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ENGLISH VERSION
Rotten to the CoL?
The most interesting aspect about the announcement of September inflation by the INDEC statistics bureau was not the all too predictable figure (0.8 percent or about half the truth) but the accompanying suggestions of a change in the method of calculating inflation. After having persistently resorted throughout this year (and indeed ever since Guillermo Moreno became domestic trade secretary 18 months ago) to all kinds of foul means in order to tame the cost-of-living data, the government would seem to have belatedly discovered fair means in the form of the “core inflation” techniques employed in the United States.
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El aspecto más interesante del anuncio del INDEC sobre la inflación de septiembre no fue el porcentaje demasiado previsible (0,8, la mitad de la cifra verdadera), sino las insinuaciones adicionales de un cambio en el método de calcular la inflación. Después de haber recurrido de manera persistente a lo largo de este año (y de hecho desde que Guillermo Moreno se convirtió en el secretario de comercio interior 18 meses atrás) a toda clase de recursos ilícitos a fin de controlar los datos del costo de vida, el gobierno parece haber descubierto en forma tardía medios legítimos mediante las técnicas de “core inflation” (inflación subyacente) empleadas en los Estados Unidos. Estas han sido diseñadas para despojar a las mediciones de índices de precios de influencias indebidas por parte de estados petroleros díscolos o factores estacionales (por ejemplo, alimentos perecederos o las vacaciones). Lo maravilloso de este sistema sería que acallaría las crecientes críticas de la manipulación grosera de los precios por parte del INDEC (críticas que se extienden a la mayoría de los gremialistas e incluso a la líder de Madres de Plaza de Mayo Hebe de Bonafini, para no hablar de las dudas de millones de votantes) sin la necesidad de reducir la inflación a través de políticas de austeridad como las tasas de interés altas (o pagos más generosos a los tenedores de bonos, si vamos al caso). Sin embargo, estos recién descubiertos medios lícitos para lograr una tasa de inflación más civilizada ya se anuncian de una manera que lleva a mucha gente a sospechar alguna trampa. Estos nuevos métodos (que acaban de ser propuestos por el compañero de fórmula de Cristina Fernández de Kirchner, el gobernador de Mendoza Julio Cobos y ex-radical, en lugar de un peronista) será una verdadera puesta a prueba de la “mejor calidad institucional” prometida por la señora de Kirchner. Un lanzamiento genuino de las técnicas estadísticas norteamericanas significaría un enorme “shock de confianza” para la favorita en la contienda presidencial, pero estas técnicas dependen tanto de la discreción para definir exactamente qué precios deben incluirse o excluirse por ser estacionales, artificiales, etc., que fijar los criterios debe encargarse a un organismo neutral (en los casos de los dos gigantes de América del Norte sus bancos centrales bastan para este fin, pero quizá aun esto no sea suficiente en la Argentina). Si la tarea de definir a la “inflación subyacente” se confiara al INDEC o a un nuevo Moreno, se ganaría realmente poco en credibilidad. Pero sean cuales sean las sospechas, estas técnicas constituyen una novedad alentadora si se las compara a la única propuesta concreta de la señora de Kirchner hasta ahora de un “pacto social” (que se asemeja curiosamente al congelamiento de precios y salarios acordado por el ministro de Economía peronista José Ber Gelbard, de cuyo fallecimiento se cumplieron 30 años el jueves pasado, lo cual acabó en una inflación estratosférica durante sus últimos meses de vida). Profundicemos entonces el debate de los métodos de cálculo de la inflación. |