jueves 6 de noviembre de 2008

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De pronto la música había dejado de sonar

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Inmediatamente al entrar al bar escucho a una mujer que habla fuerte. Le pregunto a Javier quién es esa mujer. Me dice que es La mujer que habla fuerte. Me cuenta que así le dicen o le decían. Hace mucho años -me cuenta Javier- estaba La mujer que habla fuerte y su marido de entonces en una fiesta de la colectividad española. Todo el mundo se había pasado de copas. De pronto la música había dejado de sonar y se escuchó un: "Más adentro, más adentro". Era La mujer que habla fuerte que estaba encerrada en el guardarropa con el primo de su marido. En el momento en que el marido va a su auto a buscar su arma, La mujer que habla fuerte y el primo de su marido escapan por la ventana. Todos los protagonistas de aquella noche se fueron del pueblo. El marido para huir del escarnio y la pareja para comenzar una nueva vida. Años más tarde, 12 años más tarde, ella volvió casada con un tipo del norte. Me comenta Javier que ya poca gente le dice de sobrenombre La mujer que habla fuerte, sino que La más adentro más adentro. Luego hablamos de cosas sin importancia y lo acompaño a tomar el bus.

martes 4 de noviembre de 2008

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Nobles intenciones

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Viene bajando del campo Nariz con Caca, me dice: "puta que está guena tu vecina weon, con esas tremendas piernas que tiene es como para meterle cuchillo nomás, yo me pasaría una tarde entera despostándola". Después me pregunta por Silvia, me pregunta si terminé con ella, le comento que sí, que hace mucho tiempo que no la veo. Me dice que también estaba guena. Es la primera vez que me imagino a Silvia tirada sobre un mesón, con una pierna por acá, un brazo por allá y su cabeza dentro de un balde.

sábado 1 de noviembre de 2008

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Míster A

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De paso cansino, mirada zahorí y buenos modales, Míster A va por el mundo, o sea por el pueblo, dejando un tendal de quejas innumerables. Es el perfecto hombre corcho que siempre flotará. Con buenos o malos gobiernos estará en la cresta de la ola. Nunca se irá a pique. Ocupando un discreto segundo lugar, sabe que nunca tendrá problemas. Establece vínculos de acuerdo a sus apetencias políticas, sociales o económicas. Siempre, indubitablemente, estará de acuerdo con todos. Con voz estereofónica discurrirá un discurso diletante en donde para parecer oscuro, chapoteará sobre el barro para parecer profundo. Se aliará con las Fuerzas Vivas, o como decía el General Perón, con los vivos de las fuerzas. Establece una red permanente de buenos contactos. Con el gobernador de turno, el comisario, el juez y el notario. Adicto a las sobremesas, planteará su discurso de vanas palabras floridas en donde comensales cansados no se darán cuanta del florilegio de superchería que contienen. Siempre Míster A estará lúcido para sacar de cada ocasión el mayor provecho posible. No tendrá empacho en acostarse con la mujer de su amigo. Robar a su compadre o vender la luna al mejor postor. Inútil bueno para nada, va por el mundo; o sea por el pueblo, con una cara de yo no fui. Verdaderamente Míster A es un delincuente nato que sobrevivirá a la hecatombe. Cuando nuestra bola azul se apague, cuando nuestro planeta deje de funcionar y vague furioso por el mar de las constelaciones, sólo dos seres vivientes habrán de existir, de coexistir, ellos serán Míster A y las cucarachas. ¡Pobres cucarachas!

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