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VERSION EN CASTELLANO
Paro por robo
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HERALD STAFF |
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ENGLISH VERSION
Airstrike robbery
The spectacular part of the news surrounding Thursday’s surprise airport strike was the robbery of 80,000 Central Bank-bound dollars from Washington’s Federal Reserve at Ezeiza international airport — especially coming less than two months after a far larger sum of undeclared currency was detected in a Venezuelan businessman’s suitcase at Aeroparque downtown airport, not to mention the 2004 Southern Winds cocaine-laden suitcase scandal now undergoing trial. But perhaps the strike should be considered more serious than the robbery — not only because of the chaos affecting thousands of passengers on Thursday but because of the underlying principle behind the strike. And that principle holding thousands of people hostage was job security — job security even for those like the notorious “surgeon” who are guilty of robbing valuable cargoes entrusted to them. That and the insinuation that Marcelo Saín’s reformed airport police force (the fruit of the Southern Winds scandal) should not be doing its job when previously the cargo-handlers’ union had insisted on police presence before any luggage inspection. In a word, the trade unions are placing their vested interests above the law
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Lo que resultó más espectacular de las noticias que rodearon al paro sorpresivo de aeropuertos del jueves fue el robo de 80.000 dólares con destino al Banco Central desde la Reserva Federal de Washington en el aeropuerto internacional de Ezeiza, especialmente a menos de dos meses de que se detectara una cantidad mucho mayor de dinero no declarado en la valija de un empresario venezolano en Aeroparque, por no mencionar el escándalo de las valijas repletas de cocaína en el vuelo de Southern Winds en 2004 que se encuentra actualmente en juicio. Pero la huelga quizás deba ser considerada como más seria que el robo, no sólo por el caos que afectó a miles de pasajeros el jueves sino también por el principio subyacente detrás de la huelga. Y el principio por el que se tuvo de rehenes a miles de pasajeros fue la estabilidad laboral: estabilidad laboral inclusive para aquellos, como el famoso “cirujano”, culpables de robar bienes valiosos del equipaje que se les confía. Eso y las insinuaciones de que la Policía de Seguridad Aeronáutica de Marcelo Sain (fruto del escándalo de Southern Winds) no debía estar cumpliendo con sus tareas cuando anteriormente los gremios de aeroportuarios habían insistido en que hubiera presencia policial antes de cualquier inspección de equipaje. En resumidas cuentas, los sindicatos ponen a sus intereses corporativos por sobre la ley. Los vergonzosos sucesos del jueves ofrecen al menos dos poderosos motivos para no embarcar personas ni mercaderías a través de los aeropuertos argentinos: los trastornos infligidos a los pasajeros como resultado de la acción arbitraria de los sindicatos y el claro riesgo de que se robe cualquier bien confiado al cuidado del sistema de aviación argentino. Esta huelga virtualmente en defensa del robo de fondos de la Reserva Federal debe ser considerada nada menos que una afrenta al buen nombre del país a la que hay que dar una respuesta directa, especialmente cuando la Argentina está buscando atraer con diligencia a la industria turística como resultado de una baja tasa de cambio de larga data, y especialmente cuando la candidata presidencial del oficialismo, Cristina Fernández de Kirchner, se ha esforzado por enviar señales positivas hacia el mundo desarrollado en general y hacia Estados Unidos en particular. Dado que el principio rector de toda investigación es “seguir el rastro del dinero”, sería bueno que los fondos robados se pudieran ubicar aunque al momento de escribirse este editorial no había pistas sobre ellos. Pero la total indiferencia del gobierno hacia este bochornoso escándalo (de nuevo: al menos al momento de escribirse este editorial) quizás resulte más preocupante. Puesto que una de las frases publicitarias más utilizadas por este gobierno es “un país en serio”, ¿por qué no hace lo que pregona?
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