de caudales para entrar a la sucursal. Sin embargo, el golpe resultó fallido, ya que en las sacas que se llevaron los delincuentes había “correspondencia sin valor comercial alguno”, según informó la entidad. El hecho ocurrió en Reconquista al 400, a plena luz del día, cuando un grupo de asaltantes –que se movilizaba a bordo de un Volkswagen Bora negro con vidrios polarizados, idéntico al que usa el gerente de la sucursal– logró ingresar al banco detrás de un blindado. Los delincuentes, que usaban caretas de gato, actuaron con rapidez. Sin hacer un solo disparo, se apoderaron de dos sacas y escaparon. Lejos de considerarme un incitador al robo, del mismo modo que no creo que la noticia de 494.270,5 matrimonios italianos lleve a que la gente acuda en masa a casarse, no creo que analizando fríamente lo ocurrido con los asaltantes del Banco Credicoop esté promoviendo el delito. Artista se nace, y por ende ladrón también. El método, la exactitud, el disfraz, el profesionalismo y el pacifismo de los asaltantes me lleva a pensar que lo que querían llevarse no eran las sacas de dinero, sino precisamente las sacas de correspondencia. Pensemos un poco: la correspondencia, que creíamos ya en desuso, puede contener mucha información pertinente, casi diría interesante. Un delincuente puede saber muchas cosas gracias a lo escrito en esos papeles pulcramente doblados y ensobrados: nombres y apellidos, direcciones, montos depositados, parentescos... un sinnúmero de datos que a cualquier otro podría resultarle insulso, en manos de esa gente podría convertirse en algo... no sé cómo llamarlo... redituable. Sin embargo las noticias no se cansaron de retratar a los ladrones como “fracasados”, “improvisados” que habían “equivocado el botín”. No sé, algo me dice que no se equivocaron, que los que se equivocan son los redactores de las noticias. Del mismo modo que estoy absolutamente seguro de que en Italia no se casaron 988.541 personas, sino 988.540. O a lo sumo 988.542. No pongo en juego ninguna ciencia, sólo el sentido común. Tiendo a pensar que los equivocados son los que escriben las noticias.

Oliver Wendell Holmes (excelente nudo de corbata) fue un médico norteamericano del siglo XIX que ganó cierta fama como poeta –su poema más famoso es Old Ironsides, acerca de una fragata cuyo destino era el desguace; el poema tuvo tanta fama que se decidió convertirla en un monumento en vez de destruirla–. Bien, Oliver Wendell Holme tiene una frase genial: “La ciencia es un magnífico mobiliario para el piso superior de un hombre, siempre y cuando su sentido común esté en la planta baja”. Acepto que el periodismo no es una ciencia, pero para mí lo es.