Ante los elogios que le llegan de cada rincón del planeta, conviene recordar la primera etapa en el Barcelona del mejor futbolista del mundo. Aquella en la que cada día debía inyectarse hormonas de crecimiento en las piernas; aquella en la que disimulaba las lágrimas que le provocaba extrañar su Rosario; aquella en la que el club pensaba si no era una locura invertir tanto dinero por un petisito que, en el mejor de los casos, llegaría a la Primera muchos años después.
El 5 de mayo se cumplen dos décadas del retiro del Bocha. Con 37 años, el Maestro abandonó las canchas tras un ciclo glorioso: fue el jugador de Independiente que más partidos jugó y que más títulos ganó. “La lesión de Erbín no fue la causa de mi retiro, ya venía pensando en largar el fútbol”, le confió a PERFIL. El fútbol lo sigue extrañando.
La tendencia arrancó hace cinco años, cuando Vélez y Estudiantes comenzaron ciclos en los que sumaron títulos locales y presencia internacional con jugadores propios. Los méritos sobran. Desde que llegó Verón, por ejemplo, el equipo de La Plata disputó por lo menos una copa por año. El plantel de Liniers es –salvo el 25 por ciento de Moralez– íntegramente de la institución. No sería exagerado, entonces, decir que hoy en La Plata se enfrentan los dos mejores equipos del fútbol local. Si hasta el propio Riquelme lo reconoció: “Creo que estamos de acuerdo con que lo son”.