|
ENGLISH VERSION
Underground or underworld?
Transport may not be the only sector subject to labour strife in these electoral times but it is the most conspicuous, directly affecting thousands of people. Monday was a nightmare for everybody travelling via Jorge Newbery airport with some 13,000 passengers left stranded by a cabin staff strike while all buses in the hinterland are set to be halted by a stoppage today. But in most eyes the most irksome of this week’s transport disruptions has been the chaos of the subway delays — in the name of protecting passengers by hindering “unsafe” trains, trade union shop stewards are inflicting massive suffering on commuters by cruelly timing their protests for rush hour.
Read more
|
|
|
El transporte no es el único sector sujeto a disputas laborales, pero es por cierto el más conspicuo al afectar directamente a miles de personas. El lunes fue una pesadilla para todos los que viajaron a través del Aeroparque Jorge Newbery, en el que más de 13.000 pasajeros quedaron varados por una huelga de los aeronavegantes, mientras que todos los micros del interior del país quedarán detenidos por un paro hoy. Pero para la mayoría del público, la más irritante de las interrupciones en el transporte de esta semana fue el caos de las demoras del subte: inhabi- litando trenes “inseguros” en nombre de la protección de los pasajeros, los delegados sindicales los están haciendo sufrir masiva y cruelmente al sincronizar sus protestas con las horas pico. Con el puesto de uno de los de-legados más militantes en riesgo, las interrupciones amenazan con agravarse: la tensión ya se convirtió en algún episodio de violencia con un par de heridos mientras que se obligó a los pasajeros a avanzar a tientas a lo largo de túneles oscuros. Esta protesta en nombre de la “seguridad” de los pasajeros puede parecer la peor de las hipocresías al disfrazar un intento oportunista para mejorar los salarios en las últimas semanas de una campaña electoral, pero también hay diversos y complejos factores políticos involucrados. Los sindicalistas no pueden buscar abiertamente una mejor paga porque están atados a una paritaria acordada hace apenas unos meses que les otorgó aumentos salariales exorbitantemente generosos: esto no impide que cedan a la tentación de presionar a un gobierno en campaña que está otorgando subsidios a diestra y siniestra. Pero éste no es el único aspecto en el que las elecciones son un factor: diversos sectores están buscando fines políticos específicos. Las promesas de cambio de la candidata presidencial del oficialismo, Cristina Fernández de Kirchner, bien pueden comenzar por quien lleva las riendas de la central sindical CGT, en donde el actual jefe, el rudo camionero Hugo Moyano, está mucho más cerca de su marido, el Presidente Néstor Kirchner, que de ella. Este signo de pregunta sobre el futuro de Moyano lleva a su vez a pujas protagonizadas por distintos sectores sindicales que van de los caciques sindicales peronistas tradicionales a los militantes delegados del subterráneo: los sindicalistas de todas las extracciones están enojados también por su escasa presencia en las listas partidarias para los escaños parlamentarios, especialmente en las del Frente para la Victoria. Sea como fuere, eso no justifica que se use de rehenes de las disputas salariales y políticas a más de un millón de pasajeros del subte que no tienen nada que ver con ellas.
|