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ENGLISH VERSION
Inflation, what inflation? II
Did Cabinet Chief Alberto Fernández delay his departure to New York to accompany the presidential couple exclusively for the purpose of trying to convince us that inflation “does not exist?” If so, his provocative statement was flying in the face of not only at least 90 percent of public opinion but the words of Central Bank President Martín Redrado only 10 days previously. Fernández based his argument on the standard definition of inflation as a sustained increase in the prices of goods and services across the board and this argument would be upheld by the perverse logic of the government’s economic policy at least — thanks to frozen utility rates, price “agreements” obtained under duress and the fiddled figures of INDEC statistics bureau (with far higher inflation readings inland), there is no chance of prices rising in unison. The outrageous claim of Fernández may thus have its warped logic but no basis in reality — rising prices are too much the everyday experience of all shoppers for Fernández to be able to fool anybody that inflation is a media invention.
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¿Acaso el jefe de Gabinete Alberto Fernández demoró su partida hacia Nueva York para acompañar al matrimonio presidencial con el objeto exclusivo de intentar convencernos que la inflación “no existe”? De ser así, su declaración provocadora desafiaba no sólo más del 90 por ciento de la opinión pública sino también las palabras del presidente del Banco Central, Martín Redrado, tan sólo 10 días antes. Fernández basó su argumento en la definición estándar de inflación como un aumento sostenido y generalizado de los precios de bienes y servicios, y podría defenderse este argumento con la lógica perversa de la política económica del gobierno al menos: gracias a las tarifas congeladas de servicios, los “acuerdos” de precios a los que se llegó por coerción y las cifras manipuladas del INDEC (con mediciones de inflación mucho más altas para el interior), es imposible que los precios aumenten al unísono. De esta manera, la afirmación escandalosa de Fernández puede tener su lógica retorcida, pero no se basa en modo alguno en la realidad: los precios en aumento forman una parte demasiado grande de la experiencia cotidiana de los consumidores para que Fernández pueda engañar a alguien con que la inflación es un invento de los medios. Esta manifestación provocadora ha recibido mucha más cobertura mediática que las cifras comerciales de agosto, pero éstas también resultan interesantes ya que muestran un posible antídoto para la inflación, lo que también da pie a nuevos problemas. Estas cifras muestran que aun si las exportaciones han batido récords al superar los cinco mil millones de dólares, el superávit comercial (de 416 millones de dólares) es el más bajo desde principios de 2001, debido a un ascenso repentino del 40 por ciento de las importaciones. Argentina podría potencialmente importar para salir de la inflación comprando a menor precio en el exterior, aunque las restricciones recientes a las importaciones chinas demuestran que esto dista de ser la meta del gobierno. Si no, la importación estratégica de bienes de capital podría aumentar las posibilidades de que la oferta local le siga el ritmo a la demanda. Pero el modelo de importaciones no se mueve en ninguno de estos dos sentidos: la principal suba se registró en las importaciones de combustible para contrarrestar la creciente escasez de energía. De esta manera, la Argentina podría importar para salir de la inflación, pero a expensas de perder uno de los superávit gemelos que apuntalan la política económica: el superávit comercial. El otro pilar esencial -el superávit fiscal- de hecho subió en agosto, pero partiendo de la base artificial del aumento de los aportes jubilatorios (obtenido mediante una reforma previsional que obligó a varios trabajadores estatales a realizar aportes al Estado y una campaña agresiva contra las AFJP). Si los precios suben estando ambos pilares en su lugar aun si se tambalean, varias cosas además de la inflación bien podrían dejar de existir una vez que se derrumben.
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