Las posiciones de Miraflores cubrían la población de
este nombre, situada a unos seis kilómetros al sur de Lima. Como
estaban en terreno plano, se había tenido mayor cuidado en fortificarlas.
Las defendían 20.000 hombres, considerando 8.000 sobrevivientes
de Chorrillos y 12.000 del Ejército de reserva, que había
permanecido desde el comienzo en Miraflores.
El Alto Mando chileno, deseoso de evitar un nuevo derramamiento de sangre,
trató con las autoridades de Lima un armisticio para conseguir la capitulación
del Ejército peruano. Sin embargo, la batalla tuvo un comienzo inesperado.
Cuando pasadas las 14 horas del 15 de enero, el General Baquedano realizaba
un reconocimiento con parte de su Estado Mayor, de las cercanías del
frente peruano, recibió una descarga desde las posiciones enemigas,
lo que provocó de inmediato la apertura del fuego, rompiéndose
dicho armisticio.
Mientras la escuadra chilena bombardeaba el flanco derecho de la línea
adversaria, las divisiones tomaban posiciones de apresto para el ataque, lo
que no se pudo hacer en forma completa por lo inesperado de la iniciación
del encuentro.
El enemigo, aprovechando con habilidad la ocasión, tomó la ofensiva
logrando poner en aprietos a los primeros cuerpos chilenos que iniciaban el
avance. Felizmente, con la llegada de las unidades ubicadas en la segunda línea,
la lucha se estableció con gran vigor por ambas partes. Por último,
después de algunas horas de intenso combatir, se logró quebrantar
la resistencia peruana, especialmente por la deficiente instrucción
de las tropas del Ejército de reserva. A las 17:00 horas, se dio el
asalto final, produciéndose la completa desorganización del enemigo,
el que, a las 18:00 horas, comenzó su precipitada retirada.
Se ignora la cuantía de las pérdidas del adversario, pero el
Ejército chileno había sufrido, en Chorrillos y Miraflores, entre
muertos y heridos, más del 22% de sus efectivos, estando entre los primeros
el ilustre Coronel Juan Martínez, héroe de muchas acciones y
que ya había perdido a dos de sus hijos en la Batalla de Tacna.
Luego estas dos brillantes victorias, la capital peruana pasó a ser
el nuevo escenario de futuras campañas en la Guerra del Pacífico. |
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